ALOTENANGO, Guatemala (AP) — Un mes después, el contraste visual es sorprendente: el verde esmeralda de las calles del campo de golf ha sido devorado por el negro de los restos volcánicos.
En su día, el hotel La Reunión Golf Resort & Residences era un lugar en el que residentes adinerados y turistas practicaban su putt, nadaban y tomaban tragos en un entorno dramático en las inmediaciones del Volcán de Fuego de Guatemala.
El volcán, uno de los más activos de la región y conocido por los locales como el “coloso”, entró en erupción el 3 de junio, arrojando ríos de material volcánico candente por sus laderas que sepultaron gran parte del lujoso club.
Sorprendentemente, en el centro turístico no se registraron víctimas mortales.
A las 11:00 de la mañana de ese día, el administrador de La Reunión decidió mover a los más de 100 huéspedes y trabajadores del centro a un lugar seguro, aunque las autoridades no habían emitido ninguna orden de evacuación. Cuando llegó el letal material ardiente unas horas más tarde, el sitio ya había sido abandonado.
En un día reciente, un guarda de seguridad patrullaba por los terrenos armados con una escopeta, vigilando lo que queda del club privado y del campo de golf donde llegaron a organizarse siete torneos internacionales del Circuito PGA de América Latina, el más reciente el pasado marzo.
En la propiedad se suceden las señales inequívocas de la apurada evacuación _ una taza de café apoyada en el borde de una piscina o una bañera de hidromasaje o lo que en su día fue la comida de un cliente, convertida ahora en naturaleza muerta cubierta de ceniza, sobre la mesa de un patio.
Entre los escombros hay tejas de terracota carbonizadas y las aguas azules de las piscinas se han convertido en chocolate.
Un poco más abajo del club, también en la ladera, está la aldea de San Miguel Los Lotes. Sus vecinos no fueron tan afortunados. Algunos dijeron que nunca recibieron la advertencia para marcharse, otros que la orden no llegó hasta que ya era demasiado tarde.
Las autoridades confirmaron más de 100 decesos y unas 200 personas fueron declaradas desaparecidas. La mayoría de las víctimas mortales estaban en Los Lotes.
Las autoridades guatemaltecas abrieron una investigación para determinar si los protocolos de emergencia se siguieron de forma adecuada para dar a los residentes una oportunidad de huir de la tragedia.
Gran parte de las inmediaciones del campo de golf se han convertido en un paisaje lunar de tierra ennegrecida, con árboles muertos y rocas depositadas por el flujo que emanaba del volcán. Durante días, las intensas lluvias remojaron el terreno todavía caliente creando nubes de vapor que se flotaban sobre el terreno como si de una niebla se tratase.
Las áreas residenciales arrasadas fueron declaradas oficialmente como inhabitables, y los vecinos tuvieron que marcharse para emprender una nueva vida en otro lugar.
Pero en medio de la devastación hay signos de regeneración. En un campo quemado, empiezan a aparecer brotes verdes.