BARCELONA, España (AP) — Carlos Acosta pensó que era la respuesta a sus oraciones cuando pudo llevarse a su hijo de Venezuela, donde los hospitales carecen de suministros básicos, a España para un trasplante de médula ósea.
Pero Jesús Acosta, de 12 años, y al menos otros ocho niños gravemente enfermos se han convertido en víctimas involuntarias de las sanciones estadounidenses a empresas vinculadas con el gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro.
Las cuentas de Acosta y Jesús, quien ya fue operado pero requiere tratamiento y posiblemente un segundo trasplante, habían sido pagadas por la “Fundación Simón Bolívar” con sede en Houston, fundada por Citgo, subsidiaria de la petrolera venezolana PDVSA.
Pero la semana pasada, Acosta y los padres de otros ocho niños bajo tratamiento en Barcelona recibieron una carta de la fundación que decía que ya no podía apoyarlos debido a la crisis diplomática entre Washington y Caracas.
La carta decía: “Desgraciadamente, debido a los cambios recientes en las normas legales y las sanciones impuestas por Estados Unidos a Venezuela y Petróleos de Venezuela («PDVSA»), se le ha prohibido a la Fundación pagar los servicios y gastos incurridos por el Paciente a partir del 26 de febrero de 2019”.
El correo electrónico con la carta incluía pasajes de avión para que los Acosta padre e dijo volaran de regreso a Venezuela el domingo.
Acosta dijo que él y Jesús no irán a ninguna parte.
No pueden. Jesús, cuyo sistema inmunitario es débil, sería sumamente vulnerable a cualquier enfermedad durante el vuelo.
Y una vez en casa, dijo Acosta, no podría garantizar que recibiera la sangre para las transfusiones que necesita desde los cinco meses de edad, cuando le diagnosticaron talasemia, un trastorno sanguíneo por el cual su organismo no produce suficientes glóbulos rojos. La hiperinflación en Venezuela ha elevado los precios fuera de su alcance y provocado escasez de medicamentos, guantes quirúrgicos, jeringas estériles y otras necesidades básicas, añadió.
Regresar significaría una sentencia de muerte para Jesús, dijo Acosta a The Associated Press desde el apartamento donde se aloja desde que arribó a Barcelona en julio.
“Gracias a Dios fue llamado para lo del trasplante”, dijo. “Pero ahorita Venezuela no es segura para nada con respecto a la salud”.
Acosta no criticó las sanciones con las que el gobierno de Donald Trump espera presionar a Maduro para que deje el cargo y permita que asuma Juan Guaidó, reconocido como presidente interino por Estados Unidos y decenas de países. El mes pasado, Estados Unidos prohibió a las empresas que mantengan transacciones con PDVSA. Eso le dificulta al régimen de Maduro acceder a activos y ganancias en el exterior, incluidas las de Citgo. Se prevé que Estados Unidos intente entregar el control de Citgo a personas escogidas por Guaidó.
Acosta espera que si Guaidó toma el poder, el dinero volverá a llegar a las familias a través de la fundación.
“En Venezuela estamos viviendo situaciones que son críticas, esta fundación era la opción que teníamos”, dijo Acosta, que trabaja en la compañía de electricidad de Ciudad Bolívar, 480 kilómetros al sureste de Caracas.
Los otros niños venezolanos bajo tratamiento en el hospital Sant Joan de Deu padecen tumores cerebrales, glaucoma, leucemia y trastornos cardíacos.
Aparte de pagar los gastos médicos, los pasajes de avión y el alojamiento de los pacientes y sus padres, la fundación les pagaba un estipendio mensual de 930 euros.
Pero los pagos cesaron hace semanas.
Afortunadamente, el Sant Joan de Deu pagó el alojamiento de este mes. Acosta, que no puede trabajar legalmente en España, y los otros padres comen gratuitamente en la cafetería del hospital.
Toni Arias, directivo del Sant Joan de Deu, dijo a The Associated Press que la Fundación Simón Bolívar le había provisto de fondos suficientes para el tratamiento médico de nueve niños. Dijo que el hospital está tratando de conseguir fondos de fundaciones locales y el gobierno para los gastos de los padres.
“No les vamos a permitir que les dejen en la calle”, aseguró.
Sant Joan de Deu dijo que si bien garantizará el tratamiento de estos pacientes, no llegarán otros niños a través de la Fundación Simón Bolívar.
Sandra Manzanares, agente de seguros en Valencia, Venezuela, es la madre de un niño que ha quedado en el limbo.
Javier, su hijo de 14 años, padece una reacción en la piel provocada por un trasplante de médula ósea que recibió en Sant Joan de Deu en 2017. Pensaba regresar con él a España para continuar el tratamiento, pero esos planes han quedado en suspenso. Dijo que sabía de otros tres niños en la misma situación.
Manzanares dijo a la AP vía telefónica que en Venezuela puede conseguir apenas la mitad de los medicamentos que su hijo necesita diariamente.
“Puede que sí hayan congelado fondos, pero se pueden buscar soluciones. Más en el tema salud. No es cualquier cosa, es la salud de niños”, afirmó.
La Fundación Simón Bolívar y Citgo no respondieron de inmediato a los pedidos de declaraciones.
De acuerdo con su sitio web, además de ayudar a venezolanos a obtener tratamiento en el exterior desde 2008, la fundación apoya financieramente a pacientes y programas en cinco hospitales estadounidenses.
Jesús vive en el departamento con su padre desde que le dieron el alta del hospital hace dos semanas. Concurre regularmente al hospital y requiere tratamiento por al menos siete meses más.
Acosta tiene instrucciones estrictas sobre la cocción de los alimentos de su hijo, el aseo del departamento y que debe mantenerlo alejado de las multitudes para que no sufra infecciones o enfermedades.
Jesús dice que echa de menos a su madre y un buen juego de béisbol, pero prefiere seguir en España.
“Prefiero aquí”, dijo. “Hay más higiene”.