diciembre 13, 2024
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octubre 31, 2019 | 5616 vistas

Rubén Jasso.-

EN EL CERO MORELOS

En el Panteón del Cero Morelos se tejen infinidad de historias, leyendas y charlas entre quienes han trabajado en el campo santo, el más antiguo de Victoria y que aún sigue en funcionamiento.

Abierto desde inicios del Siglo XX, el Panteón Municipal guarda celosamente episodios tan macabros como inexplicables.

Don Javier Hilario, quien trabajó por 30 años en ese lugar, recuerda varios episodios que vivió y otras leyendas que han ido de boca en boca.

“El carro negro” es una de las historias más conocidas, pues se cuenta que una noche, hace mucho tiempo, un auto entró por la puerta principal a toda velocidad derribando el portón y enfilando por el corredor hasta el fondo, donde igualmente tumbó la puerta trasera para escabullirse en la oscuridad, sin que el vehículo sufriera daño alguno a pesar de la fuerza de los impactos.

Otra historia que relataban los trabajadores que laboraron ahí hace muchos años, es que de la cripta de la familia Escandón salía por las noches un puerco de color negro, mismo que corría a toda velocidad y arrastraba varias cadenas por el lugar.

Los ruidos extraños que se escuchan en la noche como si alguien estuviera aventando piedras, son cosa común dice don Javier Hilario, lo mismo que encontrar muñecos con alfileres que tienen escrito algún nombre y que son dejados en algunas tumbas.

 

 

LA NIÑA DE LA CASA DEL ARTE

Cuenta la leyenda que en la Casa del Arte se aparece una niña que juega en el techo y que principalmente lo hace hacia el lado norte de la construcción.

De acuerdo a la historia, en los años 40’s, una niña de tez blanca y de unos diez años de edad, se habría perdido por ese lugar al salir de su casa a comprar unos dulces y a pesar de las labores de búsqueda de parte de sus familiares, nunca la encontraron.

Sería hasta los años 70’s, cuando al hacer algunas obras de remodelación, los trabajadores encontraron en el sótano los restos ya convertidos en huesos, de un menor de edad.

En ese entonces, se llegó a la conclusión de que esos restos pertenecían a la niña extraviada, de quien dicen, se sigue apareciendo de vez en cuando para mantener viva su leyenda.

 

 

LA MAESTRA

Uno de los relatos más conocidos por los victorenses, surgido en los años 70’s y principios de los 80’s es el que se refiere a una maestra del Tecnológico que habría perdido la vida trágicamente cuando su auto fue embestido por el tren, en donde antes se cruzaba la vía y el libramiento Portes Gil, justo debajo de donde ahora se ubica “la joroba”.

Las personas cuentan que una noche solitaria, un taxista circulaba por esa zona por si había algún pasajero que ocupara sus servicios.

Entonces una dama le hizo la parada y le indicó el lugar donde debía dejarla.

Sin cruzar otro diálogo en el trayecto, llegaron a su destino y mientras la mujer entraba a una casa, el taxista esperó por varios minutos en espera de su pago.

Al ver que no salía, el trabajador del volante decidió tocar en la puerta, abriendo un señor de edad avanzada, quien luego de las explicaciones hacia el taxista, este terminó por enterarse que la mujer que acababa de dejar en esa casa, tenía varios años de haber fallecido.

 

 

EL FUTBOLISTA

Muchas personas de la Capital aseguran que entre las dos y tres de la mañana, por la zona donde se dividen el Libramiento Naciones Unidas y Emilio Portes Gil, se percibe un fuerte y desagradable olor, solo a esa hora.

Se cuenta que hace muchos años, ya por la noche, un joven futbolista iba caminando hacia su casa, cuando fue embestido por un vehículo a gran velocidad, quedando sin vida en el acto.

Algunos dicen que el joven llevaba sus tachones en el cuello, sostenidos con las agujetas, muriendo trágicamente en donde hacen “cuchilla” ambos libramientos.

 

 

EL DIABLO

Una historia que corrió de boca en boca en la década de los 90’s, fue la supuesta aparición de “el diablo” en la discoteca El Chaparral, allá por la colonia La Libertad.

La música, las luces, las bebidas y el ambiente de fiesta eran la constante los fines de semana hasta ya entrada la madrugada y casi siempre hasta el amanecer.

Dicen que una noche, una bella joven que se divertía en ese lugar, recibió la invitación para bailar por parte de un apuesto muchacho, pero una vez en la pista y en la primera canción que bailaban, se dio cuenta que se trataba del mismo demonio al sentir como la abrazaba con sus garras, provocando una gran perturbación en la joven victorense.

 

 

LA SEÑORA BONITA

Un lector nos cuenta que por la calle Matamoros, a la altura de la calle 28, circulaba a las tres de la mañana rumbo al poniente. Había salido de trabajar a esa hora y se trasladaba a su casa en su coche.

De pronto, a su derecha vio a una señora vestida de blanco que caminaba con cierta tranquilidad a pesar de la hora. Su vestimenta era limpia y brillante. El lector narra que al momento de “emparejarse” en su auto logró ver su rostro y se dio cuenta que era una señora de buen aspecto y bonita.

