Matías Darroux Mijalchuk, el nieto número 130 de las Abuelas de Plaza de Mayo en ser recuperado en Argentina, señaló que la búsqueda de su origen y su familia «no es una necesidad de reconocimiento, es una necesidad de verdad”.
“Quiero saber la verdad sobre lo qué les pasó, quiero saber si tengo un hermano o hermana. No es una necesidad de reconocimiento, es una necesidad de verdad”, reiteró Matías, quien tenía cinco meses cuando fue hallado por una mujer cerca de la Escuela Mecánica de la Armada (Esma), un centro clandestino de detención y de tortura de la dictadura militar (1976-1983).
En entrevista con el diario local Página 12, Matías, quien ahora tiene 41 años, señaló que hace tres años, la genética le confirmó un montón de sospechas. En junio de 2016 supo que era hijo de Elena Mijalchuk y Juan Manuel Darroux, una pareja desaparecida en diciembre de 1977.
Indicó que poco sabe de la historia de sus padres, de las circunstancias en las que fueron secuestrados, de dónde estuvieron encerrados ni cuál fue su destino. Por eso decidió sacar a la luz su historia.
Darroux Mijalchuk recordó que siempre sospechó que las personas que lo criaron eran sus padres adoptivos.
Me contaron que una mujer lo encontró en la calle y lo llevó a la comisaría, desde donde lo enviaron al Hospital de Niños y la Casa Cuna y al otro día ya estaba con su familia de crianza, con la que asegura «no encajaba», pues era «más bien burguesa, tirando a la derecha y yo tenía ideas más tirado a la izquierda».
Siempre discutía con su abuelo de crianza y una de las frases con las que él terminaba esas discusiones era “querido, son los genes”.
En 2006 se acercó a la filial de Abuelas Córdoba para iniciar la búsqueda de su identidad y de su familia, y 10 años después conoce su identidad.
La primera cruza con las muestras en el Banco Nacional de Datos Genéticos dio negativa. Una década más tarde, con el perfil de Juan Manuel Darroux cargado, la compatibilidad fue del 99.9 por ciento.
“Ahora sé que mi papá era asmático igual que yo, que soy parecido físicamente, que tengo el mismo tono de voz, que tengo el pelo de mi mamá. Todo eso también completa el autoconocerse, aporta a la verdad. Suma un montón”, agregó.
Señaló que con Roberto Mijalchuk, el hermano de Elena, entabló un vínculo profundo y le agradeció por nunca haberlo dejado de buscar. Javier Matías explicó que sus padres se convirtieron en dos fantasmas, pues solo tiene datos aislados y contradictorios de ellos.
Consideró que uno de los datos más fuertes es que su madre, Elena, se hacía llamar Alicia y una característica muy común en la militancia de esa época era cambiarse el nombre, moverse con seudónimos.
La parte de su padre es más compleja, porque había tenido instrucción militar, había trabajado en la Prefectura.
Elena y Juan Manuel desaparecieron a fines de 1977. En mayo de 1999, Roberto denunció la desaparición de su hermana embarazada, su cuñado y su sobrino.
Javier Matías llamó a las personas a conocer su origen, que tomen conciencia social, que piensen que es una búsqueda colectiva, no individual, porque «forma parte de la genética de nuestra nación, nuestra identidad como argentinos».
Durante casi 40 años, Roberto Mijalchuk dejó activa una línea de teléfono, con la esperanza de que algún día sonara el aparato y pudiera reencontrarse con su hermana desaparecida.
Pero cuando sonó, no fue su hermana la que apareció, sino su sobrino, que en el momento de la desaparición estaba con su madre y entonces tan solo tenía pocos meses de vida.
«Gracias, tío, por no dejar de buscarnos»,manifestó Javier Matías Darroux Mijalchuk esta semana ante la prensa, tras descubrir que es hijo de desaparecidos durante el último régimen militar en Argentina.
Darroux Mijalchuk, de 41 años, fue presentado esta semana como «el nieto 130», el más reciente argentino al que las Abuelas de Plaza de Mayo ayudaron a descubrir su identidad.
El joven protagonizó un emotivo reencuentro público con su tío en una multitudinaria presentación, con el objetivo de llegar a conocer más detalles de su pasado y animar a otros a dar un paso al frente, «juntar coraje» y descubrir la verdad.