abril 19, 2024
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febrero 27, 2019 | 223 vistas

Hannah despertó y abrió los ojos. No veía nada. Le pidió a sus amigas que abrieran las cortinas pero le respondieron que ya lo habían hecho. Entonces se levantó a prender la luz pero todo seguía igual.

La noche antes había bebido vodka adulterado. Lo supo cuando en el hospital le confirmaron que sufría envenenamiento por metanol y que además sus riñones habían dejado de funcionar. Tuvo que pasar 18 meses en diálisis antes de que su madre le pudiera donar uno.

El suceso ocurrió en agosto del 2016, cuando Hannah tenía apenas 23 años. Hoy todavía no recupera la vista por completo pero ha comenzado a ver imágenes borrosas. Hasta la fecha nadie se ha hecho responsable.

Aquellas vacaciones a la isla de Zante, en Grecia, resultaron trágicas en todos los aspectos. Sus amigos habían bebido lo mismo y también habían sufrido calambres en el estómago y vómitos, pero no los efectos a largo plazo que ella.

«Nadie quiere asumir responsabilidades, yo no esperaba que lo hicieran, pero creo que alguien debería hacerlo. O el bar sabía que vendía alcohol adulterado o alguien lo preparaba. De cualquier manera, eso no tiene nada que ver conmigo y yo no lo hubiese tomado si hubiese sabido».

Todavía se despierta sin recordar que quedó ciega. Busca el maquillaje o la sombra de ojos, intenta abrir los cajones y sólo ve cajas negras. Es ahí cuando su memoria se refresca, informa BBC News.

Según sus investigaciones, «el vodka adulterado se vende a bares que rellenan sus botellas de Smirnoff reales y por eso nadie desconfía de su contenido. Así les dura más, sirven menos porque es más fuerte pero del mismo modo peligroso».

Con Información de: SDP

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