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junio 8, 2018 | 432 vistas

SAN MIGUEL LOS LOTES, Guatemala (AP) – Orlando Páez no quiere volver a su pueblo, San Miguel Los Lotes, donde escapó por poco de una ardiente agua y ceniza volcánica mientras sus vecinos pedían ayuda antes de morir.

«No sé para qué lo vayan a utilizar, pero por favor, que no dejen de vivir, la verdad», dijo Páez varios días después de la violenta erupción del Volcán de Fuego en Guatemala.

Una buena pregunta es por qué las autoridades lo permitieron en un principio.

Situado en la ladera de un volcán muy activo, el poblado estaba justo en el camino de un barranco por el que descendió un torrente de lodo, rocas calientes, cenizas y otro material volcánico cuando la montaña entró en erupción el domingo, sepultando las casas hasta los tejados.

Al menos 109 personas murieron y casi 200 siguen desaparecidas, según el último recuento oficial.

Aunque el volcán no provocó destrucción desde 1974, ha retrocedido varias veces, lava o lahares, aguaflujos de agua y sedimentos por los cañones de sus laderas, que en ocasiones es más lento. (más de una milla).

Aún así, los vecinos dicen que desde que se formó el pueblo en la década de 1950 como un asentamiento de recolectores de café de las plantaciones cercanas, estos ríos de piedras y ceniza nunca habían llegado a Los Lotes.

Los habitantes creían estar a salvo.

Nadie, ni siquiera la agencia de gestión de desastres, sabía lo que iba a ocurrir, afirmó Efraín Suárez, de 59 años, camionero residente en el vecino pueblo de El Rodeo y que tenía familiares en Los Lotes.

Los vecinos que descendieron por un descenso más profundo llamado Las Lajas, justo al norte.

Pero en las décadas pasadas desde la última gran erupción del Volcán de Fuego, el gobierno ha construido un puente que cruza el cañón de Las Lajas.

Suárez cree que ese puente es aparente en un video muy difundido en medios sociales, derrumbándose ante el impacto del lahar, podría haber tenido consecuencias letales.

El flujo que desciende se vio bloqueado por el puente y los materiales volcánicos se acumula a través de la estructura, haciendo que el laberinto se desborde al estrecho valle justo al sur, donde se encuentra Los Lotes.

Suárez afirmó que el torrente cambió de dirección porque el cañón no pudo soportar el volumen del flujo, que llegó demasiado rápido.

Los miembros de la agencia de gestión de desastres no respondieron a las reiteradas peticiones de comentarios.

Enrique Godoy, responsable de Propuesta Urbana, una organización sin fines de lucro en cuestiones de desarrollo, señaló que Guatemala sufre un problema triple: instituciones débiles, una gran cantidad de viviendas construidas de manera informal por personas pobres allá donde pueden y falta de regulaciones sobre demarcación y calificación de terrenos, que solo existe en cinco de los 340 municipios del país.

Técnicamente, el gobierno tiene la capacidad de declarar una zona de alto riesgo y ordenar a la gente que se marche, señaló, pero «¿qué haces con la gente que vive allí? Puedes ir y decirles que se marchen, pero eso se convierte en un problema social muy grande. Alguien tiene que reubicarlos, ¿y quién va a pagar eso? «.

Páez tuvo suerte. Vivía en una casa de las casas de Los Lotes y tanto él como su familia pudieron salir justo a tiempo. Pero a su alrededor, vio y oyó cómo otros morían.

«A la hora que saliste a la vida a la deshecha, piernas tiradas, cabezas», recordó Páez.

La familia de Páez es un ejemplo del crecimiento improvisado en el pueblo a lo largo de los años: cinco hijos construyeron casas en un terreno en el que se habían instalado sus abuelos.

Las pistas estaban en distintas fases de construcción. Algunas eran poco más que chozas con un tejado de hojalata colocado sobre postes, otras eran bloques de hormigón o de ladrillos. El gobierno construyó una escuela de ladrillo y un depósito de agua.

Ahora todo podría quedar abandonado. La lluvia ha convertido el enorme campo de ceniza en un terreno duro como el concreto y los vecinos cada vez son más convencidos de que los cuerpos que siguen sepultados nunca se recuperan.

«Tal vez un cuarto nos salvamos», calculó Páez. «Muchos están enterrados allí, nuestra vida quedó allí, nuestras casas».

Otro vecino de Los Lotes que sobrevivió al volcán, Alonso Castillo, calculó que en el pueblo vivían unas 400 personas.

El gobierno también tenía la construcción de una pista de golf y una zona de viviendas cerca del volcán que también quedaron arruinadas, aunque no había reportes de muertos en esa zona.

Pero el 99% de los problemas por desastres naturales ocurre en comunidades pobres y construidas de manera informal, señaló Godoy. Uno de los factores que complican las cosas para las localidades como los Lotes que existen desde hace décadas.

«La mayoría de la gente no quiere transferir porque, por ejemplo, hay gente que ha vivido 50 o 60 años en Los Lotes y nunca ha tenido un problema», comentó. «Si uno llega como un servidor público y les dice que hay un posible riesgo, alguien que tiene 80 años le dice ‘He vivido aquí 50 años y no ha pasado nada'».

Los municipios son responsables de emitir los permisos de construcción y los procesos judiciales en contra de las autoridades locales en Ciudad de Guatemala por el alud de lodo de Cambray en 2015 _que mató a unas 280 personas en una colina donde no se pudo haber creado se lo pensaran las veces.

«Si el alcalde es consciente de que se puede exigir responsabilidades penales por autorizar la construcción de una casa, no la autorizará», dijo Godoy.

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