diciembre 12, 2024
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julio 2, 2018 | 621 vistas

Rubén Jasso.-

A medias tintas nada… “al ahí se va”, ni pensarlo. Para Evaristo Ríos Gracia el esfuerzo de sus pupilos debe ser total, absoluto, y siempre enmarcado en la disciplina para encaminarse a la cumbre del éxito.

Con casi cuatro décadas de compartir sus conocimientos y forjar atletas de alto rendimiento en natación, ciclismo y carrera, el entrenador tamaulipeco ha cosechado infinidad de triunfos para nuestro estado y para México, impulsando a varias generaciones en la disciplina del Triatlón, con ese sello tan particular que lo caracteriza.

Una calurosa tarde de viernes, junto a la alberca “del Planetario” y con el sonido del agua como fondo, Evaristo Ríos nos concede una charla en medio de un entrenamiento con niños y jóvenes -mujeres y hombres- que cumplen un riguroso plan de trabajo que parece extenuante, pero sin duda, es el mejor camino para alcanzar algún día la gloria deportiva.

De carácter recio y con voz fuerte, pero nunca enojado, gira indicaciones sobre los ejercicios a realizar, remarcando a sus pupilos que las cosas deben hacerse tal y como se les pide.

“Es mi forma de ser, mi carácter, no es que sea enérgico, les pido que cada cosa que hagan, la hagan mejor y a lo mejor mucha gente lo confunde con que estoy enojado, (pero) no, yo les exijo que lo que vayan a hacer que lo hagan bien, no nada más que lo hagan al ‘troce y moche’… eso a mí no me gusta, tiene que haber un orden”, dice al referirse a la manera de trabajar con sus alumnos.

Originario de San Fernando, Evaristo Ríos nos cuenta de su llegada a Victoria, donde en un principio estudió algo que no le gustaba, decidiendo entonces emigrar a otros horizontes para hacer realidad su sueño: ser maestro de Educación Física.

 

MECÁNICO NO

Su etapa de bachillerato la inició en el Cecyt 104 (actualmente Cbtis 24), donde tomó la especialidad de mecánica, algo que en realidad no le gustaba, decidiendo dejar esa institución porque su meta era completamente distinta.

En esa misma época, un logotipo que veía diariamente en un “vochito” de un maestro le empezó a llamar la atención, aunque en un principio no sabía su significado.

“Siempre lo veía cuando pasaba por la casa de mis abuelos, yo vivía con mis abuelos en el Ocho Mutualismo, en la Colonia Mainero y él vivía por el Nueve”, recuerda.

Y añade: “Un tío vivía a un lado del taller de pintura de un señor que le decían ‘La Pulga’ y yo iba con mi tío y cuando pasaba por ahí veía el Volkswagen y me llamaba la atención hasta que una vez vi un señor ahí afuera y le pregunté qué quería decir ese escudo y me dice: es la Escuela Nacional de Educación Física”.

 

CUMPLIÓ SUEÑO

Y fue entonces que la ilusión por hacer esa carrera se hizo realidad cuando su hermana, que vivía en Coatzacoalcos, le propuso irse a estudiar a esa Ciudad. “Y así fue como yo llegué a la Escuela de Educación Física en Veracruz, yo egresé en el 79 de la Escuela Normal de Educación Física de la Universidad Veracruzana”, afirma.

Gracias a su disciplina y entusiasmo, en esa época Evaristo Ríos recibió la oportunidad de trabajar en la Escuela de Natación “Neptuno” del profesor José Hernández Abascal, quien buscaba la manera de ayudar al joven egresado, ayudándole también a tocar puertas para que le asignaran horas en alguna institución veracruzana, pero una situación inesperada cambiaría radicalmente sus planes.

“Fallece mi papá y yo me tuve que venir para acá, pues mi mamá se quedó sola, nada más somos tres hermanos, mi hermano el mayor es Ignacio Atilio Ríos Gracia, mi hermana la de en medio es Dina Deborah Ríos Gracia y yo soy el más chico, Evaristo Ríos”.

Ante la ausencia de su padre, decidió quedarse un tiempo con su mamá, viajando más adelante a Veracruz para encontrarse con la noticia de que ya no tenía sus horas como maestro, decidiendo entonces regresar a Victoria.

 

TOCÓ PUERTAS EN VICTORIA

Sin planearlo, un día llegaría a tocar las puertas del área de Promoción Deportiva del estado a principios de los 80’s, gracias a un comentario que escuchó en voz de Carlos Adrián Avilés (+) en su programa matutino, referente a la falta de entrenadores en Victoria para la selección tamaulipeca de natación.

“Yo no sabía que existía la alberca de la Unidad Deportiva ‘Adolfo Ruiz Cortines’… y allá voy, fui y era una cosa… parecía campo de futbol, verde, verde la alberca”, dice en referencia al evidente descuido que presentaba en su mantenimiento.

