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Muro de Berlín, oprobio mundial y tumba del comunismo

noviembre 9, 2019 | 288 vistas

Notimex, 8 Nov (Notimex).- A tres décadas del inicio del derrumbe del Muro de Berlín, uno de los símbolos más oprobiosos de la llamada Guerra Fría, aún perduran en el mundo los ecos de uno de los máximos errores políticos de la humanidad.

Un error que laceró y dividió a un pueblo y confrontó a dos sistemas: el capitalismo occidental y el socialismo-comunismo del Este.

Al finalizar la cruenta Segunda Guerra Mundial, los vencedores del conflicto, los Países Aliados, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y la Rusia soviética, se dividieron el mundo y por ende el territorio del enemigo derrotado: Alemania.

Se implantaron tres sectores occidentales, el de Estados Unidos, el de Francia y el de los británicos, mientras que el cuarto sector oriental fue para los soviéticos. Las diferencias entre sus sistemas sociales y las aspiraciones expansionistas de cada una de las potencias hicieron florecer los problemas.

La Unión Soviética ya había impuesto su modelo en países del Este europeo con los partidos comunistas a la cabeza de las llamadas «democracias populares». De inmediato Moscú envió tropas y tanques para sostener a las minorías de la nueva clase comunista en el poder, por lo que su sector en la Alemania ocupada no iba a ser la excepción.

La división alemana que se iba a prolongar por cuatro décadas estalló en 1949 cuando la parte oriental (dominio soviético) pasó a conformar lo que sería la República Democrática Alemana (RDA) y los tres sectores occidentales integraron la República Federal Alemana (RFA). La segunda miraba al occidente capitalista y la primera quedó como satélite del Kremlin.

En un principio, una alambrada con 81 pasos entre uno y otro territorio, los cuales se pasaban sin muchos problemas, dividió a los alemanes en dos países, dos monedas, dos ideales diferentes y dos partes que serían también sujetos enfrentados en la tristemente célebre Guerra Fría.

La Guerra Fría enfrenta a dos potencias y al mundo

La Guerra Fría enfrentó durante cuatro décadas a Estados Unidos por un lado y a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) por el otro. El primero con su Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la segunda con la no menos temible KGB, protagonizaron una cruenta guerra de espías, aderezada con las agencias similares de los países que apoyaban a uno u otro bando.

En el plano militar surgió el llamado Pacto de Varsovia, liderado por Moscú, y de la parte de los aliados se integró la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Posteriormente inició la carrera por la conquista espacial y el armamentismo nuclear de ambas potencias.

En el plano económico, los soviéticos impulsaron en 1949 la creación del llamado Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON), instituto multinacional que agrupaba a la URSS y a los países del Este, con la excepción de Yugoslavia, que impulsaba la apertura comercial con Occidente.

Occidente respondió con la creación de la Comunidad Económica Europea y organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, entre otras instituciones.

A mitad del siglo XX, la economía soviética con sus fallidos planes quinquenales lo único que desarrolló a plenitud fue el armamentismo, su carrera espacial y su dudosa supremacía deportiva, aunque eso no les daba bienestar a los pueblos que giraban en su órbita: Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Albania, Yugoslavia, Rumania y la RDA, entre otros.

Surge el Muro de Berlín: «Operación Rosa»

En este marco, hasta 1961, unos tres millones de personas se marcharon del prometido «paraíso comunista» en la RDA y se internaron en la floreciente economía de Berlín occidental, que resurgía de la Segunda Guerra Mundial como un ave fénix para convertirse en una potencia económica de Europa y el mundo.

Este hecho no pasó desapercibido para Moscú y para el gobierno de la RDA, por lo que urgían drásticas medidas para evitar quedarse sin mano de obra y, por ende, sin producción. Ello iniciaría un acelerado proceso de empobrecimiento, de multiplicación de carencias y de estancamiento social, que para la imagen comunista no convenía.

El inicio de la construcción del muro fue un secreto de Estado y comenzó sin previo aviso la madrugada del 12 al 13 de agosto de 1961, en lo que fue conocido como «Operación Rosa».

Dicha operación sólo era conocida por un pequeño grupo de personas, entre ellos Walter Ulbrich, presidente de la RDA, y Erich Honecker, en ese entonces ministro de Seguridad y posteriormente líder máximo de la Alemania Oriental hasta poco antes de la caída del muro.

Al amanecer del 13 de agosto, los berlineses orientales se llevaron la sorpresa de su vida. La ciudad estaba rodeada de más de 40 mil soldados fuertemente armados y 158 kilómetros de alambrada que con urgencia se fue transformado en un impresionante muro de ladrillos y piedra, bloques de hormigón y temibles zonas de seguridad con trampas mortales, perros vigilantes y temibles torres de vigilancia con francotiradores.

