WINDSOR, Inglaterra, mayo 11 (AP).- Pocas ciudades son tan prototípicamente inglesas como Windsor, la campestre localidad ribereña donde el príncipe Harry y la actriz estadounidense Meghan Markle se casarán el próximo 19 de mayo.
Y pocas ciudades son tan agradables cuando un cálido sol primaveral seca el rocío de la mañana. Hasta los rollizos cisnes blancos (que en su mayoría pertenecen a la reina Isabel II) en el río Támesis parecen aliviados por el final del invierno.
Todas las calles parecen llevar al Castillo de Windsor, una espléndida fortaleza asentada en lo alto de una colina coronada por el Estandarte Real cuando la reina está en las instalaciones. Es ahí, un patio real predilecto desde que Guillermo el Conquistador construyó la primera estructura en 1070, que será la boda real.
El príncipe Harry, ha elegido el más tradicional de los sitios para su enlace. Los emocionantes preparativos están en marcha. Muchas calles han sido repavimentadas, las señales de tránsito vueltas a pintar, las vitrinas de las tiendas decoradas con imágenes en tamaño real ambos y los vendedores ofrecen todo tipo de souvenirs.
La boda real en sí será una fiesta de gran escala, con 600 invitados a la ceremonia en la Capilla de San Jorge, otros dos mil 640 invitados a los alrededores del castillo, y decenas de miles de personas más que se espera abarroten las angostas calles de la ciudad con la esperanza de ver a los recién casados.