Personal que trabaja en la Oficina de Reasentamiento de Refugiados de Estados Unidos (ORR) administra psicotrópicos a niños migrantes sin el consentimiento de sus padres, informó The Huffington Post.
De acuerdo con el medio, un niño citado en una demanda dijo que llegó a tomar hasta nueve píldoras por la mañana y siete por la noche, sin saber lo que le estaban suministrando.
“La ORR administra rutinariamente medicamentos psicotrópicos sin autorización legal” señala un memorando presentado en la denuncia.
“Cuando los jóvenes se oponen a tomar tales medicinas, la ORR los obliga. El organismo no pide ni requiere el consentimiento de un padre antes de medicar al menor, ni busca la autoridad legal para consentir en nombre de los padres. En cambio, la ORR o el personal firman formularios de ‘consentimiento’, dándose a sí mismos la autoridad necesaria para dar drogas psicotrópicas a niños retenidos”, señala el documento.
La mayoría de demandas acusan al Centro de Tratamiento Residencial Shiloh, en Manvel, Texas. Pero los abogados del caso Flores aseguran que el problema está presente en todos los centros administrados por la ORR.
Los defensores indicaron que la administración de las medicinas ocurre en todas las instalaciones, pero solo en Shiloh se documentaron casos de inyecciones forzadas.
Un menor identificado como Julio Z. en los registros, declaró que el personal de la ORR lo tiró al piso y lo obligó a tomar los medicamentos; además, dijo haber visto cómo abrían la boca de otro niño para tragar una pastilla.
“Me dijeron que si no tomaba el medicamento no podía irme. Que la única forma de salir de Shiloh era si tomaba las píldoras”, relató.
“A veces me ponen las inyecciones a la fuerza. Uno o dos empleados sostienen mis brazos y la enfermera me pone la inyección”, declaró una niña identificada como Rosa L.
De acuerdo con The Huffington Post, estos medicamentos vienen con efectos secundarios graves.
Julio Z. declaró que ganó 20 kilogramos en solo dos meses. La madre de otra menor, identificada como Isabella M., indicó que los fármacos eran tan fuertes que la niña caía repetidamente porque no podía caminar.
Ni el Shiloh Residential Treatment Center ni la ORR han declarado algo respecto de estas denuncias.
Normalmente, la ORR entrega a los niños no acompañados a un tutor tras hacerse caso de ellos, generalmente a un padre o familiar.
No obstante, más de 200 niños permanecen bajo custodia de la dependencia, pues esta no puede encontrar un tutor, o la agencia decide trasladar a los niños a instalaciones protegidas o a centros de tratamiento residencial.
A causa de su historial como migrantes y refugiados, algunos de los menores sufren de traumas severos o trastornos mentales que necesitan atención médica, incluido el trastorno de estrés postraumático; en dichos casos, los medicamentos pueden ser una vía válida, de acuerdo con la denuncia.
No obstante, dar medicamentos tan fuertes a los niños sin el consentimiento de los padres viola las leyes del estado de Texas, los términos del acuerdo Flores y la ‘decencia común’.
Por otra parte, las condiciones de detención posiblemente agrava los problemas de salud mental de los niños migrantes, dijo Luis Zayas al Huffington Post, decano de la Universidad de Trabajo Social de Texas, quien entrevistó a decenas de menores en centros de detención familiar.
El especialista identificó en las acusaciones el uso de clonazepam, duloxetina, guanfacina, geodon, olanzapina, latuda y divalproex, medicamentos empleados para combatir la depresión, ansiedad, el trastorno por déficit de atención, trastorno bipolar, trastornos del estado de ánimo, la esquizofrenia y las convulsiones.
Lorilei Williams, una abogada que trabajó con más de una decena de niños alojados en Shiloh dijo que los menores ni siquiera sabían por qué recibían los medicamentos. Refirió que los niños con los que trabajaba a menudo parecían clamados y padecían un “inmenso aumento de peso en un periodo muy corto de tiempo”.
En Centro de Tratamiento Residencial Shiloh ha sido criticado por malas prácticas en el pasado, incluida la medicación forzada y el uso injustificado de restricciones físicas.
En 2011, un niño murió mientras estaba encerrado en un armario de otro centro de tratamiento, administrado por el presidente de Shiloh, Clay Dean Hill, reveló una investigación del Houston Chronicle en 2014.
Lo ocurrido llevó al gobierno de Texas a cerrar las esas instalaciones. Además, otros dos niños murieron en centros presididos por Hill.
De acuerdo con Texas Tribune, desde mayo de este año, en Shiloh hay al menos 20 menores migrantes.