diciembre 12, 2024
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mayo 14, 2018 | 664 vistas

Rubén Jasso.-

Observando cada movimiento de los nuevos valores de la lucha libre arriba del cuadrilátero mientras entrenan con Fuego Latino una calurosa tarde de mayo, don Carlos Gallegos dirige la mirada de manera especial a su nieto, quien desde hace varios meses decidió incursionar en este deporte luego de escuchar de viva voz las hazañas de su abuelo.

Sentado en un rincón del Gimnasio “José Sulaimán Chagnón” mientras se desarrolla el entrenamiento, el ex gladiador victorense nos cuenta su andar por los cuadriláteros, iniciando su trayectoria en el año 1973 con el nombre de Saeta Verde en el bando de los técnicos.

“Yo no tengo familia en esto, me llevaban a ver la lucha cuando era chico y me gustó, busqué donde entrenaban y después fue en la Plaza de Toros, ya desaparecida, donde empecé en la lucha libre”, dice de entrada.

Y recuerda la identidad que adoptó para darse a conocer ante los aficionados de Victoria y la región, “Mi primer nombre como luchador fue Saeta Verde, mi maestro, el primero que tuve se llamaba Pantera Olímpica, ahorita creo que todavía vive”, señala.

Poco a poco, el joven luchador se fue dando a conocer y a ganarse un lugar en la preferencia del público, presentándose en Victoria y Linares principalmente y sosteniendo duelos con exponentes de Reynosa y Tampico para crecer y adquirir mayor experiencia arriba del cuadrilátero.

Don Carlos recuerda que como integrante del bando técnico cosechó éxitos, pero desafortunadamente una lesión lo alejaría de los escenarios por varios años, hasta que regresó pero ya con otro nombre.

“Como Saeta Verde fueron como seis años, de ahí después dejo la lucha, prácticamente me retiré por la operación de una rodilla y ya después que sané, regresé a los entrenamientos pero ya cambié de personaje al de Artillero Negro, que era rudo, y luché hasta los años 80-83”, refiere.

Sin embargo, la lesión en su rodilla parecía no dar tregua y tomó la decisión de retirarse de los cuadriláteros, dedicándose entonces a practicar el karate para mantenerse en forma, recibiendo la oportunidad de enseñar a los pequeños artemarcialistas, lo relacionado con el acondicionamiento físico.

Acerca de los luchadores con los cuales compartió el escenario, Artillero Negro menciona a El Campesino, Demetrio, Jato, Jhony El Pulpo y La Pantera, entre muchos otros.

Entre sus buenas experiencias, Don Carlos Gallegos guarda el recuerdo de una función en la que estuvo presente ni más ni menos que “El enmascarado de plata”, considerado el máximo ícono de la lucha libre mexicana.

“Participé en una función donde vino ‘El Santo’, el viejo, el mero bueno, precisamente ahí luchamos por el primer campeonato de Victoria, La Pantera Olímpica que fue mi maestro, un torneo donde nos íbamos eliminando y llegamos a la final él y yo, y luchamos por el campeonato, obvio el me ganó pero fue la satisfacción de participar en una lucha semifinal donde venía ‘El Santo’ en la lucha estelar y ‘El Santo’ fue quien le colocó el cinturón al que ganó”.

Y agrega: “Era un luchador internacional, ícono del cine y de la lucha, eso fue para todos los que participamos ahí una experiencia muy bonita”.

Durante su carrera, dice Artillero Negro, nunca se “ganchó” en alguna rivalidad con ninguno de sus compañeros, pues él luchaba con quien le pusieran enfrente.

Como luchador activo, recuerda que cuidaba mucho su alimentación y se alejaba de los vicios porque es una disciplina que exige mucho esfuerzo físico, además que la combinaba con su labor diaria para mantener a su familia.

“Yo en mi caso tuve trabajos muy pesados, haz de cuenta que era cargador y era muy desgastante, pero yo me alimentaba de cuatro a cinco veces al día por lo mismo y no estaba ancho, estaba delgado”, sostiene.

Al paso de los años, don Carlos empezó a llevar a las funciones de lucha libre a su hijo, pero a quien realmente le gustó fue a su nieto, quien luego de practicar otras disciplinas, acudió a un entrenamiento en el Gimnasio “Sulaimán” el año pasado, y decidió meterse de lleno a este deporte con la única condición de que no descuidara la escuela.

Pero sin duda, el principal factor que influyó en la decisión del pequeño fue enterarse de la historia de su abuelo.

“Él no sabía mucho de mí, hasta que le platicamos la historia y pues ya con mayor razón entró a la lucha, le platicamos de los dos personajes que yo tuve y dijo ‘yo quiero ser rudo como Artillero Negro y quiero ese nombre’…  pues bueno órale, va a ser Artillero Negro Jr.”, relata.

Al pedir su opinión sobre los gladiadores que luchan actualmente en el pancracio nacional, Artillero Negro refiere que más bien admira a quienes brillaban en su época.

“A mí me llaman más la atención los antiguos como ‘El Negro Navarro’ que es un ‘maestrazo’ ahorita en la actualidad, ya está grande pero todavía está trabajando en el ring, hay varios, pero esos son los que me llaman la atención porque fue cuando yo estaba joven y ellos ya eran unas estrellas del pancracio”, concluye.

Presente en la entrevista una vez que cumplió con el entrenamiento bajo las indicaciones de Fuego Latino, Artillero Negro Jr., afirma que le gusta la lucha libre porque es un deporte que se valora mucho, recordando que tiene seis meses de practicarla y se siente contento de seguir los pasos de su abuelito.

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