CIUDAD DE MÉXICO, septiembre 16 (Notimex).- El deterioro de la capa de ozono es un problema sin resolver, afirmó Michel Grutter de la Mora, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, mientras que Naciones Unidas destacó el impulso internacional para garantizar personas y un planeta saludables.
Al celebrarse este lunes el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, Grutter de la Mora indicó que “el camino que hemos seguido para su recuperación ha sido exitoso, pero su deterioro es aún un problema sin resolver, por lo que es necesario mantener la vigilancia y continuar con las acciones para su preservación”.
En 1985 los científicos descubrieron que la capa de ozono tenía un agujero sobre la Antártida; dos años después se firmó el Protocolo de Montreal para reducir la producción y consumo de sustancias causantes de ese daño, como los clorofluorocarbonos (CFC), presentes en una amplia gama de aplicaciones industriales, aerosoles y frigoríficos, refirió.
“La identificación científica del problema y el compromiso global para reparar el ozono estratosférico han demostrado que la sociedad puede actuar responsablemente, pero no debemos relajarnos”, puntualizó el investigador.
La capa de ozono es un escudo natural de la Tierra que nos protege de la radiación ultravioleta emitida por el Sol y que este año el Dia de su preservación se conmemorá bajo el lema «32 años de recuperación».
La ONU celebró que más de tres décadas del Protocolo de Montreal. “Nos recuerda que debemos mantener el impulso para garantizar personas sanas y un planeta saludable”.
«A medida que enfocamos correctamente nuestras energías en abordar el cambio climático, debemos tener cuidado de no descuidar la capa de ozono y estar alertas ante la amenaza que representa el uso ilegal de gases que agotan el ozono», puntualizó el secretario general de la ONU, Antonio Gutérres.
El organismo consideró que el Protocolo de Montreal ha llevado a la eliminación del 99 por ciento de los productos químicos que agotan el ozono en refrigeradores, aires acondicionados y muchos otros productos.
En México, la Universidad Nacional contribuye al monitoreo de esa capa y de otros cambios en la atmósfera mediante el Observatorio Atmosférico de Altzomoni, una estación de medición instalada en el cerro del mismo nombre, a las faldas del volcán Iztaccíhuatl.
El observatorio pertenece a una red global encargada de identificar cambios en la composición de la atmósfera alta y es la primera estación mexicana en formar parte de la Red para la Detección de Cambios en la Composición Atmosférica (NDACC, por sus siglas en inglés), un proyecto importante para hacer frente al cambio climático.
Sólo existen 20 de este tipo en el mundo, “y la UNAM contribuye con una de ellas. Por medio de esta red se empezó a percibir en años recientes un aumento renovado del CFC11 (parte de una familia de gases llamados clorofluorocarbonos) en la atmósfera, uno de los gases prohibidos, pero de los más empleados para sistemas de refrigeración”, puntualizó Grutter de la Mora.
El investigador consideró que “en la actualidad estos gases han disminuido de manera significativa, pero se sustituyeron por los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), que aunque no deterioran el ozono, sí contribuyen al efecto invernadero y al cambio climático”.
“Hace unos años nos percatamos que los HCFC tienen un potencial de calentamiento global considerable, entonces supimos que el problema de la capa de ozono y el cambio climático están vinculados por ser de naturaleza atmosférica”, aseveró.
“El uso excesivo de plásticos, la generación de basura y el consumo de carne también contribuyen al calentamiento global, así como la deforestación. Entonces, no sólo son las grandes cantidades de combustibles que quemamos con vehículos e industrias, también estamos modificando el uso del suelo y con ello disminuimos la capacidad de capturar carbono”, manifestó.
Respecto al dióxido de carbono (CO2), uno de los principales causantes del cambio climático, no se ha encontrado una solución porque se siguen quemando combustibles fósiles sin control. “Conocemos la naturaleza del problema de los gases de efecto invernadero y su impacto en la temperatura promedio global, no reducimos las emisiones”, dijo.
El académico insistió en la necesidad de “no bajar la guardia con la recuperación de la capa de ozono ni considerar que el problema está solucionado, pues han surgido otras situaciones como el cambio climático que se relacionan y que debemos vigilar”.
De acuerdo con datos de la ONU, la última Evaluación científica de 2018, anotó que partes de la capa de ozono se han recuperado a una tasa de 1-3 por ciento por década desde 2000.
Los esfuerzos de protección de la capa de ozono también han contribuido a la lucha contra el cambio climático al evitar un estimado de 135 mil millones de toneladas de emisiones equivalentes de dióxido de carbono, (CO2) de 1990 a 2010, consideró.
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