México, 28 Abr (Notimex).- El juego es una de las primeras actividades humanas que conecta a las personas con su entorno; además provee a los infantes de algunas herramientas de desarrollo que les ayudan a enfrentar la vida futura; sin embargo, tanto las formas de jugar, la falta de espacios seguros y el trabajo infantil en el país son algunos de los aspectos que vulneran a la niñez.
De acuerdo con la publicación El Juguete Popular Mexicano, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de México, algunos de los juguetes y juegos continúan vigentes en la actualidad, muestra de ello son los yoyos o los caballitos de madera sobre ruedas, cuyos antecedentes prehispánicos fueron representaciones de perros.
Aun cuando existen pocos juguetes prehispánicos se sabe de juegos como el “totolli”, cuya referencia aparece en los textos de Bernal Díaz del Castillo; además de aquellos similares a la rayuela, la matatena y la víbora de la mar, refiere el documento.
Hasta hace unas décadas era común escuchar el clásico “1, 2, 3 por mí y por todos mis amigos” que se emitía a grito pelado para ganar en Las Escondidillas, las corretizas eternas del Bote Pateado, las rodillas eternamente raspadas por el Burro Castigado, el cansancio y adrenalina de las carreras del juego de “Las Traes”; sin embargo, una serie de factores, sociales, tecnológicos y de seguridad han acallado los sonidos infantiles en las calles de la ciudad.
De acuerdo con la publicación de la UNAM algunos de los juguetes prehispánicos se jugaban en toda la región mesoamericana; con lo que hay antecedentes del uso del yoyo desde Norteamérica hasta Argentina; luego, tras la Conquista, arribaron también las muñecas, pequeños carruajes de madera y sincretismos en la manera de jugar futbol.
En la Nueva España nacieron también soldaditos de plomo y buques; las canicas, baleros y yoyos, trompos y huesos de chabacano para jugar Matatena, rehiletes, pájaros de péndulo, muñecas de trapo, incluso aquellos de mesa como la Lotería, con el paso de los años y los cambios en las maneras de producción también se modificaron las formas de jugar, explicó.
Sin embargo, algunas de las maneras de hacer juguetes se conservan en algunas comunidades del país; incluso algunas se especializan en hacer piezas de barro en forma de animales, trastes y alcancías en forma de puerquito, o las coloridas muñecas de trapo mejor conocidas como “Marías”.
En la actualidad las maneras de producir juguetes han cambiado; sin embargo, piezas como los emblemáticos luchadores con multicolores capas voladoras y máscaras misteriosas que vieron la luz en la década de los cuarenta abundan aún en los tendidos de los mercados sobre ruedas, aunado a que juguetes tradicionales mexicanos de madera, cartón y hojalata aún divierten a una buena parte de niños mexicanos.
En México, de acuerdo con la Encuesta Intercensal 2015, del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) viven 39.2 millones de infantes y adolescentes de hasta 17 años de edad y en los últimos años este segmento de la población ha disminuído, con lo que en el 2000 era de 39.7 por ciento, mientras que en 2015 de 32.8, un descenso de 6.9 puntos.
El Día Internacional de los Derechos de los Niños, institucionalizado para su celebración cada 20 de noviembre por la Organización de las Naciones Unidas busca proteger los derechos de los infantes, destaca el referente a contar con protección para su desarrollo físico y mental, así como tener educación y protección contra cualquier forma de abandono crueldad o explotación, y las actividades laborales a temprana edad pueden vulnerar estos derechos.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo limita el potencial de los niños para su desarrollo físico y mental; sin embargo, de acuerdo con el Módulo de Trabajo Infantil (MIT) de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo de 2015 del INEGI, 8.4 por ciento de niños y adolescentes, es decir, poco más de dos millones 475 mil, realizan alguna actividad económica.
Así, de acuerdo con cifras del Instituto, de la proporción de infantes que trabaja, 89.6 por ciento realiza actividades económicas no permitidas y 40 por ciento de ellos no cuentan con la edad mínima para trabajar, mientras que 60 ciento laboran en actividades que representan un riesgo para su desarrollo físico y de salud.
Además, de la población infantil que trabaja, 42.5 por ciento no recibe ingresos mientras que 19.1 por ciento recibe hasta dos salarios mínimos y tres de cada diez solo un salario mínimo, de estos, 38.2 trabaja de 40 a 48 horas a la semana.