Arnulfo Mata Huerta
“Sí, es muy difícil ser ampáyer, lidiar con jugadores, managers y público en general, o con los mismos compañeros algunas veces, pero sí es muy difícil”.
Quien manifiesta lo anterior es Guillermo Romo Rodríguez, que cuenta con 15 años de prestar sus servicios como árbitro en los partidos de softbol que se rolan durante la semana por parte de la Liga Universitaria Municipal de Softbol de Ciudad Victoria.
Guillermo es un personaje muy conocido en este ambiente, lo mismo trabaja en los juegos de la rama varonil como femenil en los parques del 31 Morelos como en el de la colonia México, en la Unidad Deportiva del Ipsset y en la Villa Deportiva de Tamatán, siempre tratando de que sus fallos de apreciación sean lo más correctos posibles.
EMPEZÓ POR ‘UNA MENTADA’
Comentó durante la entrevista que le formulamos en el parque del 31 Morelos un domingo al mediodía, luego de concluir un partido, de cómo fue que nació su interés por involucrarse en este sufrido oficio de ampáyer, si lo hizo por ganar unos cuantos pesos para sufragar el gasto familiar o lo hizo por vocación o estar activo en este deporte de la “pelota blanda”, y así lo explica: “Mire, una fue porque yo, como jugador de softbol, tuve una anécdota que me pasó con mi papá, que en paz descanse, me voy a un robo de base a segunda y por la calentura del juego mi papá, en ese entonces estaba en base y me marca ‘out’, yo me molesto con él y con la calentura del partido yo le recuerdo el ‘diez de mayo’ a mi papá, de ahí mi papá habló conmigo y me dijo: ‘te invito a que seas parte del equipo de ampayeo de la Liga’ y de ahí para acá yo soy miembro de ampayeo de esta Liga”, recuerda.
La labor de Guillermo no es fácil, pues de sus decisiones muchas veces depende el rumbo que tome un partido, pero se mantiene tranquilo, porque sabe que una equivocación también es parte del juego.
¿Y qué piensas de las críticas que te hacen los aficionados, así cómo managers y jugadores?
“Sí, he tenido varias decisiones apretadas de apreciación, y como usted lo dice, el público y los jugadores mismos se molestan por ese tipo de jugadas o ese tipo de marcaciones, pero es parte del juego y de las decisiones de un ampáyer, pues no se equivoca el que no está en el campo”, dice contundente.
HONESTIDAD ANTE TODO
La honestidad es un valor que Guillermo Romo Rodríguez lleva impregnado en su piel, porque sabe que no puede defraudar la confianza de quienes creen en él como persona y en su capacidad para sacar adelante un partido, de ahí que nunca ha pasado por su mente hacer o permitir cosas que atenten contra la limpieza que debe existir en el deporte.
Memo, ¿alguna vez te han pedido que favorezcas a un equipo, ya sea en torneos estatales, regionales o nacionales?
Sin dudar responde: “Nunca, aparte mi profesión no me permite hacerlo, soy una persona que tengo valores y yo sé que cada equipo se esfuerza para ganar un título, y no se me hace correcto ese tipo de comentarios, si me lo llegaran a pedir, no lo haría”, afirma convencido.
Para “Memo” Romo estar en un campo de softbol es como sentirse en su segunda casa, donde convive con otros ampáyers y peloteros, recordando que el gusto por la “pelota blanda” lo aprendió en su familia.
SU PADRE LO ENCAMINÓ
¿Tu señor padre te inculcó el amor por el deporte?
“Así es, mi papá fue un pelotero, fue manager, jugador y patrocinador y le gustaba mucho el deporte del softbol, el beisbol, sí lo practicó, pero sí era aficionado a ese deporte”.
¿Y alguna vez te has equivocado?, cuestionamos.
Con absoluta sinceridad responde afirmativamente, pero asegura que nunca con la intención de afectar a uno u otro equipo.
“Sí me he equivocado muchas veces en el terreno de juego, y como son jugadas de apreciación o muy rápidas, pues sí hemos tenido varios fallos, no somos perfectos y tratamos de hacer nuestro trabajo lo mejor posible sin perjudicar a nadie, desafortunadamente muchas veces pasan jugadas de ese tipo que se equivoca uno y perjudicamos a alguien, pero es sin querer”, reconoce.
Con los años de experiencia en su labor, “Memo” también es un gran conocedor del beisbol desde sus bases y nos da su versión de tanto jugador que llega al softbol, sobre todo procedentes de las Ligas Pequeñas, y habla también de las personas que administran estos organismos de beisbol infantil y juvenil de Victoria, así como los padres de familia y entrenadores.
“Hay gente que desinteresadamente apoya este deporte, uno de ellos es Martín Botello, quien tiene su escuela de beisbol y softbol y gracias a Dios ha sacado muy buenos jugadores sin cobrar un peso, sin percibir algo a cambio, pero es una buena iniciativa por parte de la gente que lo hace y de los padres de familia que llevan a sus muchachos a estos campamentos, todo esto es muy bueno, yo no jugué beisbol, yo empecé a jugar softbol a los 28 años”, dice al hablar de sus inicios como pelotero.
Para terminar la entrevista con este hombre sencillo y paciente ante las críticas que recibe, envía un sincero mensaje a toda esa gente amante del softbol.
“Un cordial saludo para todos los aficionados que vienen aquí al 31 Morelos y a los campos que se destinan para jugar softbol y reiterarles que uno se equivoca sin querer perjudicar alguien”.
La entrevista concluye y Guillermo Romo Rodríguez se levanta presuroso a cambiarse de uniforme, pues en pocos minutos iniciaba otro encuentro.
Se coloca la pechera bajo la playera y alista su careta para colocarse detrás del cátcher, pero antes remarca las líneas del campo y dialoga con los coaches, estando listo para iniciar otra aventura en esa labor tantas veces criticada.
Para ser ampáyer se necesita primeramente vocación de servir y colaborar con la promoción de este deporte y conocer lo fundamental de las reglas.
El softbol se practica aquí en Ciudad Victoria desde por allá de los años 1950-1955, cuando miembros del Club 20-30 se dieron a la tarea de ponerlo en servicio para la comunidad de aquel tiempo y de ahí en adelante esta disciplina ha cobrado gran fuerza.
La opinión de “Memo” Romo queda para la historia.