diciembre 12, 2024
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diciembre 24, 2018 | 578 vistas

Shalma Castillo.-

Cd. Victoria, Tam.- Su trabajo es ampliamente reconocido. La enseñanza y el dominio tienen como base… la bota de militar.

Lo mismo rehabilita bolsas, cintos, botas,

zapatos, pero aún más… zapatillas.

De hecho, Luciano Ramírez, que aprendió el oficio desde hace 34 años, cuando junto a un sargento en retiro, comenzó a reparar calzado de la milicia…

Ahí inicio a coser, poner suelas, tapas, arreglar cintos, botas… renovar el calzado ha servido para sacar el sustento diario…

Originario de Veracruz, orillado por la necesidad, Luciano hoy tiene una amplia clientela. Habla con entusiasmo, comparte su experiencia. deja quieta la navaja, el martillo, el pegamento, los pequeños clavos y el grueso hilo de costura…

Toma un respiro y abre la puerta de su taller para exponer su historia… llena de anécdotas, plagada de trabajo… comparte así la experiencia de pese a todos los problemas, salir con fe siempre adelante…

 

CÓMO EMPIEZA EL OFICIO DE ZAPATERO

Nació por la necesidad…

“Como no estudié, tenía que buscar trabajo en algo, si hubiera tenido una carrera sería diferente”.

Platica que este oficio lo aprendió de un ex militar, un sargento retirado que vivía en su colonia.

“Él me enseñó con botas de militar, yo tenía como 26 años y me gustó, vi que salía el dinero y dije de aquí mero, me pegué con él y me enseñó a coser, poner suelas, tapas, de todo un poco”.

Luego de aprender, empezó el negocio en su casa, colocó un rótulo con el anuncio que decía renovadora de calzado el “Neolite” y los vecinos se fueron dando cuenta, después salía a domicilio hasta que se ubicó en un local, en el 16 Coahuila donde lleva ya 15 años.

Ahí siguió el oficio y dice que “gracias a Dios”, ahora está en un espacio más amplio, porque cuando recién llegó en el 16 estaba en un local aún más chico hasta que se desocupó en el que actualmente está.

Luciano presume que sabe poner suelas, tapas, más que nada en zapato de mujer, que son las que le llevan más trabajo, y que por lo regular tiene roce con ellas, porque son las que le llevan las zapatillas para arreglar las tapitas, también sobresuelas.

Lo más difícil de esa labor, confiesa que es poner suelas, que aunque parezca lo más fácil, no lo es; “porque hay que quitar el tacón, volverlo poner y que quede bien centrado, lo demás de costura es de rutina”.

Arregla desde botas vaqueras hasta botas tácticas de soldados, el calzado menos común que le han traído son las pantuflas, el ortopédico, a este le pone aumento.

 

EXPERIENCIAS DE UN ZAPATERO

Experiencias, hay muchas, pero nos cuenta dos de las que más recuerda… “un día llegó un cliente a que le pusiera una suela y la puse, y por quedar bien con él, le dejé bien limpios los zapatos y me dijo; ‘-oiga no me los hubiera pintado porque a mí el zapato brilloso no me gusta, ¿no podría quitárselo?; y agarré un trapo con agua y empecé a quitarle la boleada, a dejarlo sucio, y desde ese día para acá, tengo que preguntarle al cliente si los quiere boleados”.

En otra ocasión, llegó una señora a que le arreglara una bolso blanco; “me dice: me le cose la manilletas, cuando agarro el bolso, la mujer me dice -‘oiga por favor, no me la vaya a ensuciar’, para eso, que me acerco y le hago así (agarra con los codos) y le digo sabe qué señora, llévesela, fuera cura o fuera maestro, no trajera las manos así, llenas de pegamento y sucias, es que no puedo arreglar una cosa sin agarrarla”…

Sus manos, maltratadas, ásperas, llenas de pegamento, el cual a diario se lo tiene que quitar con thinner.

Platica que cuando le dejan los zapatos por meses, decide venderlos, porque luego se echan a perder y de plano los tira a la basura, y si son de piel les quita el cuero para parches; (muestra unas botas negras, de caballero), “aquí tengo estas botas desde hace como tres años que las dejaron, ya me las pagaron, y no las quiero vender porque están pagadas.

También, confiesa que hay zapatos que huelen a ¡rayos!… “han traído bastantes zapatos que huelen feo, ¡qué bárbaros!, ahí tengo el fabuloso, los rocío y los pongo afuera, de hecho hay una muchacha muy guapa que es mi clienta, pero ¡nombre, que bárbara!, le huelen bien fuerte los zapatos”…

 

SABER TRABAJAR Y QUE TE GUSTE LO QUE HACES

Cuchillos, pinzas, clavos, hilo, agujas, martillo y plantillas, son sus herramientas diarias…

“Atiendo de 7:30 de la mañana a siete de la tarde, horario corrido de lunes a sábado, los domingos los descanso, pero los días festivos no”.

Dice que con ello pone suelas, lo que le lleva hasta dos horas, en tapitas 20 minutos, y que por día arregla hasta diez pares de zapatos, cuando bien le va.

Con este oficio que tanto le apasiona, ha sacado a su familia adelante, aunque sus hijos no viven en Tamaulipas, a ellos logró darles estudios hasta preparatoria, porque ya no pudo más.

Dice que también tiene un hermano que es zapatero, a él lo enseñó a desarrollar toda esta gran labor, aunque el está en Alamo, Veracruz, donde hay zapateros y se cobra barato.

Dice que en la vida cotidiana además de arreglar zapatos, también sabe hacer carnitas, barbacoa, cueritos, le gusta la cocina, pero no se dedica a eso.

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