diciembre 15, 2024
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Ni la muerte separa al hombre y su fiel amigo

noviembre 2, 2019 | 210 vistas

El perro era de suma importancia en concepeción de la muerte para los ancestros en México, pues creían que estos animales eran capaces de ayudarlos a cruzar el río llamado Chiconahuapan para llegar al Mictlán, el cual tenía muchos obstáculos para dificultar su llegada.

Tal viaje duraba cuatro días para poder arribar ante Mictlantecuhtli, conocido como El Señor de los Muertos, y su esposa la diosa y Señora de la Muerte, Mictecacíhuatl, que derivó en la hoy conocida como Catrina.

A estos dioses les ofrecían obsequios al llegar, como algodón y caña de perfume, que representaban el pase a ese mundo después de la vida.

Después los dioses los enviaban a una de las nueve regiones donde tenían que cumplir una estancia de cuatro años como prueba, antes de ir al lugar del eterno descanso, conocida como “Obsidiana de los muertos”.

La raza de perros más común o de la que se tiene registro era la del Xoloitzcuintle, que representa al dios de la mitología tolteca del ocaso, Xólotl.

Cuando los ancestros prehispánicos morían, enterraban a su perro a un lado del difunto para que este fuera su compañero, el cual le brindaría la ayuda para cruzar el río y no ser un alma en pena por toda la eternidad.

Pero hay una condición para que el perro los ayudara a cruzar, si en vida lo trataron bien, alimentaron y dieron de beber a los canes, estos los ayudarían a cruzar; si el trato fue malo, los abandonarían para que sus almas estuvieran perdidas.

Después de la conquista española en México, se fueron erradicando poco a poco esos rituales, por lo que posteriormente sólo ponían en las ofrendas fotos de sus perros para recordarlos.

Actualmente esta tradición continúa puesto que no son vistos como una mascota, sino en muchos casos como un miembro más de la familia.

Además, hay organizaciones que buscan que el día 3 de noviembre se haga oficial para conmemorar a los perros difuntos, principalmente en memoria de los animales que han muerto atropellados, maltratados o asesinados de forma cruel.

Estos seres fieles y leales están con sus amigos humanos incluso después de la vida.

 

 

 

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