Seúl, 7 Mar (Notimex).- Las acciones recientes de apertura de Corea del Norte son una estrategia para ganar tiempo para fortalecer su programa nuclear, pero también una reacción a las severas sanciones impuestas por Naciones Unidas y Estados Unidos, al tiempo que la comunidad internacional mantiene la cautela.
A pesar de las buenas intenciones mostradas por el líder Kim Jong-un, las primeras reacciones de las naciones más involucradas en el conflicto norcoreano, como Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y China, junto con la ONU, fueron de cautela.
Los gestos amistosos de Corea del Norte hacia su vecino del Sur y Estados Unidos se producen en un momento en que Pyongyang necesita más tiempo para que sus científicos recopilen y analicen los datos de las pruebas de misiles del año pasado.
Actualmente, aunque Corea del Norte no ha podido construir una ojiva que pueda sobrevivir al reingreso a la atmósfera de la Tierra, Washington cree puede perfeccionar esto en algún momento de este año, pero necesitará realizar más pruebas.
Corea del Norte estará lista para reanudar las pruebas de sus nuevos misiles en abril, una vez que hayan comenzado los ejercicios conjuntos entre Estados Unidos y Corea del Sur, de acuerdo con analistas consultados por el canal de noticias Channel NewsAsia.
Además, la buena voluntad de Corea del Norte puede ser el resultado de que el país comienza a sentir el peso de la última ronda de sanciones internacionales.
El líder Kim Jong-un quiere usar sus «ganancias» para seguir abriendo camino entre Corea del Sur y Estados Unidos y para plantear la posibilidad de que Seúl ayude a Pyongyang a evadir las sanciones a través de proyectos intercoreanos.
Pyongyang también tiene motivos para temer un ataque estadunidense dado el temperamento de Donald Trump y el creciente apoyo, expresado en los medios de comunicación occidentales y en los círculos de elaboración de políticas, para una solución militar.
Si Corea del Norte puede invitar a Moon Jae In a Pyongyang o comenzar conversaciones con Estados Unidos, puede calmar sus críticas antes de reiniciar sus pruebas nucleares y de misiles en el futuro.
El continuo retraso de los ejercicios conjuntos entre Estados Unidos y Corea del Sur, así como la reciente decisión de Moon de mandar un enviado especial a Corea del Norte después de las Olimpiadas de Invierno, sugieren que tanto Washington como Seúl valoran mucho el alcance diplomático de Pyongyang.
Aunque ambas naciones pueden tratar de construir confianza mutua antes de discutir la desnuclearización norcoreana, este enfoque solo puede tener éxito mientras Pyongyang acepte congelar su programa nuclear y Estados Unidos congele sus ejercicios militares.
Teniendo en cuenta la determinación de Corea del Norte de perfeccionar la tecnología de reentrada lo antes posible, la Casa Blanca puede optar por retirarse de las conversaciones si detecta algún nuevo intento de Corea del Norte de realizar ensayos nucleares o de misiles.
Seúl y Washington han entablado un diálogo con Pyongyang muchas veces, y ninguna de las reuniones llevó a Corea del Norte a desnuclearizarse.
Sin embargo, esto no significa que los dos aliados no deberían seguir el diálogo con Corea del Norte y tener un canal de comunicación con Pyongyang que reduce el riesgo de errores de cálculo y guerras preventivas.
Como sostuvo Victor Cha, director Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, el compromiso con Corea del Norte debe verse como un intento de «evitar la cristalización de condiciones bajo las cuales el régimen norcoreano podría calcular la agresión como un curso de acción racional incluso si la victoria (norcoreana) fuera imposible».