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septiembre 7, 2019 | 221 vistas

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a través de su campus en Yucatán, dio a conocer el hallazgo de una nueva especie marina en la isla de Cozumel, Quintana Roo.

Los autores de este este hallazgo y posterior investigación que ya fue publicada en «Molecular Phylogenetics and Evolution», según la principal casa de estudios del país, son Guadalupe Bribiesca-Contreras, Tania Pineda-Enríquez, Francisco Márquez-Borrás, Francisco Alonso Solís-Marín, Heroen Verbruggen, Andrew F. Hugall y Timothy O’Hara.

Se trata del tercer ofiuroideo cavernícola en el mundo y pertenece al grupo taxonómico de los equinodermos y está en peligro de extinción.

“Ophionereis commutabilis es el nombre de una especie cavernícola de ofiuroideo recién descubierta en la cueva El Aerolito de Cozumel, Quintana Roo”, precisó.

Los ofiuroideos son un grupo de animales marinos con características distintivas en su piel. Su mismo nombre en griego los define, pues es un equinodermo: ekhino: púa, y derma: piel.

A este mismo grupo pertenecen las estrellas, los erizos, los lirios y los pepinos de mar.

Es la primera vez que se registra la existencia de esta nueva especie y Francisco Solís Marín, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, es uno de los autores de este descubrimiento, considerado un producto de la evolución.

La publicación de la UNAM señala que de las más de dos mil especies de ofiuroideas que estaban documentadas desde 2010, únicamente dos viven en cuevas (una en Estados Unidos y la otra en Japón). Ahora, en 2019, se acaba de sumar una tercera y “es mexicana”.

Paradójicamente, dicha especie está en peligro de extinción. La amenaza proviene de las actividades humanas (antropogénicas), específicamente de un complejo hotelero.

Esta ofiuroidea pertenece al grupo taxonómico de los equinodermos; en otras palabras, los ofiuros son grupos hermanos de las estrellas de mar, pero no son del mismo género. Tienen rasgos similares, pero morfológicamente son diferentes.

Una de las principales conclusiones del trabajo de Solís Marín es que la elongación (extensión) de los brazos, la aplanación del cuerpo y los patrones de coloración son producto de la adaptación de la vida cavernícola en donde las condiciones medioambientales son extremas: muy poco oxígeno, luz y disponibilidad de alimentos.

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