abril 25, 2024
Publicidad
marzo 3, 2018 | 593 vistas

Shalma Castillo.-

Cd. Victoria, Tam.-  “Un hombre fuera de serie”; simplemente así es como describe y recuerda a don Enrique Cárdenas González su amigo y cercano colaborador, Abelardo Osuna Cobos.

Tras la lamentable partida del ex gobernador de Tamaulipas, la tristeza abunda entre muchos tamaulipecos y quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo lo recuerdan con gran cariño, admiración y respeto.

“Desde que lo conocí tenía una gran vocación de servicio como no había conocido antes ni he conocido a nadie después de él”, afirmó Osuna.

Entre ellos fue una amistad que perduró por más de 57 años, en las buenas y en las malas, pues don Enrique siempre ayudaba a los suyos y a todo el que lo necesitaba.

Así es como el empresario compartió a El Diario de Victoria algunas de las experiencias más gratas a lado de su gran amigo.

“Conocí a don Enrique Cárdenas en 1961, él trabajaba con su hermano Jorge en una difusora en Matamoros y yo inicié un servicio de transporte de Tampico a Matamoros”, comienza a narrar.

“En ese entonces tenía como competidores a otras líneas de autobuses y había salido una nueva en ese entonces, empezó a irme mal porque los míos no tenían aire acondicionado y los de ellos sí”, abunda.

“Una persona me recomendó a don Enrique, que vendía publicidad en la difusora, lo conocí y me llamó la atención su vocación de servir y nos hicimos íntimos amigos desde el primer momento”.

“Se ofreció a ayudarme, me llevó al otro lado, vendió boletos de mis autobuses en tiendas de allá, desde ahí se volvió mi ayudador y psicólogo porque me levantaba el ánimo, no seguimos tratando y en el 1963 se vino a Victoria y empezó la difusora aquí”, señala al rememorar aquellos tiempos del siglo pasado.

En 1968, Cárdenas González quería ser presidente municipal de Victoria y quien sería gobernador en aquel entonces, Manuel A. Ravizé, le ofreció a Abelardo ser presidente municipal de El Mante.

“Pero yo no soy político, soy empresario y Enrique me decía: ‘Vamos a entrarle, tú a Mante y yo a Victoria, porque le próximo presidente de México es Luis Echeverría y yo voy a ser gobernador’”.

“Yo no sabía ni quién era Luis Echeverría y mucho menos que Enrique fuera a ser gobernador… Y resultó que los dos fuimos presidentes municipales, Echeverría Presidente de México y él llegó a ser Gobernador”.

Abelardo Osuna Cobos fue el tesorero del Estado durante el sexenio de don Enrique, el periodo con las finanzas más sanas que ha habido en Tamaulipas.

Recordó que al inicio del sexenio recibieron el Estado con 500 millones de pesos y lo entregaron con seis mil 800 millones de pesos de presupuesto.

“Ayudó a mucha gente, ni un centavo debió, dejó mucho dinero en caja, un gran hombre, un gran administrador y un gran gobernador”, expresó con sentimiento.

“Una persona muy agradable, feliz, divertida y bromista, así era Enrique, nos llevábamos bien, era como un hermano para mí”, enfatizó.

 

MANUEL ROBLES Y SUS ANDANZAS

Sin duda, una de las personas más cercanas a don Enrique también fue Manuel Flores Robles, quien estuvo más de 40 años a su lado.

“En 1974 quería ser el gobernador (Emilio Martínez) Manautou y dijo el presidente Luis Echeverría no, el gobernador es Enrique, y casi se moría de coraje Manautou”.

En ese año don Enrique era senador y se encontraba trabajando en la Ciudad de México, de repente un día le dijo a Manuel: “Oye Robles, a ver a dónde te vas, pero yo creo que te vas hacer publicidad para gobernador”…

Ganó como gobernador y en los primeros días siendo ya gobernador empezó a dar audiencias en el restaurante California, ahí se le juntaba la gente, “y no había cosa que le pidieran, y él a todos les decía se puede, se puede, se puede”.

Asignando los cargos de su gabinete, don Enrique le dijo a Robles que sería el encargado de policía y tránsito en el Estado, por ciertas circunstancias finalmente le dijo: “No te preocupes Robles, tú te vas al penal”.

“Le dije: ¿Adentro? Me respondió: ‘No, al penal de encargado’”.

Y fue así como Manuel Robles trabajó en el sexenio de director del reclusorio en la Capital.

“Don Enrique me dijo vamos a poner a trabajar a la gente y a quitar vicios y ¿qué creen?, que iba a veces almorzar allá adentro del penal conmigo, ¿qué gobernador ha ido a almorzar adentro?, nadie”.

Mediante gestiones de apoyos que hizo el gobernador, empezó a haber mucho trabajo adentro, pues producían cerca de 300 mecedoras para vender.

