Shalma Castillo.-
Cd. Victoria, Tam.- En todo el ejército armado con escobas y tanques de 200 litros, desplazados en la mayoría de los casos con una marcada dificultad, hay varias coincidencias…
La falta de cultura por la limpieza entre la ciudadanía, marca una clara tendencia…
A ello se suma el hecho de la falta de herramientas para realizar el trabajo. La ausencia de respeto por parte de algunos automovilistas, que en algunas ocasiones han estado apunto de arrollarlos…
Por más esfuerzo que hacen, a duras penas pueden dejar a Victoria, con un rostro limpio y reluciente.
La frase aquella de «Victoria limpia y amable» parece que ha pasado a mejor vida, y que se ha quedado en el olvido.
Con sus 73 años a cuestas, Pablo Martínez es uno de los elementos más activos dentro del personal de limpieza en la capital del estado, él ha logrado sacar adelante a su familia en el desempeño de esta labor y con él, ahora también sus seis hijos.
Como otros tantos empleados municipales en esta importante área, se esfuerzan diariamente para cubrir la ruta y área que les corresponde, en una sufrida tarea que parece nunca terminar…
PABLO MARTÍNEZ, FAMILIA DE LIMPIEZA
Don Pablo recuerda que en aquellos tiempos, cuando Ramón Durón era el edil de la capital, por su trabajo le pagaban 80 pesos a la quincena, aunque actualmente ha incrementado un poco, la tarea sigue siendo la misma.
Platica que él decide formar parte de ese equipo de trabajo gracias a su esposa, quien lamentablemente ya murió, pero ella es quien trabaja primero ahí.
Luego, al paso de los años, sus seis hijos también deciden incorporarse a seguir los pasos de los padres, pues ya que el estudio no es algo que les motive.
En cuanto a la frases de Victoria ciudad limpia… dice que sí, pero “solo echándole ganas y queda limpia”…
“A veces pienso que no es valorado nuestro trabajo, batallamos con los carritos porque no hay, ocupamos de mejores materiales para hacer el trabajo bien, la gente tira la basura y dice ‘al cabo ahí anda el barrendero’”, expresa.
Y después de tantos años de trabajar arduamente para tener una ciudad limpia, en unos cuantos meses ya está por jubilarse.
MARÍA VIRGINIA, TODO POR LOS HIJOS
El decidir trabajar en limpieza municipal, es para darle una mejor vida y la oportunidad de estudiar a sus hijos.
María Virginia Zapata, dice que al no contar con estudios, opciones de trabajo son muy pocas, y entre trabajar en limpieza de casas particulares o limpieza municipal, elige la segunda.
Ello pensando en sus hijos, porque ahí tiene derecho a seguro médico para ella y sus hijos, que es lo principal.
“Aquí tenemos derecho a medicina, y en otro trabajo a veces no dan seguro, por eso yo decido buscar uno que tenga medicina para mis niños cuando estaban chiquitos, lo hice todo por ellos”, enfatiza.
Y orgullosamente presume que gracias a este trabajo, ella le ha dado estudio a sus cinco hijos, quienes todos ya se recibieron de su carrera profesional y algunos ya hasta están casados.
“Para mí es una satisfacción, porque ya se recibieron, de perdido que tengan lo que yo nunca tuve, que no anden batallando con el trabajo, como dicen; la herencia más grande que les deja uno, es la educación”.
Aunque comparte que lamentablemente no pudo compartir muchas experiencias con sus hijos de niños, como los festivales o juntas de la escuela, pero todo vale la pena.
“También vivo las batallas, a veces no completaba para la escuela y darles de comer a mis hijos”.
María, considera que la tarea que desempeña no es fácil, y más ahora que le pesa a sus 58 años.
“Está difícil, pero es más la necesidad para que los muchachos estudiaran, yo no estudié, pero dije, ellos sí que estudien”.
Todos los días se levanta a las cuatro de la mañana para llegar a tiempo al campamento, el punto donde parten para comenzar con el trabajo.
“Victoria es una ciudad limpia, porque la limpiamos, pero a la gente no le gusta tener limpio, les falta cultura”, menciona.
Tristemente, dice que le toca ir con el carrito de basura y frente a ella la personas tiran la basura al piso.
Para María, es una labor interminable, ya que luego de salir de trabajar, continúa en su casa con la limpieza.
GUILLERMINA: NO VALORAN EL TRABAJO
Ante los fuertes rayos del sol a temperaturas que pasan los 40 grados, o bien todo lo contrario, en un clima extremadamente frío o lluvioso, ellos tienen que trabajar.
“Es pesado, no tanto el trabajo, es pesado porque andamos en el sol, en el frío o lluvia, como quiera uno sufre los fríos y todo eso”…
De lunes a viernes se levanta a las cuatro de la mañana para llegar puntual al trabajo y comenzar con la limpieza de la calle Juárez.
Recoge toda la basura que ve en el piso, cuando pasa una vez, y de regreso lamenta que encuentra nuevamente sucia la calle.
“La gente no entiende, avienta la basura, de los carros, se bajan y dejan bolsas ahí, cuando uno regresa después de limpiar, vuelve a encontrar basura desechos”.
Otra cosa que constantemente sufre, es la falta de educación vial, pues los conductores no respetan, “uno va y se hace a un lado y hasta nos gritan que nos quitemos”.
Al salir del trabajo, Guillermina es ama de casa y realizar el quehacer del hogar, “como quiera no descansa uno”.
Platica que hace años, a ella se le hace fácil entrar a este trabajo, pero ya con el tiempo no se puede cambiar a otro, porque es difícil encontrar empleo a los 68 años.
También, otro batallar es la falta de herramientas para desempeñar su labor al cien.
“Aquí no nos quieren dar escoba hasta que uno ya trae el palo, batallamos para que le den las cosas, los lunes se me dificulta mucho porque es cuando hay más basura, y les pide uno bolsas para poder terminar y no nos dan”, menciona.
A Guillermina, y al resto que sus compañeros, le toca vivir la desagradable experiencia que los ciudadanos tiren la basura enfrente de ella.
“Me toca ver que avientan la basura enfrente de uno, hasta les digo, oiga, por favor recoja la basura y me dicen ‘para eso les pagan a ustedes, para que la recojan’”.
JESÚS IBARRA: FALTA CULTURA
A 16 años de limpiar las calles de Victoria, principalmente la de Hidalgo, Jesús dice que la cultura no mejora.
Pues desde entonces no hay un solo día en que regrese al campamento con su carrito vacío, sin desechos, ya que las calles siempre están llenas de basura.
Él comienza en este trabajo cubriendo a personas que también laboran ahí, al paso del tiempo se incorpora formalmente hasta que le dan su base, y desde ahí, ya es su empleo seguro.
A las seis de la mañana inicia su tarea de limpieza, desde el 8 al 15 Hidalgo, regularmente para medio día concluye con ello, porque se llena el carrito y tiene que regresar a depositar la basura.
Dice que en muchas ocasiones los carros le han sacado sustos, de los buenos, pues ha estado a punto de ser atropellado en múltiples ocasiones.
“Es como todo, hay conductores buenos y otros no, unos respetan, y otros no, les vale y hasta se enojan y nos echan el carro, igual pasa con la basura, unos tiran y otros no”.
Entre su señora y él, a sus siete hijos los han sacado adelante, por su parte con este empleo.
Y aunque es un batallar diario, él como quiera se levanta con ánimo a las cuatro de la mañana y camina desde la colonia Pedro Sosa hasta el campamento de limpieza municipal.