Río de Janeiro, 15 Mar (Notimex).- La fiebre amarilla ha dejado 300 muertos y 920 infectados en Brasil desde julio pasado a la fecha, unos datos que reflejan la progresión de la epidemia en el gigante sudamericano, que trata de vacunar a millones de personas a marchas forzadas.
Los datos publicados por el Ministerio de Salud de Brasil muestran un aumento de más del 30 por ciento en el número de infectados y de fallecidos por el virus, respecto al 2017.
El gobierno del presidente Michel Temer aseguró que estas cifras se deben a que el virus circula este año en regiones con mayor densidad de población, y por lo tanto ha afectado a más personas.
Los datos publicados indican que el virus se expande con vigor en varias regiones, pero sobre todo en el sudeste como Minas Gerais, Sao Paulo y Río de Janeiro, que son los estados que más casos suman.
Estimaciones del Ejecutivo apuntan a que unas 32.5 millones de personas residen en áreas expuestas al virus, sobre todo zonas metropolitanas cercanas a áreas de bosque, donde hay monos potencialmente infectados.
Algunos expertos critican las acciones del gobierno de Temer en materia de salud, y lo acusan de haber cortado el presupuesto para campañas de contingencia de la enfermedad.
La carencia de la vacuna es tal que el Ejecutivo está aplicando ahora una dosis “fraccionada”, es decir, que contiene entre una cuarta y una quinta parte de la dosis habitual de la vacuna, con el objetivo de llegar a más personas.
Hasta el pasado 13 de marzo, 17.8 millones de personas habían sido vacunadas, entre ellas 8.8 millones en Sao Paulo y 6.9 millones en Río de Janeiro, según datos oficiales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió recientemente que el número de casos de fiebre amarilla confirmados triplicó las últimas semanas, y recomendó a los viajeros internacionales que se vacunen si prevén viajar al estado de Sao Paulo.
Las autoridades brasileñas aseguran que no hay registro de fiebre amarilla urbana, que se transmite de una persona a otra por picadura de mosquito , la cual está erradicada en Brasil desde 1942.