Consiguieron palma y madera para que se pusieran a trabajar los reclusos; “compré dos camiones nuevos, uno para Estados Unidos y otro para mercado nacional, llegamos a tener 700 muebles de palma tejidos y empezamos a echar andar carpinterías y decía Enrique: ‘No quiero vicios, el pelado que ande con vicios va para la 92’ (otra área)”.

Pero además de que tuvieran un trabajo que les generara ingresos para sus familias, también quería educarlos para que aprendieran a leer y escribir.

“Me dijo tú ordena, pon una escuela y la formamos obligatoria, tenían que saber leer y escribir”.

Don Enrique antes de ser senador, estudió agronomía en Ciudad Juárez, por eso le gustaba tanto el campo…

Durante su sexenio, Tamaulipas era el primer lugar a nivel nacional en producción de maíz y sorgo, el Estado fue el granero de México, y en esa época fueron los primeros tractores que se dieron al campo y también apoyó mucho a la ganadería.

En El Mante hizo la escuela de agronomía más grande; “a donde vayan hablan bien de él, era una persona muy abierta y hasta se quería quitar la camisa si veía a alguien que no tenía, me decía: ‘Apúntale Robles, mañana traes unas diez camisas’, y cumplía”.

“Todavía se recuerda en todo el estado, donde dicen Enrique Cárdenas González se acuerdan bien del viejo, le decían el viejón”…

Lugar que visitaban eran recibidos con brazos abiertos, pues la gente reconocía y agradecía todo el apoyo que les brindaba.

Recordó que una ocasión una persona se le acercó y le dijo: “Señor Gobernador no tenemos libros”, y don Enrique le dijo a Robles: “¿Estás apuntándole?”, y les prometió que en una semana le llegaban los libros… así de rápido le gustaba que se cumplieran las cosas.

Después de que fue gobernador le dijo “esto ya se terminó Robles”, sin embargo el ingeniero Enrique Cárdenas, su hijo, le dijo a Manuel Robles que él se iba hacer cargo de su papá de ahí en adelante…

“Y anduvimos otra vez como si fuera gobernador a cuál ejido que íbamos que no dejara obra, por eso se enojaban los que estaban de gobernadores, porque él seguía haciendo obra social”.

 

COLABORADORES DE TODA LA VIDA

También con profunda tristeza y amor, María Elena Ramírez Agilar nos platicó un poco sobre este gran hombre…

“Trabajé 43 años con don Enrique Cárdenas, tres años ya de jubilada, pero con el amor que me dio doña Bertha, el día que me jubilé me dijo: ‘Usted, mientras esté mi marido, va a seguir en la oficina, aún de jubilada’, y estoy bien agradecida por la oportunidad”.

Su labor de inicio fue recepcionista, luego en departamento de continuidad, contabilidad y al final como secretaria particular de don Enrique.

La última anécdota que recuerda es que no dejaba que don Enrique dejara de olvidarse de las cosas y personas. “Tenía amigos que venían a visitarlo de Matamoros, don Enrique siempre le hacía esta broma, le decía: ‘Adiós Matamoros querido, con tus zodiacos te dejo, de jodido vengo y de pendejo regreso’, y el señor siempre se ponía serio… siempre estuvo recordando esa frase”.

“Él era un amor con las personas, él me enseñó a mí a atender a la gente desde la persona millonaria hasta la que no traía ni huaraches”

“Me decía: ‘A la persona que entre a la oficina usted le va invitar un café y galletas’, pero a toda la gente se le daba la misma atención, a todo mundo lo trataba bien. Siempre lo voy a recordar con mucho amor, era una excelente persona”.

 

HONESTIDAD CABAL

Jorge Bello, su amigo desde la infancia, también expresó su sentir y lo mucho que lo va a extrañar.

“Un recuerdo maravilloso, fuimos compañeros desde la primaria en 1938 y cuando él empezó a trabajar me invitó y durante 12 años estuve con él, mi reconocimiento absoluto por su honestidad y calidad de trabajo”.

“Difícilmente vuelve a haber un gobernador así; desde las siete de la mañana recibía a sus compañeros de trabajo en su casa, se boleaba los zapatos en la plaza y una vez terminando, subía a trabajar”, narra don Jorge.

“Fue una persona muy especial, trabajadora, exigente con sus trabajadores, pero una exigencia humana, te convencía que tenían que hacer las cosas bien y honestamente por beneficio de Tamaulipas”, finalizó con sus emotivas palabras para aquel que se adelantó en el camino.

Y como estas cuatro personas que tuvieron la oportunidad de conocer y trabajar con el político, con el jefe, con el gobernador, pero sobre todo, con su amigo, miles de personas más hoy despiden con nostalgia a don Enrique Cárdenas González. Descanse en paz.

Comentarios