Las personas redujeron su ingesta diaria de calorías en un 25 por ciento cuando se les pidió que desayunaran 90 minutos más tarde y que cenaran 90 minutos más temprano que lo usual, afirmó el investigador sénior, Johathan Johnston, profesor de cronobiología y fisiología integrativa en la Universidad de Surrey, en Inglaterra.
Esas personas también perdieron más del doble de grasa corporal, en promedio, que un grupo de control que comían en horarios sin restricciones, añadió Johnston.
«El momento de las comidas es importante, además del contenido de las comidas», aseguró Johnston.
«La investigación sobre el momento de las comidas todavía es bastante nueva, pero se muestra muy promisoria para ayudar a las personas a mejorar la salud mediante unos cambios de conducta relativamente menores».
Hay evidencias firmes en animales de que restringir la cantidad de horas de disponibilidad de los alimentos cada día puede ayudar a mejorar el metabolismo, dijo Johnston.
Pero los investigadores no estaban seguros si los humanos experimentarían el mismo beneficio, dado que tantos factores influyen en el horario en que las personas comen sus comidas y refrigerios, agregó Johnston.
Para averiguarlo, se reclutó a nueve personas para participar en un estudio piloto de un «horario restringido de alimentación», en que retrasaron el desayuno y adelantaron la cena una hora y media. En ese periodo, podían comer tan frecuentemente como desearan.
«Diseñamos deliberadamente nuestro estudio para tener una reducción bastante menor en la duración de la ingesta diaria de comida», dijo Johnston.
Otras siete personas sirvieron como grupo de control, y comieron sus comidas como lo harían normalmente.
Los participantes proveyeron muestras de sangre y completaron diarios sobre la dieta antes y durante el periodo del estudio.
Tras 10 semanas, las personas con un horario de alimentación más corto habían reducido su grasa corporal en más o menos un 2 por ciento, mientras que el grupo de control perdió menos de un 1 por ciento, señalaron los investigadores.
Los participantes también redujeron su ingesta promedio de energía de unas 2,091 a 1,553 calorías al día, mostraron los hallazgos.
Hay un par de posibles motivos por los cuales cambiar los horarios de las comidas podría alterar la ingesta calórica de las personas y ayudarlas a perder peso, dijo Johnston.
Una alimentación restringida podría llevar a comer alimentos a las horas más adecuadas para los ritmos metabólicos del cuerpo, sugirió. También podría deberse a que un periodo de ingesta de comida más corto aumenta la duración del periodo diario de ayuno.
«En realidad, creo que sería una combinación de ambas cosas», dijo Johnston.
Pero esos cambios en el horario para comer quizá no sean sostenibles para muchas personas.
Alrededor de un 57 por ciento de los participantes dijeron a los investigadores que no habrían podido mantener los nuevos horarios para comer a largo plazo, porque eran incompatibles con la vida familiar y social.
Pero un 43 por ciento dijeron que considerarían seguir en una dieta con horario restringidos si los horarios de ingesta de comida fueran más flexibles.
«Esto es realmente importante, porque enfatiza que es importante que los cambios en la dieta encajen con las vidas de las personas en el mundo real», afirmó Johnston. «Una cuestión importante para la investigación futura es evaluar si una duración diaria reducida de la ingesta de comida será efectiva si se inicia a distintas horas del día».
El horario de ingesta de comida de este estudio es una forma de ayuno intermitente, apuntó Grace Fjeldberg, nutricionista y dietista registrada del Sistema de Salud de la Clínica Mayo. Esto «se ha convertido en una tendencia crecientemente popular para respaldar la pérdida de peso», dijo.
«Todo el mundo está buscando formas rápidas de respaldar la pérdida de peso y mejorar la salud general, y comer menos veces a lo largo del día con frecuencia produce un déficit de calorías y en última instancia una pérdida de peso», explicó Fjeldberg.
Pero Fjeldberg advirtió que una pérdida rápida de peso mediante el ayuno quizá no necesariamente conduzca a una mejor salud y a una reducción a largo plazo en el peso.
Susan Carnell, experta en conductas de la alimentación, se mostró de acuerdo con Fjeldberg en que se necesitan más investigaciones.
«El consumo de comida en horario restringido podría tener beneficios, pero mantenerlo quizá resulte difícil, así que se necesitan unos ensayos más grandes que evalúen la efectividad, además de la viabilidad, de distintos horarios», planteó Carnell, profesora asistente de psiquiatría y ciencias de la conducta en Johns Hopkins Medicine.
«Otro punto a tener en cuenta quizá sea que es probable que algunos horarios funcionen mejor para algunas personas que otros, así que personalizarlos probablemente sea importante para la viabilidad», añadió.
El estudio aparece en la edición del 29 de agosto de la revista Journal of Nutritional Science.
Con Información de: El Debate