Durante sexenios, la fotografía presidencial ha sido una costumbre en las oficinas gubernamentales; la imagen del mandatario en turno vigilante e invasivo sobre los servidores públicos. Algunos dirán que es parte del ceremonial republicano; otros, que alienta el culto a la personalidad. Lo indudable es que al menos desde Abelardo Rodíguez (1932-1934) ha sido una constante en todas las dependencias tener un retrato fotográfico tipo Gran Hermano siempre presente.
Sin embargo, Andrés Manuel López Obrador decidió romper con esa tradición, confirmó a MILENIO el equipo de Comunicación Social de la Presidencia.
El jefe del Ejecutivo optó por no tener una fotografía oficial presidencial y, por tanto, desde el 1 de diciembre tampoco hay este tipo de imágenes en las oficinas de las dependencias federales.
“Es el respeto a la investidura, pero no la promoción de la persona”, aseguró Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la Presidencia.
Esta determinación del Presidente no es nueva. Durante su gestión en el entonces Distrito Federal (2000-2005), el tabasqueño tampoco tuvo una fotografía oficial como jefe de Gobierno.
En ese tiempo López Obrador decidió usar, en cambio, una imagen de Benito Juárez y parte de la frase del Benemérito de las Américas: “Los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir en la honrada medianía”.
Distintos integrantes de su primer círculo aseguran que, incluso, le han propuesto pagar por la fotografía oficial para continuar con la simbología republicana, pero el tabasqueño lo ha rechazado.
El propio López Obrador recurre al tema de la austeridad para romper con la tradicional foto presidencial.
En julio pasado, apenas unos días después de ganar la elección presidencial, en uno de los 50 puntos que enumeró como parte de su plan de austeridad republicana en el gobierno, ofrece que desaparecerán las partidas para vestuario o cualquier gasto de protocolo y ceremonial dedicado al Presidente, a sus colaboradores cercanos y a familiares.
No obstante su negativa, López Obrador hizo una excepción. La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) le pidió una fotografía en su calidad de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas para ubicarla al tope de los escalafones castrenses en las zonas y regiones militares del país, por encima de generales y coroneles.
La imagen fue tomada en el despacho presidencial, en Palacio Nacional, y estará en las instalaciones de la Sedena, aunque está en proceso de entrega.
“Es una foto buena, profesional”, afirmó el vocero de la Presidencia, quien aclaró que no tuvo ningún costo porque fue tomada por el propio equipo de Comunicación Social.
La fotografía presidencial ha sido todo, menos barata. Tan solo en la pasada administración se gastaron más de dos millones de pesos en la sesión, impresión, montaje y reproducciones de la imagen de Enrique Peña Nieto.
De acuerdo con diversas solicitudes de información, la sesión del ex presidente se realizó el 29 de diciembre de 2012 y estuvo a cargo de Héctor Armando Herrera Peralta.
La familia Herrera ha tomado casi todas las fotografías oficiales desde José López Portillo, aunque sus antecedentes provienen del medio artístico. Tan solo a Herrera Peralta, la Presidencia de Peña realizó cinco pagos por un millón 661 mil 634.40 pesos, a través de cuatro contratos celebrados con la Coordinación General de Administración en 2012, 2013, 2014 y 2016, según consta en el Portal de Obligaciones de Transparencia.
Todos estos contratos: AD-044-12, AD-052-047-13, AD-011-013-14 y AD-013-019-16 se concretaron vía adjudicación directa y se justificaron por conceptos de “servicio” de sesión, reproducción —en tres ocasiones—, impresión y montaje de la fotografía oficial presidencial.
A este monto entregado a Herrera Peralta, quien también tomó la fotografía presidencial de Felipe Calderón, por 234 mil pesos, hay que añadir otros conceptos por los que pagó la pasada administración priista.
En 2012 también se reportó el pago de 136 mil 474 pesos a Reproducción Talleres Gráficos por 15 mil reproducciones de la fotografía de Peña Nieto.
De igual forma, en el contrato AD-044-12 se detalla que fueron impresas 477 reproducciones “que fueron distribuidas en las dependencias de los poderes Ejecutivo, Legislativo y de los gobiernos estatales que lo solicitaron”, con un costo de 309 mil 345.85 pesos. También se detalla la entrega de 141 mil 984 pesos para Óscar Parra Espinosa a mediados de 2012 por el servicio «especializado» de fumigación de obras de arte.
Sumados todos estos conceptos, el gobierno de Peña Nieto gastó más de do millones de pesos por la última fotografía oficial.