SACABA, Bolivia (AP) – Sentada en un banco rústico bajo el sol invernal, Julia Flores Colque, de casi 118 años, parece tallada en piedra. La perra más pequeña de la casa duerme a sus pies, dos gatos se relamen a su lado y un gallo colorado le canta esperando que le arroje comida.
La mujer quechua nació el 26 de octubre de 1900 en un campamento minero en las montañas, según consta en su cédula de identidad. Es la más longeva de Bolivia y quizás del mundo, pero su familia casi analfabeta no escuchó hablar del Récord Guinness y tampoco parece interesarle. Eso sí, a la antigua le gustan la Coca-Cola y el pastel.
«Es su vicio», dice Agustina Berna, su sobrina nieta de 65 años con quien vive en una casa de adobe con piso de tierra en Sacaba, una ciudad en los valles centrales bolivianos vecina a Cochabamba.
Colque sorprende por su lucidez. Toca el charango –un pequeño instrumento de cuerdas– y canta coplas en quechua, la única lengua que habla. Es menuda, encorvada y parecerá que sus huesos retorcidos van a quebrarse cuando camina con la ayuda de un bastón.
A pesar de su edad, no le duele nada. «Es la más sana de la casa», bromea su sobrina bisnieta Rosa Lucas.
«Si sabía que vendrían a mi lugar acordado de las canciones», dice la anciana mientras rasga el charango que le regaló el alcalde de la ciudad.
La centenaria fue la pastora de llamas y las cenizas en las montañas hasta que llegaron al valle en la adolescencia. Aprendió a leer de adulta. Vendía frutas y verduras de los alrededores y la base de su alimentación fue la comida natural. Todavía se alimenta de esa manera: consume pocos procesados y no perdona en la sopa no hay carne y chuño –papa deshidratada–, imprescindible en los andes bolivianos.
En abril de este año, a los 117 años y 260 días, murió en Japón Nabi Tajima, quien ostentaba el Récord Guinness de la mujer más longeva del mundo. Tajima figura como la tercera persona documentada que más años vivió en la historia, marca que pertenece a la francesa Jeane Louise Calmet (21 febrero de 1875-4 de agosto de 1997) quien vivió 122 años y 164 días, según la enciclopedia Wikipedia.
Una vocera del Guinness World Records dijo a The Associated Press que Colque no ha sido propuesta «para el título de la persona más longeva del mundo».
«Recibimos muchas solicitudes … sin embargo, pedimos una extensa documentación y consultamos con expertos que asisten en el proceso de investigación para asegurarnos de que los hechos sean verídicos», agregó.
Colque tiene una cédula de identidad reconocida por el Estado que avala su edad, pero el registro civil recién comenzó a modernizarse en los 90 y aún hoy es manual en gran parte del país. Antes de 1940, cuando el Estado asumió el control, los nacimientos fueron registrados por los curas en el momento del bautismo. El Estado aún tiene esos registros antiguos.
La mujer nunca se casó ni tuvo hijos. Es la menor de cuatro hermanos ya fallecidos y vive desde siempre con su sobrina nieta, su esposo y dos hijos de ella.
Su caso es sorprendente en este país y en donde la pobreza ronda el 38% y la esperanza de vida en 70 años, la más baja en Sudamérica en los últimos 12 años, la expectativa de vida aumentada en 10 años, según informes de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
La lista en Sudamérica está encabezada por Chile con 79,7 años, Uruguay con 77,8 años, Argentina con 76,8 años y Ecuador con 76,5.
La alcaldía y una fundación abierta en la casa rural de Colque. Construyeron un retrete con inodoro, ducha y piso de cemento para reemplazar el pozo ciego en la tierra. Colocaron un pasajero para que la anciana vaya al baño en la madrugada y un corredor de ladrillos en el patio por donde Rosa Lucas la haga caminar cada tarde.
No hay una sola causa que explique la longevidad, dijo el geriatra Felipe Melgar a la AP. Las razones de la vida al estilo de vida y el factor genético, aunque tiene mucha importancia que la persona se mantiene activa.
Aunque pasados los 90 años la memoria se hace difusa, no parece ser el caso de Colque. La anciana escucha poco pero sus ojos gastados brillan cuando recibimos visitas. No le pisada a la perra Blanquita y la regaña cuando intenta salir a la calle. A pesar de que no tiene dientes y sus encías están gastadas, no hay ni un dedo de la mano que se desespera con los dedos antes de llevar a la boca y comparte con sus animales bajo la sombra de una higuera.
En su pequeño cuarto están las sandalias de goma de llanta, sus faldas, mantas y un sombrero blanco de copa cuelgan de clavos en las paredes de adobe. Su cama es una literatura desvencijada.
Hasta hace poco, aún así, caminaba ágilmente, pero se cayó y se lastimó la columna hace dos años. El médico dijo que no volvería a caminar, pero lo hizo.
«Siempre ha sido divertida, activa y tranquila. Sólo pide comida y no molesta «, dice la paciente sobrina bisnieta que trabaja atendiendo a personas con discapacidad.