A finales de septiembre, Fabrizio Stabile, de 29 años, murió a consecuencia de una ameba “come cerebros”, cuyo nombre científico es Naegleria Fowleri.
La alerta se desató en Estados Unidos y distintas partes del mundo porque el hombre contrajo el parásito en un parque acuático, el cual fue cerrado temporalmente.
A propósito de la naegleria, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades norteamericano detalla que se trata de una ameba encontrada comúnmente en agua dulce y caliente, es decir, en lagos, ríos, aguas termales y hasta en el suelo. Pero no debe desatarse el pánico.
¿Cómo provoca la infección mortal?
La naegleria fowleri solo puede afectar al humano si entra por la nariz ya que las fosas nasales llevan directo al cerebro, donde se aloja hasta destruir el tejido, de ahí que se le conozca como “come cerebros”.
Si se bebe agua contaminada, no ocasiona daño. Tampoco se corre riesgo en piscinas debidamente desinfectadas u otros cuerpos de agua que cuenten con un buen mantenimiento.
¿Puede contagiarse?
Las autoridades sanitarias detallan que la ameba no puede contagiarse de una persona a otra, por ningún modo, es decir, ni con contacto físico.
¿Cuáles son los síntomas?
Una vez que la naegleria fowleri se anida en el cerebro de la persona, pasarán entre cinco y nueve días para causar síntomas.
Estos incluyen dolor de cabeza, fiebre, náusea y vómito en su etapa inicial. Posteriormente puede presentarse rigidez en el cuello, confusión, falta de atención, pérdida del equilibrio, convulsiones y alucinaciones.
Es importante mencionar que la infección progresa rápidamente, llegando a causar la muerte en hasta 12 días.
Su tasa de mortalidad se estima en más del 97 por ciento. Datos recopilados en Estados Unidos de 1962 a 2017 indican que solo 4 de 143 personas infectadas sobrevivieron.
¿Tiene cura?
Aunque varios medicamentos han probado ser efectivos, el nuevo fármaco miltefosina se posiciona como el más eficaz, si se administra con otros.
¿Cómo saber si un cuerpo de agua tiene Naegleria fowleri?
El CDC (por sus siglas en inglés) recalca que el parásito está prácticamente presente en todo cuerpo de agua dulce y caliente, por lo que una advertencia de que no existe en dicho entorno es muy poco probable.
Otro punto es que no existe prueba rápida o de rutina para detectar la ameba en el agua. Tampoco hay una relación clara de que cuándo puede derivar su presencia en una infección.