diciembre 14, 2024
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febrero 10, 2019 | 569 vistas

Shalma Castillo.-

El estudio de la biología la capturó desde su infancia…

Hoy, su meta es fija, tiene como plan personal alcanzar el doctorado.

Instalada en Boston, considerada la capital de la biotecnología de Estados Unidos, Clarissa Álvarez García, victorense de 25 años, forma parte de la empresa de este importante ramo.

Su enamoramiento de la Biología la llevó, en un increíble paso ascendente hasta Harvard, es una historia que detalla paso a paso, con emoción, entrega y dedicación.

Los mismos ideales que la han llevado a dominar, aparte de la lengua materna, el inglés, alemán y francés.

 

ENAMORADA DE LA BIOLOGÍA

Hay tres motivos que la impulsan a estudiar el ramo de la biología; una, es que esta materia se vuelve la favorita por una maestra de la primaria y secundaria, que la hace muy interesante.

Otra razón, es porque desde siempre le ha gustado la ciencia, y desde niña se visualiza como científica.

Y la tercera, es por experiencia familiar; durante la niñez de Clarissa, lamentablemente fallece una tía a causa del cáncer de páncreas; “en ese entonces, con solo seis años de edad, yo no entiendo lo que está pasando, le pregunto a mi papá, ¿pero por qué muere si los doctores la trataron? y lo que me responde es que para eso hay cura, y de ahí es cuando nace el interés de querer ser científica y encontrar la cura para lo que no hay”.

LA OPORTUNIDAD PARA LLEGAR A HARVARD

La historia de cómo llega a Harvard es muy curiosa, pues todo sucede luego de una publicación en un grupo de Facebook de la bolsa de trabajo de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad, donde postean una vacante y como requisitos piden tener buenas calificaciones, nivel de inglés, interés en aprender microscopía confocal y microscopía electrónica y debe mandar el currículum a cierto correo.

“Recuerdo que le enseño la publicación a mi hermana y le digo; cómo alguien de Harvard está buscando a personas en México posteándolo en un grupo de Facebook… en eso pienso que no pierdo nada y mando mi currículum a ese correo, al siguiente día me marcan y me dicen que contacte a un investigador que trabaja en la facultad de medicina; para eso, yo lo contacto y agendo cita con él para el siguiente lunes; llega el día y voy con él a esa entrevista y me dice -‘sabes qué, me encanta la entrevista, tu currículum y te quiero mandar como recomendada con mis compañeros del posgrado de Harvard, manda tu currículum en inglés a tal correo’-entonces yo mando ese mail y después me programan una entrevista por Skype, y dos semanas después recibo una carta de aceptación al programa”.

Dice que la experiencia en Harvard es muy bonita, el ver cómo los estudiantes y escuela mantienen un balance y no nada más es gente matada, sino que también hay personas inteligentes, relajadas, sociables; la estructura de la escuela funciona de una manera excelente y eso la motiva a seguir con un posgrado.

 

BOSTON, CAPITAL BIOTECNOLÓGICA

Después de estar tres meses en Harvard realizando la pasantía, queda enamorada de la ciudad y decide regresar para continuar con el proyecto, y estando allá consigue trabajo en la empresa en que está actualmente, ya que quiere tener más experiencia en industria, antes de empezar un posgrado.

Esta ciudad es una de las capitales biotecnológicas, en Estados Unidos hay muchas compañías que se relacionan a esta rama.

Clarissa trabaja como asistente de investigación, en el área de preparación de los reactivos que están a la venta; platica que un día laboral para ella, básicamente consiste estar en el laboratorio haciendo experimentos, recibir materia prima para poder crear los reactivos, que después son empaquetados en forma de kits.

“Los kits de diagnóstico son reactivos que se utilizan en la microscopía y ayudan a detectar moléculas en tejidos, por ejemplo: si una persona tiene un tejido de cáncer de mama, se utilizan los reactivos que son específicamente para detectar ciertos marcadores que dicen si el tejido está enfermo con base a las imágenes que se obtienen”.

