A unos días de que llegue Navidad, los dermatólogos Philippe Charlier y Nicolas Kluger se han apresurado a llamar públicamente la atención de la comunidad médica mundial sobre la escasez de estudios que adviertan a Papá Noel sobre los múltiples riesgos asociados al trabajo para el que se prepara, rigurosamente hablando, durante todo un año.
Para subsanar esta carencia en la especialidad que les compete, los doctores Charlier y Kluger han enlistado de manera minuciosa lo que seguramente servirá como guía de cuidados dermatológicos al médico de cabecera de Santa Claus, una vez que éste termine de repartir regalos y asista a su próxima revisión de rutina.
Tratándose EL UNIVERSAL de un diario siempre interesado en la salud de todos aquellos que (como Santa, el Conejo de Pascua y el Ratoncito de los Dientes) cada año se juegan la piel para hacer de este mundo uno más feliz para los niños, compartimos con nuestros lectores los puntos principales discutidos por estos expertos en el cuidado del rubicundo rostro y del resto de las abundantes dermis y epidermis del hombre del traje ídem.
El clima frío y hasta gélido característico del domicilio polar de Santa es propicio para que sufra de cutis seco, piel sensible y rosácea (hinchazón de los vasos sanguíneos debajo de la piel).
Siglos de exposición al frío han hecho que el pellejo santaclausdiano o papanoelesco sea susceptible a sufrir sabañones (inflamación de vasos sanguíneos), urticaria por frío (ronchas que causan picazón) y paniculitis (inflamación del tejido graso que se halla debajo de la piel) por frío, también conocida como “enfermedad de los helados” por haber sido observada en las mejillas de niños que chupan paletas, helados o cubos de hielo.
Cargar con el peso de la felicidad (y de los regalos) de nuestros pequeños somete a Santa a un nivel elevado de estrés que se incrementa de manera notable en diciembre. La combinación de estrés y el aumento del frío en la temporada hacen que Papá Noel sea proclive a una dermatitis seborreica que hace que su níveo cuero cabelludo se torne rojizo y escamoso. Así, es más probable que, cuando vemos a Papá Noel rascarse la cabeza, sea más por la caspa resultante que por tener que decidir si la conducta de Lupita o Pepito amerita el dron plegable equipado con cámara 4K que pidieron en su carta.
Santa soporta temperaturas extremas que van desde lo muy frío, al volar en su trineo a una gran altitud, hasta lo muy caliente, al descender una miríada de veces en regiones próximas al ecuador. Durante todo un día está expuesto a congelamiento de sus extremidades, quemaduras solares y, dado que no existen reportes de que en regiones tropicales mude su grueso traje por ropa más ligera y apropiada, sudoración intensa.
Pero uno de los mayores riesgos de trabajo para Santa es el cáncer, no tanto por la exposición a la radiación cósmica al volar (dado que no hay aún evidencia suficiente de que exista esta asociación), como por la exposición a sustancias cancerígenas presentes en el hollín de las chimeneas (de las casas que cuentan con éstas, claro está) y que puede provocarle carcinoma de células escamosas del escroto. Este tipo de cáncer fue uno de los primeros considerados como una enfermedad ocupacional (relacionada con el trabajo de quienes lo padecían) desde que en 1775 Percivall Pott observó su alta incidencia en quienes entraban y salían continuamente de las chimeneas para: a) limpiar el ducto; b) entregar juguetes; o c) robar casas. Como Pott bautizó esta enfermedad como “cáncer de los deshollinadores” y no “cáncer de los rateros” o, peor todavía, “cáncer de Santa”, sabemos cuál de las tres era la ocupación que garantizaba su aparición en esa época.
Cuando de riesgos dermatológicos para nuestro querido Santa se trata, no debemos olvidar que los renos son como lobos en piel de cordero, ya que pueden infectarlo con algún poxvirus (los virus de mayor tamaño) u ocasionarle alergia al epitelio de reno (¿epitelio “renal”? Seguro que no).
¿Y qué decir de los niños y de los duendes o elfos? En centros comerciales y lugares públicos siempre que Santa entra en contacto con alguno de los primeros para tomarse una foto se arriesga a ser infectado con virus e impétigo (infección de la piel causada por bacterias). Con respecto a los segundos… la literatura médica sobre enfermedades transmitidas por estos seres mágicos es nula, por lo que sólo podemos rezar por un milagro.
Los dermatólogos concluyen con dos recomendaciones para San Nicolás: 1) Consultar a un dermatólogo al menos una vez al año para discutir medidas de prevención. 2) Considerar la posibilidad de reubicar la residencia de Santa en alguna parte con temperaturas frías menos extremas, que podría ser México… si nuestro país garantiza la seguridad y el libre paso de renos, duendes y Santa, lo que, suponemos, no requiere de otro milagro navideño. ¡Feliz Navidad!
Con Información de: El Universal