diciembre 12, 2024
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marzo 12, 2018 | 368 vistas

José Gregorio Aguilar.-

Cd. Victoria, Tam.- Uno de los curas con mayor tiempo ejerciendo el sacerdocio y trabajando a favor de la Iglesia narra su experiencia como desde que encontró su vocación hasta los tiempos actuales, en los que la

Iglesia católica actual enfrenta escándalos y desafíos.

 

EL CAMINO A LA VOCACIÓN

El futuro sacerdote cursaba la primaria cuando en su interior surgió una fuerte inquietud por las cuestiones espirituales, pero ese deseo por el sacerdocio no fue de la noche a la mañana, sino que gradualmente en su corazón esa vocación se fue reafirmando conforme pasaban los años.

En lo que decidía su futuro, fue muy valioso el consejo que recibió de un padre: “Ora, y pídele a Dios sabiduría para que te dé la mejor decisión y que Él te indique si ese es tu camino”, recuerda el padre Carlos Trueba Dávalos.

Carlos recibió todo el apoyo de la familia para continuar con su proyecto religioso. Al igual que sus cuatro hermanos, fue criado en un hogar con altos valores cristianos, que sin duda fueron el cimiento para continuar por el sendero divino que eligió.

Fue así que poco a poco su alma se llenó de ese anhelo de consagrar su vida a Dios y dedicar todo su tiempo a la Iglesia. Su vida en el seminario no fue nada fácil, pero sí fue muy útil para reflexionar y poner a prueba su vocación.

Ahí finalmente estuvo seguro de su elección; se dio cuenta que Cristo lo estaba esperando para encomendarle la misma misión que dio a Pedro y el resto de los apóstoles hace dos mil años: predicar el evangelio.

En su permanencia en el seminario, que inició en León, Guanajuato, y concluyó en el entonces Distrito Federal, se preparó para la enorme responsabilidad que asumiría en 1975, cuando se ordenó, primero como diácono, y meses después, como sacerdote.

Pero antes, el jovencito que aspiraba a convertirse en un valiente siervo de Dios tuvo que mantener una disciplina y responsabilidad durante el tiempo que permaneció recluido; “claro, hay cosas que pesan, los estudios, el horario y todo eso, pero si tú llevas una decisión más o menos firme, con ayuda y gracia de Dios puedes sobrellevar las situaciones”.

Y agregó: “La disciplina es necesaria para la formación del carácter de la persona y para que la vida comunitaria se lleve correctamente; también está la espiritualidad que debe procurar el seminarista, la misa, la oración, la comunión y la confesión, todo es importante, porque es lo que alimenta el espíritu y el deseo de servir a Dios. También están la formación intelectual, las clases, incluso sales del seminario y te das cuenta que te falta mucho, pero puedes seguir aprendiendo”.

A lo largo de 43 años, el padre Carlos, uno de los 60 sacerdotes que conforman la Diócesis de Victoria, ha administrado incontables sacramentos y tiene en su equipaje numerosas anécdotas en las parroquias en las que ha prestado sus servicios como vicario o como responsable de las mismas: “Parroquias en las que he estado son como nueve. Catedral del Sagrado Corazón de Jesús, luego Abasolo, Tamaulipas, pero en esas dos yo acompañaba al párroco; estuve también en el seminario como formador en la parroquia de Cristo Rey en Victoria, en Jaumave, en Soto la Marina, en la parroquia Divina Providencia de Victoria, en ‘El Chorrito’ municipio de Hidalgo, en Miquihuana”.

Desde que ingresó al seminario y hasta la actualidad, le ha tocado compartir su vida religiosa con cuatro obispos: José de Jesús Tirado, Alfonso Hinojosa, Raymundo López y Antonio González Sánchez.

 

LA FE EN UN SOLO DIOS ES SU PROCLAMACIÓN

Como todo buen cristiano católico, se le enseñó que la fe es aceptar las enseñanzas divinas y creer ciegamente en Dios “se trata de creer en lo que Dios nos dice en su palabra y su palabra la tenemos en la Biblia, pero también la palabra de Dios que se ha transmitido oralmente y en la vida de la Iglesia. Porque debemos creer en lo que dice Dios, porque Dios no puede mentir ni estar en contra de nadie.

Ese es el mensaje de alivio y consuelo que, por ejemplo, tienen que recibir las personas que sufren de una enfermedad o que han perdido a un ser querido. No han sido pocas las veces en las que el también párroco ha tratado de confortar el alma de las familias que sufren el dolor.