De inmediato se manifestó el repudio de la RFA a la construcción del oprobioso muro que cercaba a los alemanes del lado occidental. Sin embargo, pese a las críticas y el rechazo de varios países del mundo, el Muro de Berlín se mantuvo por 28 años, como un punto frágil sobre el que pendía el estallido de una potencial Tercera Guerra Mundial.

Para no dejar a la ciudad occidental aislada y permitir las comunicaciones con la RFA, se negoció la construcción de vías de comunicación que llegaban de Berlín occidental a ciudades como Hamburgo, Hannover, Frankfurt y Múnich, entre otras.

Así, la construcción del Muro se convirtió en uno de los ejes principales de la llamada Guerra Fría, que se concretó con los amagos de ataque por casi 24 horas entre los tanques soviéticos estacionados en la RDA y los de Estados Unidos en el lado de la RFA. Ninguna de las partes se atrevió a disparar. De lo contrario, pudo haber estallado un grave conflicto mundial.

En la oprobiosa historia del Muro de Berlín se cuantificó que al menos unas cinco mil personas de la RDA intentaron por diversos medios abandonar el «gulag comunista» y llegar al lado occidental, de las que más de tres mil fueron detenidas.

Construyeron rústicos túneles, cuerdas colgantes, minúsculas naves aéreas, compartimentos especiales en automóviles que pasaban de lado a lado. No obstante, era muy difícil sortear todos los obstáculos y lo más seguro era encontrar la muerte en el intento.

El Muro de Berlín se integró con una pared de hormigón de hasta cuatro metros de altura, con un interior formado por cables de acero para aumentar su resistencia. En la parte superior se colocó una superficie semiesférica para que nadie pudiera agarrarse a ella.

Como parte de la estructura se construyó la llamada «franja de la muerte», formada por un foso, una alambrada, una carretera por la que circulaban vehículos militares fuertemente armados, torres de vigilancia con inmensos y poderosos reflectores y patrullas acompañadas por perros las 24 horas del día.

En 1975, 43 kilómetros del muro estaban acompañados de las medidas de seguridad de la franja de la muerte, y el resto estaba protegido por vallas.

Según el Centro de Estudios Históricos de Postdam, al intentar cruzar el muro murieron 125 personas, aunque la Fiscalía de Berlín estima que fueron 270, ya que se incluyeron a las personas muertas por las explosiones de minas que protegían el muro. La última de ellas falleció el 5 de febrero de 1989, meses antes de que este fuera derrumbado.

Cae el Muro y se derrumba el bloque comunista

A finales de los años 80 era casi imposible mantener en pie el modelo de «paraíso comunista» prometido por los bolcheviques de Vladimir Lenin y del dictador José Stalin.

En 1956 se da la invasión militar soviética a Hungría y en 1968 los tanques rusos atacan en Praga, Checoslovaquia, a manifestantes que pedían la salida de los rusos y un proceso democrático.

Yugoslavia ya era un país disidente e impulsaba la creación del Movimiento de Países No Alineados. Posteriormente en Polonia se creaban los sindicatos, principalmente el Solidaridad en los astilleros de Gdansk, con Lech Walesa a la cabeza, que llegó a aglutinar a más de 10 millones de trabajadores.

A mediados de los años 80, el líder de la URSS, Mijaíl Gorbachov, anunció el inicio de la «Perestroika» (reestructuración) y la «Glasnost» (transparencia), con el fin de crear un nuevo modelo económico dentro del socialismo, acorde a los tiempos que se avecinaban. Atrás quedaron los planes quinquenales y los modelos esquemáticos que habían estancado al proyecto comunista.

Lo anterior marcó el inicio del derrumbe del llamado bloque de países socialistas de Europa del Este. Al final, la URSS se desintegró, sus 21 repúblicas se independizaron y surgió la Federación Rusa.

La noche del 9 de noviembre de 1989 se anunció el libre paso por el Muro de Berlín hacia el lado occidental, miles de personas lo cruzaron libremente y aparecieron los martillos, los mazos y todo lo que pudiera golpear para derrumbar el Muro del oprobio, como fue conocido en occidente.

Alemania volvió a ser un solo país. Los orientales con gran conocimiento científico, pero con escaso desarrollo económico, y los occidentales con un gran desarrollo económico y social, pero también con una sociedad que manifiesta sus dudas existenciales y materiales hacia el futuro.

Con la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la URSS y la desaparición del bloque de países socialistas, se dio fin al mundo bipolar surgido en la etapa de la posguerra con la confrontación de Estados Unidos y Rusia. Surgió entonces un mundo multipolar con nuevos agentes en el escenario mundial, se consolidó la Unión Europea y se dio fin a la Guerra Fría, aunque ni de lejos todo eso significó la llegada de la armonía y la coexistencia pacífica en el mundo.

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