México, 17 Jul (Notimex).- En México, como en muchas partes del mundo, el cambio climático es una realidad alarmante que a pocos parece importarle, pero debería ser preocupante para todos si de verdad queremos alcanzar una sustentabilidad verdadera.
El ganador al Mérito Ecológico 2018 en la categoría Jóvenes, Luis Bernardo López Sosa, afirmó lo anterior luego de recibir esta presea por su trabajo en materia de cambio climático, a través del desarrollo y aplicación de energías renovables y la innovación de ecotecnologías en comunidades indígenas de Michoacán.
Tras reconocer la importancia de impulsar voluntades para la preservación de un futuro sustentable con iniciativas como el Premio al Mérito Ecológico, manifestó la necesidad de trabajar para un cambio de mentalidad en la forma en que el hombre satisface sus necesidades.
En ese sentido reconoció que, como sociedad, se ha desarrollado una mentalidad de satisfacer, a costa de todo, “lo que nosotros optamos y definimos como necesidades básicas”, sin tomar en cuenta que “nos estamos consumiendo un medio ambiente que no construimos”.
Esto es grave si consideramos que, a nivel mundial, cada 24 horas “emitimos 110 millones de toneladas de contaminación”, por lo que en tan solo unos minutos se puede asegurar que ya se han generado 60 toneladas de desechos.
López Sosa aseveró que resulta desalentador apreciar un cambio climático antropogénico, voraz y desenfrenado y que se ha traducido en una serie de impactos ambientales que ya no pueden descartarse como aceleradores del cambio climático.
Y muestra de ello es ver a nivel mundial escenarios con un incremento y descenso drástico en los niveles promedio de temperatura, así como eventos meteorológicos devastadores que amenazan día a día con cada cambio de estacionalidad.
“Basta recordar 2015 cuando cerca de mil 200 personas murieron a causa de la ola de calor en Pakistan; asimismo del 5 al 11 de agosto de 2017 gran parte de Europa estuvo en alerta roja ya que las temperaturas excedieron los 44 grados centígrados”, afirmó.
Aclaró que en México no estamos exentos de esta realidad y muestra de ello es que 2017 fue catalogado como el año más cálido de toda la historia desde que se reporta este análisis.
En septiembre de ese mismo año, “el huracán Max generó fuertes lluvias y dejó a más de 100 ml personas sin energía eléctrica en Acapulco, Guerrero, y 20 personas más murieron como consecuencia de la tormenta tropical Lidia en baja California”, recordó.
Además, estamos perdiendo cada año más de mil kilómetros cuadrados productivos debido a la desertificación y que es una de las manifestaciones claras del cambio climático, agregó.
Ante todo ello, afirmó que “debemos actuar y repensarnos como seres humanos en conjunción con la naturaleza y generar una vida mas sustentable y prospera, coexistiendo como especie que forma parte de un hábitat».
Aseguró que el mejor ejemplo de cómo hacerlo lo tenemos en las mismas comunidades indígenas, donde incluso antes de que se planteara la Agenda Mundial par el Desarrollo Sustentable 2030, ya estaban trabajando por asegurar que su tierra rindiera frutos para las generaciones futuras.
Esto ha sido resultado de una mentalidad en la que la gente no se considera ajena a su entorno, sino que se sabe parte de un ecosistema y por lo mismo se asegura de no dañarlo, pues solo así podrá tener garantizado su futuro, subrayó.
Por lo anterior, el investigador hizo un llamado a tomar el ejemplo y la experiencia de grupos como éstos y retomar la idea de que el hombre considera al territorio donde vive como “casa común” en la que puede encontrar la protección y sustentabilidad que busca.