Otumba, Méx., 29 Abr (Notimex).- Un día lleno de atractivas actividades para no aburrirse es lo que el primer santuario de burros en este municipio, y en Latinoamérica, mejor conocido como “Burrolandia”, ofrece a sus visitantes.
Se trata de un espacio donde turistas nacionales e internacionales podrán convivir con varios jumentos, alimentarlos, conocer algunos mitos y leyendas creados hace años, ver una película y hasta aprenderse el baile del burro; además de que podrán fotografiarse con réplicas de cartón en forma de burro de los personajes famosos, como aquellos que integran «La Vecindad del Chavo del 8».
Para llegar a “Burrolandia” lo más conveniente es abordar en el centro de Otumba un tranvía o un tren decorado con orejas y cola de burro, por lo que de inmediato te convertirá en parte de la manada, ya que a cada visitante se le proporcionan unas orejas y cola de burro color café.
Luego de un recorrido a través del “Burrivehículo” por los puntos turísticos del municipio, el cual ofrece mucho que ver a los visitantes, el transporte arriba al número 6 de la calle Estación, en la colonia del mismo nombre, donde se encuentra el museo.
Ahí justo, a un lado del museo de la Estación del ferrocarril, el guía Germán Flores asegura que el burro tiene el cerebro más grande que el de un caballo y su inteligencia es mayor, por lo que es errónea la creencia de que este animal “es tonto”.
Además de que es una bestia de carga muy precavida, ya que si ve un agujero o agua, primero observa, checa y ya después pasa, en cambio un caballo nada más pasa y se lastima e incluso llega a fracturase.
Al ingresar al llamado Santuario de burros, se puede observar algunos vehículos como la Combiburro, la cual es utilizada para cuando los niños de escuelas quieren acudir de excursión al lugar; la Patrullaburro, del sheriff de “Burrolandia”; y hasta una calabaza para pasear a la reina de los burros vestida como “Blancanieves”.
También hay otros transportes que son utilizados para la Feria del Burro, la cual se realiza en el municipio Otumba cada 1 de mayo, y es una de las más chuscas y extrañas del mundo, ya que los burros son los homenajeados y los disfrazan de artistas, deportistas de vanguardia o políticos, tal es el caso de “Donald Trompas”, personaje que ahí conocerán.
De acuerdo con el guía Germán Flores, fue el 1 de mayo de 1972 cuando se difundió la fiesta gracias a la película protagonizada por María Elena Velasco, mejor conocida como “La India María”, titulada “Tonta, tonta, pero no tanto”, y casualmente fue el mismo día en que murió en 2015, por lo que la actriz cuenta con un lugar especial en este sitio.
Además, se pueden observar a populares personajes de la televisión en forma de monigotes de burro, que representan a “Ñoño”, “La Chilindrina”, “El Chavo del 8”, “Doña Florinda” y la “Bruja del 71”; el dragón de la película «Shrek», o el payaso “Cepillín”; hasta personajes característicos de México, como los burros voladores de Papantla.
“Hay tres especies de burro: el siciliano, originario de la isla de Sicilia, de Victoria, al norte de África, entre la bota italiana y el Mar Mediterráneo, que puede vivir hasta 55 años y es de talla aproximadamente menor en 50 por ciento del burro africano”, comenta Germán, quien también es uno de los integrantes de la Asociación Civil Burrolandia México.
Debido a que son considerados burros de compañía, mal nombrados como burros enanos, llegan a valer hasta 10 mil dólares y cuentan con pedigrí y certificado de origen. También destaca el burro originario de África y domesticado por los egipcios, es el común, y se le denomina doméstico, el cual puede llegar a vivir hasta 40 años, bien cuidado.
La tercera raza es la del burro mamut o manadero, el cual era más fuerte para el tiro y la labranza, tiene el tamaño de un caballo, pesa media tonelada y mide dos metros de la cabeza a los pies, el que se utiliza a las regiones donde no puede ingresar transporte como las montañas y vive hasta 25 años.
Los burros llegaron a América con la Conquista, con los frailes franciscanos en 1521 y desde entonces quitaron a los tamemes, que eran los antiguos cargadores de la cultura azteca, para ponerle ahora las cargas en el lomo, ya que un burro es capaz de desplazar a 15 hombres y cargar 350 kilos con un carruaje de tiro.
Germán Flores, nativo de Otumba, comentó que “Burrolandia” se creó en 2006 por dicha Asociación, con la finalidad de preservar la especie, ya que por increíble que parezca, el burrito mexicano se encuentra en peligro de extinción, por lo que gracias a los donativos para la entrada y el apoyo de un grupo de voluntarios, se mantiene el lugar.
Señaló que tan solo para alimentarlos se necesitan cinco pacas de paja al día, cuyo costo de cada una es de 100 pesos, además de los medicamentos que necesitan ya que la mayoría son rescatados, por lo que al año se requieren alrededor de 500 mil pesos para su manutención.
“Canela”, de dos años, es uno de los casos de problemas de salud, porque presenta desnutrición, infección en el ojo y un problema congénito. Los burros mudan de pelo después de un año y se comunican mediante el rebuzno, sonido que puede alcanzar hasta tres kilómetros de distancia.
“En la coronita de los dientes puede verse su edad”, explica el guía mientras abre la boca de uno de los burritos para mostrarle a los visitantes, “los de enfrente sirven para cortar y jalar, mientras que los de atrás son para moler”, añadió.
Actualmente, cuentan con 28 burros, de nombres como “Lucero”, “India”, “Florindo”, “Apache”, “Cihuapilli”, “Relámpago”, “Florencio”, “Platero”, “Chilindrina”, “Pepita”, “Luna” y “Clarita”; y cinco más que están por nacer.
Los jumentos conviven con los visitantes, ya que se puede acceder a un área especial para alimentarlos con zanahorias, las cuales se venden al público para tal actividad.
Aunque todos los ejemplares son muy tranquilos, los machos están resguardados, dado que muchas de las veces se encuentran en celo.
Estos animales se reproducen generalmente en Primavera, y también nacen en esa época, ya que su gestación lleva 12 meses.
Luego de acariciarlos y tomarse fotos con ellos, los turistas pueden ingresar al Cine del Burro, una pequeña sala en donde podrán disfrutar de un breve documental, tras lo cual el recorrido continúa por el Museo del burro, en donde incluso se puede apreciar el feto de uno de estos ejemplares.
Al aire libre se tiene un área de juegos infantiles, para que los niños se entretengan más, en donde por su puesto no podía faltar un carrusel de burritos; además está la Terraza del burro, donde puedes tomar un descanso o sentirte parte de otra época en el Salón El Rebuzno.
Otro punto es el Tinacal del Burro, donde se muestra el proceso de elaboración del pulque, el cual puedes disfrutar en un enorme restaurante ubicado en el centro recreativo, acompañado de unos deliciosos tlacoyos y otros alimentos característicos de la región, en donde los nopales son el principal ingrediente.
Mientras se degusta algún alimento, José Martínez mostrará cómo hacer sus mejores pasos en «El baile del burro», el cual creó especialmente para el lugar, y que muestra paso por paso a niños y adultos que se animen a subir a la plataforma de baile con él, a la par que comparte un poco de historia de los burros.
Para finalizar la visita, las personas pueden ingresar a «La tienda del burro», donde podrán comprar un recuerdo del lugar, como el típico llaverito, pero en forma de burro de peluche; y para quienes prefieren quedarse más tiempo, tienen la opción de hospedarse en alguna de las seis habitaciones con las que cuenta «El mesón del burro».