El pasado 31 de octubre se estrenaba en España Bohemian Rhapsody, la esperada biopic en la que el actor Rami Malek da vida al cantante con una de las voces más icónicas del rock: Freddie Mercury.
Sin duda, el papel ha sido todo un reto para el actor estadounidense, que no solo tuvo que aprender a imitar todos los gestos del carismático solista de Queen, sino que también asistió a clases de canto y piano, con el fin de sustituirlo en su faceta musical. De cualquier modo, la voz que se puede oír en la película es una mezcla de la suya, con la del imitador Marc Martel y, por supuesto, la de Freddie. Sin la de Freddie nada sería igual, pues su calidad vocal era algo único. Tanto, que han sido muchos los expertos en ciencia y música que han tratado de descifrar qué ocurría en sus cuerdas vocales para crear un sonido tan maravilloso como el que manaba de su garganta. Uno de los estudios más recientes sobre el tema fue el que en 2016 publicó en Logopedics Phoniatrics Vocology un equipo de logopedas y foniatras austriacos, suecos y checos. Con él, desmienten uno de los mitos más extendidos sobre la voz del cantante, pero también dan por fin una explicación al origen de uno de los vibratos más emblemáticos de la historia de la música.
Las notas musicales se agrupan en conjuntos de ocho, conocidos como octavas. De este modo, se puede decir que de un do al siguiente más agudo va una octava completa y así sucesivamente con el resto de notas de la escala musical. No todos los instrumentos alcanzan el mismo número de octavas. Por ejemplo, en un piano se pueden tocar un total de siete, mientras que la voz humana alcanza muchas menos. Por lo general, alguien sin entrenamiento musical puede alcanzar un máximo de dos, mientras que algunos cantantes pueden llegar a las tres.
En cuanto a las octavas específicas que se alcanzan, no todos los intérpretes pueden entonar las mismas. Concretamente, las personas que pueden alcanzar los tonos más agudos son los tenores y las sopranos, los que llegan a los más graves los bajos y las contraltos y los que se defienden mejor con los intermedios los barítonos y las mezzosopranos.
Así se divide la voz de la mayoría de los mortales. Pero en el caso de Freddie la cosa cambia; pues, al menos en lo que a voz se refiere, Freddie Mercury no parecía de este mundo.
El estudio desmiente que Mercury pudiera alcanzar las cuatro octavas completas, pero detecta un curioso fenómeno detrás de su vibrato.
Por desgracia, Freddie Mercury ya no está entre nosotros para que los investigadores puedan analizar su voz. Por eso, este equipo de científicos europeos recurrió a Daniel Zangger-Borch, un cantante de rock profesional capaz de imitar su técnica vocal. Mientras cantaba, se procedió a grabar su laringe con una cámara de alta velocidad, a 4.000 fotogramas por segundo. Además, también analizaron varias actuaciones y entrevistas reales del cantante. Lo primero que observaron en las grabaciones fue que su voz naturalmente se correspondía más con la de un barítono que con la de un tenor, como muchos afirman, aunque tenía suficiente talento como para entonar sin desafinar fuera de su rango vocal. De cualquier modo, no pudieron confirmar que alcanzara las cuatro octavas, como también se suele creer.
En cuanto a las imágenes de su laringe, comprobaron que sus características modulaciones vocales se daban gracias a la vibración conjunta de los pliegues vocales y los ventriculares. Los primeros son los que normalmente vibran cuando hablamos o cantamos. Sin embargo, es muy poco común que también se produzca una vibración simultánea de los segundos. De hecho, este tipo de modulaciones, conocidas como subarmónicos, corresponden a un fenómeno muy poco común, que solo suele darse en un canto típico mongol, llamado Tuvan throat.
También es muy característico de Freddie Mercury el vibrato con el que hacía que sus temas fueran únicos cada vez que los interpretaba. Esta técnica vocal consiste en un cambio de tono regular y pulsante y se caracteriza por factores como la cantidad de variaciones tonales que se hacen y la rapidez con la que se ejecutan. Por lo general, durante uno de estos vibratos las cuerdas vocales vibran con una frecuencia situada entre los 5’4 herzios y los 6’9 herzios. Sin embargo, Mercury podía alcanzar fácilmente los 7’04 herzios.
Todas estas conclusiones se alcanzaron solo con vídeos y un imitador, que ha tenido que entrenar su voz para que se parezca a la que fluía de forma natural de sus cuerdas vocales. ¿A dónde habría llevado un análisis directo de su anatomía vocal? Eso nunca lo sabremos, ya que el VIH se lo llevó en 1991, cuando solo tenía 45 años. Afortunadamente, ni su voz ni sus canciones morirán mientras haya alguien que las escuche y las recuerde, por lo que podemos estar seguros de que Freddie Mercury vivirá en su música eternamente.
Con Información de: Hipertextual