WASHINGTON (AP) – Un grupo de científicos descubrió una nueva pista de que el mal de Parkinson pudiera comenzar no en el cerebro, sino en el apéndice.
Personas a las que se les extirpó el apéndice de jóvenes tuvieron menos riesgo de desarrollar la enfermedad cerebral años más tarde, dijeron los científicos el miércoles.
¿Por qué? Una mirada a tejido de un apéndice extirpado muestra que ese diminuto órgano, a menudo considerado inútil, parece ser un almacén de una proteína anormal que, si llega al cerebro, se vuelve una característica central del mal de Parkinson.
La gran sorpresa, de acuerdo con estudios publicados en la revista Science Translational Medicine: Muchas personas pudieran tener concentraciones de esa preocupante proteína en sus apéndices, jóvenes y viejos, personas con cerebros saludables y con Parkinson.
Pero no se apresure a irse al cirujano.
«No estamos diciendo que vaya y se someta a una apendectomía”, resaltó la neurocientífica y genetista Viviane Labrie, del Instituto de Investigaciones Van Andel en Michigan, que encabezó el equipo de los estudios.
Al fin y al cabo, hay numerosas personas sin apéndice que terminan con Parkinson y otras que tienen la proteína culpable pero nunca se enferman, dice el estudio.
Médicos y pacientes han sabido desde hace tiempo que existe una conexión entre el tracto gastrointestinal y el Parkinson. El estreñimiento y otros problemas del tracto son comunes en gente que luego comienzan a experimentar los temblores y otros problemas de movimiento que llevan al diagnóstico de la enfermedad.
El estudio publicado el miércoles va a impulsar los trabajos para determinar por qué y quiénes están realmente en riesgo.
«Es una pieza del rompecabezas, una pista fundamental”, dijo la doctora Allison Willis, especialista de Parkinson en la Universidad de Pensilvania que no participó en los nuevos estudios pero que dice que sus pacientes regularmente le preguntan sobre las conexiones gastrointestinales.
El principal funcionario científico de la Fundación del Mal de Parkinson, James Beck, que no fue parte de los estudios, afirmó que “existen muchas conexiones prometedoras”.
Apuntó que pese a su reputación, el apéndice tiene un papel en la inmunidad que pudiera influir en las inflamaciones. El tipo de bacteria que vive en el apéndice pudiera también afectar el Parkinson.