mayo 20, 2024
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mayo 7, 2018 | 421 vistas

José Gregorio Aguilar.-

 

LA INFANCIA DEL OBISPO

Cd. Victoria, Tam.- De niño jugaba con yoyo, trompo o balero con sus amigos del barrio, en su natal Nayarit. Después, cuando concluyó la Secundaria, jugó futbol soccer y básquet.

Se trata de un adolescente que creció, junto a sus dos hermanas, en una familia cristiana, y que a su corta edad le impresionaba el trabajo de los sacerdotes, sin imaginarse, en ese entonces, que Dios lo llevaría a otra ciudad y a otro estado para ejercer un liderazgo al frente de más de 60 sacerdotes y párrocos.

Antonio González Sánchez es el menor de los tres hermanos. Recibió de sus padres una educación católica, basada en valores que en cierta forma lo acercaron a Dios, pero, como él mismo dice, al final fue Dios quien lo eligió para consolidar esa vocación sacerdotal que a temprana edad experimentó. “Aunque yo era muy chico para entenderlo, siempre me llamó la atención el sacerdocio, la forma en que oficiaban la misa y administraban los sacramentos”.

Nació en Amatlán de Jora, Nayarit, el 15 de septiembre de 1947. A la edad de siete años se fue a vivir con sus padres a Tijuana, Baja California, donde ingresó al seminario en 1960, para estudiar Filosofía y Teología, iniciando de esta forma su vida sacerdotal a los 13 años.

En aquel tiempo, con excepción de algunas fechas especiales, como el 25 de diciembre o el diez de mayo, los jóvenes tenían que permanecer recluidos en el seminario.

“Yo duré en el seminario, juntando todo desde que entré, incluyendo el año de servicio que llamamos magisterio, 13 años, tanto lo que se llama seminario menor como mayor; en este último son propiamente los estudios eclesiásticos, mientras que en el seminario menor era lo equivalente a secundaria y preparatoria”.

 

SU UNCIÓN COMO SACERDOTE EN TIJUANA

Después de concluir sus estudios fue ordenado sacerdote el diez de junio de 1973, y desde entonces prestó sus servicios ministeriales en varias parroquias de Tijuana, entre ellas Nuestra Señora de la Soledad, Nuestra Señora de Fátima (en Rosarito), Nuestra Señora de Guadalupe (en Tecate), la Medalla Milagrosa y Nuestra Señora del Refugio.

Cuarenta y cinco años han pasado desde que el entonces cardenal, Jesús Posadas Ocampo, impuso sus manos sobre Antonio González para ungirlo como sacerdote de la Diócesis de Tijuana, cumpliendo una significativa etapa en su desarrollo eclesiástico.

 

SU CONSAGRACIÓN COMO OBISPO POR EL PAPA JUAN PABLO II

En septiembre de 1990, González Sánchez fue enviado a Roma para estudiar Teología Espiritual en la Pontificia Universidad Gregoriana, estudios que concluyó en 1992, para luego ingresar a la planta de formadores del Seminario Mayor; como Director Espiritual y finalmente fue nombrado Obispo de Ciudad Victoria por Su Santidad Juan Pablo II, el tres de noviembre de 1995 y consagrado el 14 de diciembre del mismo año, acontecimiento donde estuvieron presentes sacerdotes de Tijuana y obispos del país.

“Me consagra obispo Gerónimo Trilloni y vinieron varios sacerdotes de Tijuana y varios obispos de aquel tiempo, algunos todavía viven, más o menos fueron como 25 obispos los que estuvieron en mi consagración episcopal”.

Escribir que llegó a la cúspide eclesiástica es sencillo, pero su candidatura para ser un sucesor de los apóstoles, antes de ser aprobada por el Papa, tuvo que pasar varios filtros, según explica.

