BUENOS AIRES, Argentina, junio 22 (Notimex)
La Iglesia católica argentina reforzó su embestida y presiones contra la legalización del aborto, que fue aprobada por la Cámara de Diputados y que debe ser ratificada o rechazada por el Senado en medio de una intensa polémica social.
La semana pasada, el movimiento feminista en este país hizo historia al lograr que la Cámara de Diputados aprobara con un ajustado margen de 129 votos a favor y 126 en contra, el proyecto que legaliza la interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 14 de gestación, sin restricción alguna, y solo por petición de la mujer.
Ahora el proyecto ya ingresó al Senado, órgano que es presidido por Gabriela Michetti, la vicepresidenta argentina conocida por ser una ferviente creyente católica que ya rechazó de antemano la iniciativa.
La campaña de la Iglesia católica contra la legalización del aborto la encabezó el Papa Francisco, inconforme porque en su país natal haya avanzado una propuesta que contraviene dogmas religiosos y antepone la ciencia y los derechos humanos a las creencias.
El fin de semana, el Pontífice incluso comparó el aborto con el Holocausto al afirmar que “el siglo pasado todo el mundo estaba escandalizado por lo que hacían los nazis para cuidar la pureza de la raza, hoy hacemos lo mismo, pero con guantes blancos”.
Agregó que “está de moda, es habitual que cuando en el embarazo se ve que quizás el niño no está bien o viene con cualquier cosa: la primera oferta es ‘¿lo tiramos?’. El homicidio de los chicos. Para resolver una vida tranquila, se tira un inocente”, lamentó.
La Conferencia Episcopal Argentina (CEA), máximo órgano de la Iglesia católica en este país, emitió un comunicado en el que advirtió que la decisión de la Cámara de Diputados era dolorosa.
“Pero el dolor por el olvido y la exclusión de los inocentes debe transformarse en fuerza y esperanza, para seguir luchando por la dignidad de toda vida humana”, agregó.
También indicó que “seguimos sosteniendo la necesidad que en el debate legislativo que continúa, pueda haber diálogo”, porque “la situación de las mujeres frente a un embarazo no esperado, la exposición a la pobreza, a la marginalidad social y a la violencia de género, siguen sin tener respuesta”.
Añadió que en lugar de resolver la problemática “simplemente se ha sumado otro trauma: el aborto, seguimos llegando tarde”, por lo que insistió en proponer soluciones “nuevas y creativas para que ninguna mujer tenga que acudir a un aborto”.
La jerarquía católica argentina hizo una autocrítica al reconocer que su labor ha sido débil para impulsar “la educación sexual integral en nuestras instituciones educativas, el reconocimiento más pleno de la común dignidad de la mujer y el varón, y el acompañamiento a las mujeres que se ven expuestas al aborto o que han sido atravesadas por dicho trauma”.