La relación de los animales salvajes con los humanos no es muy frecuente, pues al estar en territorios protegidos a sus anchas, los animales no tienen la costumbre de tratar con personas, mucho menos hay confianza para dejarse tocar o ser asistido.
Esto es más difícil para los rescatistas cuando el animal en cuestión es una águila calva norteamericana, quien no acostumbra relacionarse con nadie, pero al estar mojada, aparentemente era incapaz de cuidar de si misma.
Ante ello, descubrió un grupo de aventureros que bajaban por el río Susquehanna en Maryland, quienes marcaron al numero de Susquehannock Wildlife Society, un grupo que se dedica a la protección y rescate de la fauna.
Al acudir con el animal de inmediato se dieron cuenta de que su estado era delicado, por lo que se acercaron con mucho cuidado a ella sabiendo que cualquier movimiento podía causar que se asustara y diera un paso en falso.
Para su buena fortuna al parecer el águila se dio cuenta de las intenciones de los rescatistas, por lo que teniendo en claro que eran su única esperanza no opuso resistencia, e incluso, permitió que la envolvieran en una toalla.
Luego de curar su ala, aplicarle vacunas y darle toda la atención que necesitaba, los cuidadores prepararon al águila para su regreso a la vida salvaje, y cuando remontaba el vuelo, dudó un momento.
Las personas habían sido tan gentiles con ella, que no quería dejarlos, y aunque la llamada de la naturaleza fue más fuerte, damos por hecho que las suaves toallas de los rescatistas acariciando sus plumas serán difíciles de olvidar.