Alfredo Guevara.-
Cd. Victoria, Tam.-
La iglesia cristiana ha incrementado sus congregaciones, producto de la llegada de personas atemorizadas, agobiadas e incluso, aquellas que han sido víctima de la inseguridad que impera en municipios como la Capital del Estado, confirmó Luis Armando González Isás.
El presidente de la Fraternidad de Pastores Cristianos y Evangélicos de Ciudad Victoria expuso que a las iglesias han llegado personas, hombres y mujeres con cierto temor, buscando ser escuchados por Dios, en espera de recibir ayuda pastoral, consuelo o palabras de aliento para enfrentar una situación de esa naturaleza.
Aunque pudiera decirse que es esporádico, a la iglesia también han llegado quienes han sido víctimas de la inseguridad, después de haber visto un hecho, tras haber sido despojado de su dinero, auto, o bien, de algún acto relacionado con la delincuencia.
“La gente se está acercando a Dios y eso lo estamos viendo en la iglesia, es terrible que sea por la delincuencia, cuando en todo caso debería ser en un momento para estar bien” estableció González Isás.
Hay iglesias que si bien empezaron con cinco cristianos, en un promedio de ocho años casi son 500, como resultado de que se han acercado feligreses, por lo que ven, escuchan o son víctimas de la inseguridad.
“Cuando vienen con nosotros los escuchamos, oramos, y pedimos a Dios por ellos, porque tengan paz y consuelo, después se quedan y religiosamente acuden a hacer oración y forman parte de nuestra comunidad cristiana” subrayó.
Indicó que el cristianismo existe y cada vez se fortalece, con la llegada de personas que creen en Dios, como también de quienes han sido víctimas de robo, asalto o testigos de un evento relacionado con la inseguridad que impera en lugares como la Capital del Estado.
Declaró que a la iglesia cristiana también han llegado, aunque en casos esporádicos, personas que se dedicaban a delinquir, arrepentidos de hacer hecho lo que hicieron en contra de su prójimo, pero con la intención de reconciliarse con la población y recibir el perdón de Dios, que sólo se logra cuando se recibe de buena fe.