En su caso, fue elegido porque el Obispo local valoró las capacidades de organización, liderazgo e intelectuales que don Antonio poseía. Después de esta elección su nombre fue enviado a la Nunciatura Apostólica, donde el Nuncio hizo la investigación entre sacerdotes y seculares, por medio de correspondencia, de sus los méritos y atributos. Tras confirmar el resultado, González Sánchez fue elegido para integrar una terna que fue enviada al Vaticano.

“Allá, esa terna pasa por como 13 oficinas o secretarías. Obviamente allá no me conocen físicamente, pero sí ven y todo el currículum y analizan las capacidades que el Obispo observó en mí, etcétera, y una vez que termina todo esto viene el nombramiento oficial del Santo Padre, que en mi caso fue el Papa Juan Pablo Segundo”.

Claro que de todo esto yo me enteré después.

Desde entonces, el líder de la Iglesia católica asumió un nuevo compromiso de continuar velando, desde su nueva investidura, por la salud espiritual de las personas en la Capital del estado y los 20 municipios de la zona centro, que conforman la Diócesis de Victoria.

 

VICTORIA, DE LA CIUDAD LIMPIA Y AMABLE, A LA CIUDAD VIOLENTA

Desde la percepción del hombre religioso, la ciudad amable y limpia, frase que promovió el fallecido y admirado locutor y promotor deportivo Carlos Adrián Avilés, quedó en el pasado. Antonio González Sánchez confirma que efectivamente, a su llegada a Victoria, a mediados de los 90’s, encontró una ciudad tranquila, pacífica.

“Sí recuerdo mucho al señor Avilés, que en paz descanse, decía ciudad amable ciudad limpia y sí, cuando yo llegué sí lo era, han pasado más de 22 años y el lado bueno es que la ciudad ha crecido, se ha modernizado y ha tenido muchos avances; son cosas positivas, pero tristemente ahora tenemos la violencia muy fuerte y esa sería la gran diferencia de la Victoria que yo encontré hace más de 22 años a la actual”.

 

HA ORDENADO 38 SACERDOTES

El Obispo ha ordenado 38 sacerdotes, que en su etapa de seminaristas se mostraron convencidos de abrazar esta profesión con seriedad para dedicar a esparcir el evangelio y salvar almas para Cristo; claro que para ello los aspirantes tuvieron que cumplir con ciertos requisitos básicos, que en todos los casos fueron valorados y aprobados por el propio Obispo, con base a unos documentos llamados escrutinios. “Yo me baso en eso, pero básicamente la resolución final, por así decirlo, es mía. De hecho las tres solicitudes que hacen los seminaristas es al Obispo”.

El jefe católico admite que no siempre quien jura los sacramentos está verdaderamente convencido de consagrar su vida a Dios. Así, en todo ese tiempo dos sacerdotes se arrepintieron y colgaron los hábitos.

Decidieron casarse, “pues se juntaron, dijo aquel”, respondió.

Mucho de su tiempo libre el Obispo lo dedica a la lectura y a escuchar música; por las noches, generalmente, se entretiene enterándose de las noticias por televisión.

 

LOS PASTORES DE DIOS TAMBIÉN VAN A FIESTAS

Para muchos, los hombres que han consagrado su vida a Dios tendrían que vivir, en cierta forma, aislados del mundo exterior y sus placeres; sin embargo, un sacerdote es un ser humano que también participa de festejos y fiestas, principalmente si son familiares u organizadas con motivo de una fecha especial.

“Yo aquí haría una pequeña diferenciación, depende qué tipo de fiesta, si son familiares obviamente podemos ir como cualquier sacerdote, pero aquí entra mucho el gusto personal, yo no soy mucho de fiestas, convivo mucho con mis sacerdotes, eso sí, pero así de asistir a fiestas, por ejemplo cuando me piden un matrimonio, generalmente no voy, cuando ordeno sacerdotes se hace una comida, ahí sí los acompaño con el recién ordenado en la comida”.

