La terrorífica historia tuvo lugar el pasado viernes sobre las 22:30. Jaime Montemayor y su esposa, Maña Castillo, ambos naturales de México, entraron al ascensor del 875 North Michigan Avenue de 100 pisos. Dentro, junto a otras cuatro personas iban a pasar el peor momento de sus vidas.
Una vez que las puertas se cerraron, la pareja ha comentado a los medios que se oyó un fuerte pitido premonitorio de lo que iba a pasar, seguido de un polvo que comenzó a caer del techo donde estaban los seis. Según Montemayor:
Escuchamos un sonido muy fuerte, “clack clack clack clack clack”. Sabía que algo no estaba bien, algunos empezamos a rezar. Al principio creía que íbamos a morir. Íbamos bajando y luego sentí que nos caíamos.
En realidad, tanto Montemayor y su esposa como el resto de los ocupantes venían de estar en el piso 95 del rascacielos antes conocido como Centro John Hancock. En esa planta se encuentra un restaurante donde se puede comer con unas vistas privilegiadas de la ciudad. Los seis habían decidido salir del establecimiento a través del ascensor express, aunque con la mala fortuna que parecía que algo no iba bien ese día.
Otra de las seis personas que vivió el accidente fue un estudiante de derecho de la Universidad Northwester. El joven contó al Chicago Tribune que “el ascensor parecía iniciar un descenso lleno de baches. Luego comenzó a caer sin detenerse, a descender cada vez más y más rápido”.
Esa caída fueron nada menos que 84 pisos de descenso antes de detenerse bruscamente en algún lugar entre el piso 11 y el 12. Si durante el descenso a nadie le dio tiempo apenas de gritar, la violenta parada tras la caída disparó las pulsaciones de los ocupantes, quienes comenzaron a gritar y a contagiarse del nerviosismo unos a otros.
Gritos, lloros, pánico… Según explicó Montemayor:
En ese momento me agarré a mi mujer y nos abrazamos con fuerza. Estábamos atrapados en el ascensor.
El polvo que caía del techo ahora lo hacía con más fuerza, parecía claro que el ascensor estaba sufriendo para mantenerse. Lo cierto es que pasaron horas antes de que pudieran escuchar a alguien. Después de apretar el botón de emergencia, la seguridad del ascensor les comunicó que era posible que se hubiera suelto un cable. El pánico aumentaba en un grupo que no necesitaba mucho para multiplicar las pulsaciones.
No obstante, lo peor estaba por llegar.
Los seis ocupantes tuvieron que hacer frente a un nuevo problema: los bomberos no podían acceder debido a lo que se conoce en estos casos como un “conducto ciego”, término que se refiere a que no había puertas a través de las cuáles pudieran llegar hasta los seis ocupantes. Según explicó Patrick Maloney, jefe del Departamento de Bomberos de Chicago:
Todo se debía a un cable de elevación. Por suerte, los ascensores no dependen de uno solo y tenía otros que aún estaban conectados, evitando que el ascensor cayera al suelo. Fue una situación bastante precaria donde los cables que se rompieron estaban encima del ascensor. No pudimos hacer un rescate de ascensor a ascensor. Tuvimos que romper una pared para abrir las puertas del ascensor.
De hecho, en un intento por obtener una idea aproximada de dónde podrían estar las seis personas, los bomberos perforaron un agujero en el muro de hormigón y usaron una cámara con la que observar el interior de la estructura. “Una vez que hicieron eso, sabían qué paredes romper”, dijo el portavoz del Departamento de Bomberos de Chicago, Larry Langford, a varios medios.
El ascensor estaba atascado en el piso 11. Los bomberos atravesaron la pared de ladrillos creando un agujero a través del cual podían ver la mitad superior del ascensor. Desde dentro, el grupo atrapado podía escuchar a los bomberos abriéndose paso.
Una vez que llegaron hasta el ascensor, el quipo de bomberos utilizó puntales y refuerzos para asegurarlo, luego forzaron la puerta para abrirla y colocaron una escalera en el interior por la que irína subiendo las seis personas atrapadas. Finalmente, sobre las 3 am el rescate terminó con éxito. Ninguno resultó herido.
Mientras continúa la investigación un portavoz del Departamento de Edificios de Chicago ha explicado en un comunicado que el ascensor se había inspeccionado por última vez en julio y que la causa del mal funcionamiento del cable todavía no estaba clara.
