Washington, 23 Jun (Notimex).- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aprobó ataques cibernéticos contra los sistemas de misiles de Irán, luego de que Teherán derribó a un dron militar de vigilancia estadunidenses que presuntamente violó su espacio aéreo, revelaron hoy los diarios The Washington Post y The New York Times.
Los ataques cibernéticos contra varios sistemas informáticos y una red de espionaje vinculada con la Guardia Revolucionaria de la República Islámica (IRGC) -fuerza de élite iraní- fueron lanzados el jueves pasado en secreto por el Comando Cibernético de Estados Unidos por orden de Trump.
Funcionarios estadunidenses, citados por los diarios, revelaron que los ataques habían sido planeados durante varias semanas, luego de los ataques del 13 de junio pasado contra dos petroleros en el golfo de Omán, los cuales según Estados Unidos fueron obra de Irán.
De acuerdo con las fuentes, Trump autorizó en secreto al Comando Cibernético de Estados Unidos realizar un ataque cibernético en represalia contra Irán, luego de que suspendió a última hora un ataque militar contra el país islámico, en represalia al derribo, por considerar que no sería una respuesta “proporcionada”.
Los ciberataques deshabilitaron los sistemas informáticos, que controlaban sus cohetes y lanzamisiles, aunque se desconoce si los piratas informáticos lograron acceder a sus redes, destacaron los funcionarios estadunidenses en calidad de anonimato.
El director del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Christopher C. Krebs, emitió la víspera la advertencia de que Irán ha aumentado sus actividades cibernéticas contra industrias estadunidenses, en particular energéticas, y agencias gubernamentales, advirtiendo que su «ciberactividad maliciosa» iba en aumento, aunque ahora resulta que fue a la inversa.
El lunes pasado, funcionarios iraníes afirmaron que desmantelaron una gran red de espionaje en línea dirigida por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), aunque hizo referencia a una operación de hace más de 0cho años, Teherán se infiltró en una red de comunicaciones de la dependencia estadunidense.