 

LA VIDA EN ALEMANIA

Durante el 2014 – 2015 reside en Alemania, y comparte que el choque cultural al principio es duro, sobre todo por la comida, pero se considera una persona fácil de adaptar y disfruta del proceso de conocer cosas nuevas; tanto el ambiente ecológico, reglas, avances tecnológicos, así como del carácter frío de los alemanes.

En el clima se puede presenciar las cuatro estaciones, desde las hojas naranjas de otoño, hasta la nieve del invierno.

Alemania es muy verde, la universidad está en medio de un bosque, rodeada de árboles y la ciudad, Saarbrücken, se encuentra pegada a Francia y hay muchas personas que hablan francés, y dice que cuando algo no puede decir en alemán, opta por cambiarlo al francés.

Dice que de ahí sale la oportunidad de viajar a muchos países europeas entre ellos: Holanda, Bélgica, Croacia, Cracovia, Hungría, Francia, Suiza, Italia, España.

 

VIVENCIAS PARA RECORDAR

La primera vez que va a Berlín, coincide en la fecha con el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín, ese día la ciudad tiene fiesta, el muro se decora con lámparas y globos simulando el Muro de Berlín y en la noche se suelta uno por uno, en el evento, Angela Merkel da un discurso, toda una hermosa experiencia.

Otra anécdota divertida por las calles de Berlín, es cuando pasa por un punto turístico y ve un carro BMW eléctrico, de los más lujosos, y Clarissa se acerca a la persona y le pregunta sobre el auto: ¿qué carro es?, ¿cuánto cuesta?, si lo tienen en exhibición y el chavo responde que cuesta tantos miles de euros, y dice que están juntando a tres personas que quieran tomar un paseo en el carro para mostrarles cómo funciona.

“Yo que me apunto de copiloto y otras dos chavas hermanas también. El paseo, de alrededor de 40 minutos, es por todas las atracciones turísticas de Berlín, pasamos por lo que queda del Muro de Berlín, la Puerta de Brandenburgo, entre otros, y finalmente nos regresan al mismo punto, no nos cobran nada por ese paseo, una experiencia genial”.

Y de las vivencias en Boston, además de presenciar un maratón internacional y ver a muchos mexicanos correrlo, con la playera puesta o la bandera de México, es una emoción grandiosa, que la hace unirse a la porra con más mexicanos desconocidos.

También, la experiencia de vivir un Thanksgiving con una familia americana, es algo nuevo; “un día festivo muy bonito, le dan más importancia que a la Navidad aquí, porque todo mundo se dedica a dar gracias, es algo fuera de religión, solo un día para agradecer”.

 

MÉXICO NECESITA MÁS CIENCIA

Estar en el extranjero, la hace darse cuenta de muchos progresos que existen en el mundo, pero también de carencias que hay en México; “me encantaría poder ser parte del progreso, aportar a mi país algún día”.

En México hace falta la regulación, leyes que regulen a lo que la tecnología va a llegar en un momento, como por ejemplo: bebés transgénicos, plantas transgénicas, la ciencia va avanzando mucho más rápido que lo que avanzan las regulaciones, también faltan más empresas y empleos para los científicos”.

En México, con el hecho de estudiar ciencias, te vuelves investigador académico, o haces algo distinto a tu carrera, y faltan empresas para ello.

“También se requiere de apoyo del Gobierno; hacer más programas, becas, no dejar a la gente en el extranjero, hacer de México un lugar que no sea fuga de talento, sino que la gente que sale al exterior a realizar un posgrado, quiera volver a México a poner de su parte”.

 

PLANES A FUTURO

Clarissa tiene como siguiente propósito realizar un doctorado en biología computacional, y la posibilidad de aplicar en Boston, Texas, California, regresar a Alemania o Canadá.

“Estoy abierta a irme a cualquier parte del mundo, tengo varias opciones para poder aplicar en algunos dos años, ya que esté un poco más preparada”.

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