Mis respetos para el director M. Night Shyamalan que se supera con esta cinta que culmina y se autohomenajea en la saga superheroica de un autor definitivo, ya que quizás muy pocos hayan visto la cinta “Unbreakable” (“El Protegido”) en el año 2000 en las salas del cine, o puede que ni siquiera la hayan visto, pero es innegable el estatus de culto que ha ganado con los años y que mantiene su fama como una de las mejores películas de Shyaman hasta la fecha.
Ahora, con un nuevo interés ganado gracias al breve cameo de Bruce Willis interpretando nuevamente al personaje de David Dunn al final de “Split” (“Fragmentado”) en 2017, y la secuela “Glass” que cierra el arco narrativo de ambos filmes en una estupenda trilogía. En la sinopsis oficial en la trama se siguen los pasos de David Dunn mientras busca a la figura superhumana de “La Bestia” en una serie de encuentros puntuales.
En la sombra, Elijah Price (Samuel L. Jackson) parece emerger como una figura clave que conoce los secretos de ambos y es que tras la primera aparición de “la Bestia”, la ciudad de Filadelfia ha tenido que sufrir los estragos de las múltiples personalidades que habitan la cabeza de Kevin Wendell Crumb (James McAvoy). Sin embargo, en medio de la oscuridad podría surgir un héroe que hasta ahora solo se ha mantenido como un justiciero.
¿Pero qué podría pasar cuando el mundo descubra las habilidades del héroe y el villano? recordemos que en el año 2000, cuando Shyamalan se disponía a estrenar “El Protegido”, Studios Disney se negó a utilizar las palabras “superhéroes” y “cómics” en la promoción de la interesante película porque no quería atraer a “esa gente que va a las convenciones de los fanáticos del noveno arte”. Mucho ha cambiado en el cine hollywoodense de capas y mallas desde entonces.
Ahora, 19 años después, en plena era dorada de los superhéroes, Shyamalan no solo alza la voz para hablar de las historietas y superhombres al referirse a “Glass”, sino que trasciende el género sin dejarse contagiar por la fiebre las empresas Marvel/DC. Fiel a su estilo autoral, en su universo heroico no priman las grandes escenas de acción ni la espectacularidad fácil, y la única capa que ondea es la de David Dunn.
El cineasta norteamericano de origen hindú logra convertir en un cierre perfecto de una trilogía que hasta hace unos cuantos años creíamos perdida en Hollywood, en la concepción de unos héroes y unos villanos en el mundo real es suficiente para que nos entreguemos por completo a la historia de Shyamalan; mientras que el sello característico del director logra transformar el último acto en una pieza fundamental del cine de superhéroes.
Mi nueve de calificación bien ganado a “Glass” en esta fascinante culminación que funciona como un reverso de la tesis propuesta en el ya clásico filme contemporáneo de “Batman: El Caballero de La Noche”, porque si en aquella película exponía la necesidad del mito para construir una identidad y un sentido de pertenencia, esta cinta viene a decirnos que, en estos tiempos donde el cinismo y la posverdad se imponen, donde no se cree en nada o solo en lo que resulta conveniente, el poder distinguir lo evidente e incontrastable se convierte en un acto imprescindible.