El primer deber de un clérigo es el de escuchar con atención a quienes buscan consuelo y desahogo en Dios. “Tu esposo o hijo está en manos de Dios, si no sabes si vive o no él está en manos de Dios”, esas palabras las pronunció otro sacerdote a una mujer que lloraba la ausencia de su ser querido; palabras que la reconfortaron; “es lo único que podemos decirles: que se refugien en Dios”.

 

EVANGELIZACIÓN, TAREA PENDIENTE EN LA IGLESIA CATÓLICA

El padre Carlos es de la idea de predicar el evangelio a toda clase de personas, pero respetando su religión y creencias, al final de cuentas, lo importante es que el católico dé testimonio de vida y comparta con otros la satisfacción de creer en un Dios vivo; sin embargo, al igual que muchos sacerdotes, el religioso admite que la tarea evangelizadora se ha quedado limitada, al menos en el mundo católico.

Hace falta salir a las calles, se le pregunta. Sí, responde. Algunos ya lo hacen pero hace falta, y añade, “de hecho los medios de comunicación, entre los que podemos mencionar al Internet y las redes sociales también son una importante herramienta que puede ser utilizada a favor del ministerio”.

 

PEDIMOS Y DAMOS RESPETO A OTRAS IDEOLOGÍAS RELIGIOSAS

La Iglesia de Jesucristo se encuentra dividida, pero la postura de la religión católica siempre será la de conducirse con respeto frente a otras ideologías religiosas que también creen en Cristo y tienen la fe en un solo Dios “es decir, Cristo como salvador y así los protestantes, los evangélicos comparten esa idea con los católicos; de alguna manera también creen en la trinidad y eso también nos une y por esa razón el Concilio Vaticano segundo se expresa benévolamente y tiene la preocupación que se logre la unidad de los cristianos; que evangélicos y católicos puedan estar unidos, lo que no se ha logrado”.

Pero aun con otras religiones o grupos religiosos que no son considerados propiamente cristianos porque no tienen a Cristo como el único Dios verdadero, como los Testigos de Jehová o los mormones, “a ellos se les respeta de igual manera, porque la libertad religiosa es el derecho de cada persona de profesar su creencia siempre y cuando no dañe el bien de la sociedad o de los demás y entonces eso nos debe llevar a que los católicos respetemos mucho al protestante y al no católico y que ellos nos respeten y que nadie quiera imponer”, explica.

 

DE LOS ESCÁNDALOS QUE DAÑAN A LA IGLESIA: LA PEDERASTIA

En la entrevista, el padre no tiene empacho para pisar un terreno muy resbaladizo y fustiga hechos que han llenado de vergüenza y preocupación a la Iglesia y que el propio Papa ha revelado. Esos sacerdotes que bajo una máscara han cometido actos incalificables que atentan contra la inocencia de un menor. Eso no tiene perdón, y los estigmas de la lepra moral pronto lo consumirán, para ellos no hay cabida en la Iglesia, resume.

Pero al mismo tiempo resalta que son muchos, incontables los hombres que agradan a Dios y se esfuerzan por ser buenos cristianos

“Amo a la Iglesia católica, ser católico para mí no depende de quién sea el Obispo o quién es mi sacerdote. La Iglesia sigue avanzando porque ha buscado renovar la evangelización, la liturgia y los métodos pastorales, pero también el cambio se ha dado en la sociedad y el mundo, estamos en una sociedad secularizada donde se prescinde de Dios y entonces no es fácil lograr que se escuche la voz de la Iglesia, porque a veces el propósito es abiertamente atacar a la Iglesia”.

 

SU POSTURA FRENTE AL CELIBATO

Contrario a lo que han opinado hombres de Dios alrededor del mundo, en el sentido de que la Iglesia debería permitir a los curas elegir casarse por las dificultades para hacer frente al celibato, el padre Carlos se opone a esta postura.

Dijo que es de la idea de que quien eligió servir a Cristo, debe imitarlo en todo. “En la Iglesia se llama la ley del celibato; la Iglesia ha mantenido esa norma de que los sacerdotes sean célibes que no se casen y que guarden castidad como todo soltero debe guardarla, esa norma o ley tiene varias cosas que la apoyan: una de ellas es lo que dice la Biblia cuando Jesucristo dice que hay eunucos que fueron hechos por los hombres y otros que lo son por el reino de Dios, es decir que renuncian al matrimonio para servir a Dios y a la Iglesia puede ser entonces consagrarse plenamente a Cristo, a la Iglesia y al servicio de los hermanos”.