 

UN GUÍA Y UN CONSEJERO

A lo largo de su vida sacerdotal, don Antonio González no solo se ha dedicado a predicar la palabra de Dios y evangelizar o impartir sacramentos, sino que, de alguna forma, también ha sido consejero y guía espiritual de cientos de personas y familias que buscan una solución a sus problemas. “Como Obispo, desde que soy sacerdote por gracia de Dios, tiene esa capacidad de poder, no solucionar, porque los problemas no se solucionan. Uno no los soluciona, pero sí dar una orientación o fortaleza por medio de la oración”.

Del polémico tema del exorcismo, el Obispo se muestra cauto, pues, según su apreciación, en la actualidad esas posesiones diabólicas, como las que se dice se daban en la antigüedad, casi ya no existen. Para él, el diablo existe, pero trabaja de diferentes formas y se manifiesta a través de los malos sentimientos que a lo largo de la vida experimenta una persona: “Envidia, ira, rencor”.

“Yo sé que en la Arquidiócesis de México tiene exorcistas así fijos, pero yo en lo personal nunca lo he hecho, porque yo considero que actualmente es muy raro que realmente una persona esté poseída por el demonio, así como entendemos la posición diabólica, claro hay otro tipo de posesiones, la ira, mentira traición hipocresía, pero la posesión diabólica como se daba antes o nos la presentaban las películas yo creo que ya no se da. Obviamente me puedo equivocar”.

 

VICTORIA SIGUE SIENDO CATÓLICA

Cuando llegó a Victoria y comenzó a oficiar misas en la Catedral del Sagrado Corazón de Jesús, el Obispo recuerda que era muy baja la asistencia de la gente. No se llenaba ni la mitad de las bancas, pero actualmente, y desde hace algunos años, la situación cambió favorablemente

Para el jerarca religioso, el verdadero termómetro que indica si realmente la gente se está alejando o no de la religión católica, es la cifra de sacramentos que se imparten en cada parroquia y según él mismo ha comprobado, las cifras se mantienen altas.

Por ello y aunque no deja de reconocer que es un tema que les ocupa, al Obispo no le preocupa la aparición de algunas sectas o grupos religiosos que captan gente, incluso, a católicos. “Yo sé que mucha gente se ha ido a otras sectas que brotan grupos religiosos nuevos, sé que nos falta mucho a nosotros sacerdotes sé que muchos que se van es por nuestra culpa, pero sigo pensando que ahí está la gente. Yo le digo a mis sacerdotes que cuando ya no nos pidan confirmaciones primeras comuniones, entonces sí vamos preocuparnos, mas claro, me tengo que preocupar desde ahorita”.

 

JÓVENES, EL PRINCIPAL RETO

Es una tarea pendiente no solo para él como responsable de la Diócesis, sino para cada uno de los párrocos de iglesias. Promover las vocaciones sacerdotales. “Si no trabajamos con los jóvenes no va a haber vocaciones sacerdotales”. Es importante que cada parroquia trabaje en la evangelización entre la juventud.

 

PIDE A LOS CATÓLICOS, LEER MÁS LA BIBLIA

Finalmente, el Obispo de la Diócesis de Victoria concluye la entrevista dirigiendo un exhorto a la comunidad católica, en el que pide no dejen de asistir a los oficios religiosos propios de la institución, pero también los convoca a leer más la Biblia y que las familias recuperen la comunicación con sus hijos y que no dejen pasar el tiempo sin predicar valores.

“Que el católico lea la Biblia, si es posible diario, se dice que los católicos no leen la Biblia; tenemos algo que es catecismo de la doctrina católica”.

Y subrayó: “Que no deje su participación en la misa, la confesión frecuente y que no dejen de fomentar en familia fomentar los valores, porque la familia es la primera educadora de las personas. Estamos fallando las familias ya no infundimos en niños valores de respeto a los adultos, a los padres y se tiene que trabajar en eso, amar a Dios más que todo”.

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