Concebida aparentemente para «proteger la cultura» y sancionar el lenguaje sexista o vulgar, concretamente el reggaetón, una nueva disposición pretende que los artistas se profesionalicen y vinculen con el Ministerio de Cultura, está levantando polémica en Cuba.
Así mismo condena el «intrusismo profesional», en un país con talentos de conservatorio, donde abunda la espontaneidad artística, con músicos «de oído», que brotan en La Habana Vieja, que tocan por propinas de turistas y son llamados «soperos» (trabajan por la sopa).
Esta norma 349, reemplaza una de 1997, prevé sancionar a quien viole los límites «de sonidos y ruidos», use irresponsablemente símbolos patrios o tenga «conductas violatorias de las normas y disposiciones vigentes en materia de política cultural».
Esta norma otorga a inspectores la capacidad de veredicto y es calificada por los artistas como «incompleta», «nebulosa» u «oscura» e incluso como «decreto mordaza».
Con información de: www.infobae.com