Científicos de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) estudian la edad de los árboles en la Reserva de la Biósfera El Cielo, para obtener datos que permitan conocer cómo han sido las variaciones del clima en esta zona, incluso de períodos de hasta 500 años.
La investigadora del Cuerpo Académico de Ecología y Conservación de la Diversidad en la UAT, doctora Claudia Cecilia Astudillo Sánchez, destacó que con esta información se podrían generar planes de manejo sustentable para la flora y fauna en esta región tamaulipeca o estrategias previsoras de sequías para el sector agropecuario.
La especialista comentó que por medio de técnicas de dendrocronología (estudio de la edad y crecimiento de los árboles) se trabaja con encinos y sabinos en la Reserva de la Biósfera, para determinar cómo han sido las condiciones y variaciones climáticas.
“Mi línea de investigación es Ecología Forestal, me enfoco en el estudio de las comunidades de árboles y su relación con otros organismos, y con el ambiente que nos rodea. Dentro de esa área aplico la técnica de la dendrocronología, que nos permite saber la edad y el crecimiento de los árboles a través del tiempo”, explicó.
“La idea es analizar a través del tiempo el crecimiento de un árbol en particular y relacionarlo con las condiciones ambientales del lugar donde está creciendo, así que podemos saber exactamente cómo fueron las condiciones climáticas, por ejemplo de cada año, o qué eventos ecológicos sucedieron en un año específico”.
“A lo mejor la presencia de una plaga, tal vez la ocurrencia de un incendio, todos esos datos del ambiente pueden estar registrados en el crecimiento del árbol, son registros ecológicos muy confiables”, indicó.
Explicó que el proyecto se está realizando en la zona conocida como el Bosque de Galería, caracterizando los sabinos, también conocidos como ahuehuetes: “Esta especie es la más longeva de los árboles que existen en México, eso quiere decir que la cantidad de datos ecológicos que esa especie nos puede dar es mucha”.
“Hay árboles de sabino que incluso alcanzan el milenio de años, podemos analizar cómo ha variado el clima a través de cientos de años, queremos aprovechar esta especie para hacer una reconstrucción climática de la Reserva de la Biósfera, específicamente queremos hacer una reconstrucción de la precipitación en esa área”.
“Considerando la longevidad de los árboles, podemos analizar datos de mínimo 500 años atrás. Se usa una herramienta básica para obtener los núcleos de crecimiento. El crecimiento de los árboles va a variar de acuerdo a las condiciones climáticas y el ancho de los anillos va a variar, eso puede indicarnos qué cantidad de lluvia cayó; mucha, si son muy anchos, o poca, si son muy delgados, después, con otras técnicas se hace un estudio numérico”.
“Ya con estos datos, porque nos lo está ofreciendo un ser vivo que ha vivido ahí por ciertos de años, podemos saber qué nos depara, cómo ha variado este clima de fechas atrás a la actualidad, qué condiciones climáticas nos esperan a futuro, y tener datos suficientes que nos permiten establecer las estrategias de riesgo, de acondicionamiento o de prevención por ejemplo de sequías, estos datos se pueden utilizar en el sector agropecuario o para la conservación de la biodiversidad”, puntualizó.
Mencionó que el proyecto es apoyado por el Programa para el Desarrollo Profesional Docente (Prodep) y se está haciendo en colaboración con el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap) Durango, que apoya con el Laboratorio Nacional de Dendrocronología y con el Instituto de Ecología Aplicada (IEA) de la UAT, que aporta la experiencia del trabajo de campo.