Sin embargo, un súbito escalofrío recorrió su cuerpo cuando la dama se volteó hacia él y le hizo una seña para que se detuviera.

Nervioso, pisó el acelerador y mientras veía por el espejo retrovisor, se dio cuenta que la señora insistía en llamarlo, cambiando a partir de ese día, la ruta hacia su casa.

 

 

LA SEÑORA QUE FLOTA

Una lectora de El Diario nos dice que por el Libramiento Portes Gil, a la altura de donde hay unas albercas, circulaba de norte a sur hace varios años en compañía de sus dos hijos.

Ya era noche y de pronto vio a una señora que “flotaba” por la orilla del camino.

El silencio se hizo presente entre los pasajeros del auto y fue hasta más adelante cuando uno de sus hijos un tanto asustado le aseguró que a la dama no se le veían los pies, dándose cuenta que ambos habían visto lo mismo y no había sido producto de su imaginación.

 

 

LOS CORREDORES

Aunque no es un relato tan conocido, varios victorenses aseguran que en el estadio Marte R. Gómez han visto a varios corredores vestidos de negro, asegurando algunos que son personas que fallecieron hace algún tiempo.

 

 

EN EL DIARIO

 

EL TRAVIESO

Mientras se preparaba un café en la oficina cuando el reloj marcaba las seis de la tarde, de pronto Luis escuchó el teclado de una computadora en un espacio de tres por dos metros donde no había nadie y el piso es de madera.

Las cinco personas que charlaban guardaron silencio, escuchando ruidos como si alguien estuviera trabajando en ese escritorio, y de pronto, empezaron a “volar” hacia ellos lápices y bolígrafos.

Alguien o “algo” los aventaba, pero ese espacio en ese momento estaba solo… y así sigue hasta la fecha.

 

 

LA LÁMPARA

“Pancho” y Luis hacían trabajos de mantenimiento en la prensa y una lámpara en el piso iluminaba las piezas sobre las cuales trabajaban.

Repentinamente “alguien” se lleva la linterna, pues los dos ven como se mueve.

Un tanto molesto, “Pancho” se dirige al espacio donde guardaban las herramientas para reprender al compañero que les jugó la broma, pero justo en ese momento se dan cuenta que no había nadie más que ellos, entendiendo que en el lugar no estaba “alguien”, sino “algo”.

 

 

EL RUIDOSO

Son las cuatro de la mañana, Luis y Valentín alistan sus cosas para partir a casa después de una larga jornada.

Solo quedan ellos en todo el edificio y sin más ni más, detrás de una puerta de madera se escuchan ruidos fuertes. Claramente oyen como una silla se mueve, alguien la jala y la perilla de la puerta empieza a girar.

A Luis ya no se le hacen raros esos extraños ruidos y para cerciorarse que no hay nadie, abre la puerta y se da cuenta que efectivamente no hay persona alguna, al tiempo que la silla deja de moverse.

 

EL CABRÓN

En su jornada diaria, “Pancho” debía desplazarse por varias áreas, entre ellas la bodega de papel y un tramo que estaba en total oscuridad.

“Era un tramo de 20 metros y siento que se me atraviesa algo y dije ‘aquí estás cabrón’ y al decir eso me tumbó, me agarró de los pies y me levantó como si nada, caí de espaldas y lo reté: ‘vuélveme a tumbar hijo de tu… madre’, y que lo vuelve a hacer, entonces lo dejé y que me vengo todo madreado y ya entonces pusimos luz en ese lugar”, relata.

 

LA SOMBRA

Una de tantas noches, la prensa estaba en movimiento y mientras “Pancho” recorría el área vigilando su correcto funcionamiento, una sombra se paró frente a él, viéndolo directamente.

“En prensa tenemos que vigilar la máquina como debe ser y al asomarme unidad por unidad, estaba la persona enfrente de mí, era una sombra”, recuerda, y muestra como la piel de sus brazos se pone “chinita” al recordar ese episodio.

 

EL PERRO

En el área de fotomecánica, hace varios años, ya entrada la madrugada se escuchaba claramente jadear a un perro. “No te dejaba salir y el miedo te paralizaba”, cuenta también “Pancho”, quien ha trabajado en este periódico por más de cuatro décadas.

 

LA LLAMADA

Justo a las 12 del mediodía, hace mucho tiempo, “Pancho” atendió una llamada en el área de prensa, era la voz de una mujer que decía conocerlo y le pedía dinero prestado, quedando formalmente de llamar al día siguiente a la misma hora.

Para su sorpresa, al preguntar en recepción y otros departamentos, nadie le había pasado esa llamada. Al día siguiente y de manera puntual sonó el teléfono y al descolgar se escuchaban ruidos hasta ahora desconocidos para él.

Aparentemente, la llamada se hizo desde la oficina del Jefe de Talleres, misma que a esas horas estaba completamente sola y bajo llave.

 

 

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