RÍO DE JANEIRO, Brasil, octubre 8 (AP)
Los brasileños parecen decididos a entregarle la presidencia a un ex capitán del ejército que añora los tiempos de la dictadura y promete a encarcelar a los políticos corruptos y declararle una guerra abierta al tráfico de drogas y la delincuencia que azotan esta nación.
Jair Bolsonaro, un legislador de extrema derecha, casi gana la presidencia en la primera ronda el domingo. Se quedó corto por poco y ahora enfrentará al ex alcalde de Sao Paulo Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, de izquierda, en la segunda vuelta el 28 de octubre. Sacó el 46 por ciento de los votos en la ronda inicial y necesitaría muy pocos votos más para instalarse en el sillón presidencial.
La votación representó un verdadero cataclismo político en este país de 200 millones de habitantes, donde la izquierda había ganado las últimas cuatro elecciones. El movimiento, no obstante, se debilitó por escándalos de corrupción y la destitución de la presidenta Dilma Roussef.
El viro de Brasil se encuadra dentro de una tendencia mundial, en la que tanto en Europa como en Estados Unidos el electorado le da la espalda al establishment y termina votando a menudo por candidatos populares de extrema derecha que ven con malos ojos a ciertas minorías y prometen restaurar los “valores tradicionales”.
El rumbo que tome Brasil tanto en lo político como en lo económico seguramente se hará sentir en las naciones vecinas. Y podría tener un impacto decisivo en relación con el colapso social y económico de Venezuela. Bolsonaro postula una línea dura hacia Venezuela, donde se está produciendo un enorme éxodo de gente que se instala en países vecinos, incluido Brasil.
El Partido Social y Liberal de Bolsonaro era una agrupación menor, que empezó a ganar terreno a principios del año a partir del inteligente uso de las redes sociales y de concentraciones muy bien preparadas. Bolsonaro ha elogiado a menudo a Donald Trump y su campaña copió muchas cosas de la que llevó al magnate a la presidencia de Estados Unidos, desde feroces críticas a la prensa y la clase política hasta el uso de sus hijos en la campaña.
El partido de Bolsonaro obtuvo 52 bancas en la cámara baja del Congreso, donde en la última elección había sacado apenas una. Tiene ahora el diez por ciento de las bancas y es el segundo partido más grande, superado solo por el PT, que suma 56.
Brian Winter, jefe de redacción de la revista Americas Quarterly, dijo que el resultado resalta “la desaparición total del centro” en Brasil y que Bolsonaro casi seguramente será el próximo presidente.
Haddad podría recibir el apoyo de otros candidatos, pero eso dará munición a Bolsonaro para asociarlo con la política tradicional. El PT cortejó el lunes en Twitter a todo aquél que crea en la democracia y prometió unificar a la nación. Al candidato del PT, no obstante, le costará armar una coalición amplia en una contienda con tandas divisiones.
“Si no le das respuestas al enojo de la gente, no vas a conseguir votos”, dijo Winter.
A los brasileños les sobran razones para estar furiosos. Desde el 2014 han visto incrédulos como fiscales investigadores revelaban la forma en que el Gobierno manipulaba los contratos públicos y ofrecía favores a cambio de millones de dólares en coimas y sobornos.