Confiando en sus capacidades, se presentó en Promoción Deportiva y de inmediato lo asignaron como entrenador de un club llamado Barracudas, empezando así su labor en esta Capital como impulsor de talentos.

“Cuando principié a dar clases de natación en el Barracudas llegué a tener más de 500 alumnos, aunque claro, tenía gente que me ayudaba”, destaca.

Con orgullo, Evaristo Ríos Gracia señala que prácticamente todos sus pupilos de varias generaciones que ha formado, son personas de bien y eso es algo muy satisfactorio para él.

“Desde el 79 trabajando, a veces me caen aquí mis ‘nietos’ (nietos de sus primeros alumnos), yo les digo mis nietos, siempre los he visto como si fueran parte de mí, (de aquí) han salido muchos, tengo el orgullo de decirte que son pocos los que se han descarrilado, pero la mayoría tienen su carrera, su familia, han triunfado en la vida y con los gritos y los corajes pero han triunfado”, dice entre risas.

 

DISCIPLINA ANTE TODO

Y retoma el aspecto de la disciplina que sin excepción, deben mostrar sus pupilos, “Conmigo vienen a aprender porque yo me esfuerzo también, ese es mi trabajo, yo tengo una esposa y un hijo que mantener… y tienen que ser disciplinados, que lleguen, saluden, ‘buenas tardes’, ‘buenas noches’, ‘con permiso’, ‘ya me voy’, eso es lo esencial en la vida, tener respeto por lo que se hace”, reitera.

Para Evaristo Ríos, la dedicación de un entrenador debe ser completa, sin reservas ni medias tintas, tal y como él lo hace.

“Tienes que ser un ‘loco’ apasionado con lo que tú estás haciendo, pero haciéndolo bien, no nada más al ‘troce y moche’, no hay que improvisar nada”.

En lo que se refiere a sus pupilos, como ejemplo de un deportista completo en toda la extensión de la palabra, menciona a Carlos Daniel Chávez, a quien entrena desde los cuatro años de edad, y si bien ya terminó una carrera profesional con maestría incluida, sigue preparándose con todo su entusiasmo porque busca un boleto para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Igualmente, destaca las cualidades de Paula Ovalle, quien recientemente terminó la licenciatura en Nutrición y se integró a trabajar a un club de atletas de la Ciudad de México.

“Era nadadora y batallé mucho para convencerla (de integrarse a su equipo) y si le fue mejor, ganaba las carreras a pie, ganaba todo y ahí se fue ‘enrolando’, la llevé a un Campeonato del Mundo de Duatlón y otro de Triatlón”.

Además, refiere que cumplió un destacado papel en los Iron Man y Medios Iron Man en los cuales participó, “Está joven todavía, tiene 22 -23 años y se acaba de ir a México a trabajar en un equipo y el equipo le paga, creo que se llama Try and Try”.

A lo largo de los años, los triunfos han sido bastantes y recuerda algunos de los momentos brillantes de sus alumnos.

“Una de las más grandes satisfacciones es ver a un pupilo mío en el podio, Carlos Daniel (Chávez) fue medalla de bronce en el Campeonato Mundial Elite de Duatlón que fue en Cozumel, ver a Daniel de campeón del mundo por categorías, ver a Víctor Berrones y ver a Paulita agarrar medalla también, son satisfacciones que te dan mucho gusto y ver que compiten con estrellas del Triatlón es una satisfacción muy grande”, expresa.

 

LA MEJOR MEDALLA

De pronto, su voz se quiebra y sus ojos se humedecen al recordar una medalla lograda recientemente por alguien de su equipo: su hijo Nicolás.

“He tenido campeones del mundo, campeones panamericanos y en esta Olimpiada, te puedo decir que todo lo que he hecho atrás… sacamos una medalla de bronce y todo eso, no lo cambio por la medalla de bronce… y me la dio mi hijo”, dice con la voz entrecortada.

“Me la dio mi hijo, tiene 16 (años)”, remarca.

Y añade: “Tengo un compañero entrenador –él es de Sonora– y su esposa es muy amiga mía y me puso una frase, ‘No sabes el gusto que me da verte sufrir cuando tu lagartijo compite’, yo le digo lagartijo a mi hijo, y para mi es una medalla, es la mejor, cambio todo por esa medalla”, afirma orgulloso.

La charla estaba por concluir y al cuestionarlo si hay Evaristo “para rato”, sin dudar responde que sí.

“Fíjate que hace algunos meses me dijo una persona ‘ya no tienes tanta paciencia, ya retírate mejor’, le dije ‘tienes razón’, pero por dentro le estaba ‘rayando la madre’… ¿Cómo me voy a retirar?, voy a cumplir 60 años”, explica.

Y agrega: “Tengo muchísimo para dar, a mi me apasiona mi deporte, me apasiona entrar a cursos, tomo muchos cursos por línea, el aprendizaje es permanente, yo creo que hay Evaristo para rato y ahora, si me está saliendo bueno mi ‘lagartijo’ pues cuando me voy a retirar”, puntualiza.

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