No obstante, el padre Carlos aclara: “Es verdad también que es una ley de la Iglesia y la Iglesia podría cambiarla, hasta ahorita sabiamente no se ha considerado ese cambio”.

Frente a esa posibilidad, el padre se mantiene firme: “Yo estoy a favor de que permanezca esa norma y hay una encíclica de Pablo Sexto sobre el celibato sacerdotal y pone las razones para mantener ese celibato y una razón cristológica es imitar a Cristo que fue casto; una razón eclesiológica es servir mejor a la Iglesia y una razón escatológica dar testimonio de los bienes futuros y eternos”.

 

MATRIMONIOS IGUALITARIOS, UNA ABERRACIÓN

Es una aberración, exclama. Desde la primera vez que lo escuché del presidente Peña Nieto en el 2016 “No es matrimonio la unión de dos varones; se podría decir unión de personas homosexuales o sociedad de convivencia como en el DF lo llamaron”, puntualiza.

El padre Carlos opina que de hecho, aunque una persona homosexual practique actos sexuales con personas del mismo sexo, aunque no vivan juntos, ya es una desviación a la ley natural “y la moral clásica católica decía que era un pecado contra el sexto mandamiento, que dice no cometerás adulterio y ahí entran la fornicación y la homosexualidad; buscar placeres sexuales no siendo dentro del matrimonio legítimo”.

Si Dios hizo al hombre y a la mujer y ellos se complementan y conviven como esposos y eso se puede lograr en la forma como Dios lo tiene previsto entre un hombre y mujer, lo demás es un error, concluye.

 

LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DESPLAZAN

Nunca los medios de comunicación han sido malos, objeta el padre Carlos. Antes era la televisión el radio o el cine, y ahora aparte las redes sociales y el Internet, que en definitiva son herramientas que se pueden usar para bien o para mal, explica, e ilustra con un ejemplo.

“Así como tú tienes un cuchillo lo puedes usar para partir una carne, lo puedes usar para herir o matar a una persona; entonces es el uso que le damos lo importante, así pasa con los medios de comunicación”.

Para el clérigo puede ser cierto que estos medios distraigan a la niñez y juventud de las cuestiones espirituales, pero es ahí donde la autoridad de los tutores debe cobrar vida. “Aquí es el papel de los padres, de los educadores para poner un horario, prohibirles que lo usen en la hora de comida y en general poner un límite de tiempo”.

Pero no solo limitarles el tiempo, sino cerciorarse del uso que le dan. “deben verificar lo que hacen o ven. El niño puede decir que está haciendo la tarea y al final ve otra cosa, es buena la supervisión, los padres son los que tienen la autoridad sobre los menores. Que no renuncien a eso”.

 

LA IGLESIA EN TIEMPOS DE VIOLENCIA

“No me gusta que digan inseguridad; es violencia, porque insegura puede ser una carretera por las lluvias o baches, pero es violencia”, explica cuando se le cuestiona sobre el impacto que ha sufrido la Iglesia ante los hechos delictivos que se presentan en algunos municipios.

“Recuerdo que por el año 2011 se reunían grupos católicos por decir, a las siete de la tarde, pero al adelantar media hora antes la reunión resulta que iba menos gente que cuando estaba en la hora original”.

El padre Carlos dijo que algunas iglesias tomaron la decisión de modificar el horario de la misa nocturna “en algunos casos sí, desde allá por el 2010 cuando empezó la violencia fuerte. La gente se atemorizó y bueno, también los sacerdotes pero finalmente siguen los grupos reuniéndose, sigue habiendo misa, rosarios”.

Pero la vida continúa y con ella las actividades religiosas, por lo que lo más sano es seguir adelante, pero con el cuidado necesario, “habrá casos especiales en que tal obispo de alguna entidad pida seguridad o pida más policías, pero no es lo común, entonces aparte de la protección divina también que uno no se arriesgue sin necesidad, pero no al grado de no salir a la calle por miedo, eso no debe ser”.

Carlos Trueba Dávalos nunca se arrepentirá de haber elegido el camino del sacerdocio; está convencido de que el ministerio sacerdotal fue un llamado de Dios al que está convencido se debe responder, cada día.

“A un año de haberme ordenado, unos estudiantes que hacían una tarea me entrevistaron y me preguntaron que si me arrepentía de ser sacerdote. Mi respuesta fue y sigue siendo: nunca me arrepentiré, porque yo estaba tan firme en mi vocación y con la gracia de Dios”.

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