diciembre 15, 2024
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diciembre 16, 2019 | 461 vistas

Rubén Jasso.-

La inspiración de “El Cumbias” y “El Vaquero” para salir a buscar el pan de cada día es Celso Piña, el legendario músico regiomontano fallecido en agosto pasado.

Con singular entusiasmo, recorren las calles de Victoria tocando ese ritmo pegajoso que alegra el alma, que aleja la tristeza y que invita a bailar a más de uno por donde van llevando esa música colombiana que llegó hace mucho, para quedarse por siempre.

Edgar y Osvaldo, “El Gordo” y “El Flaco” como también se les conoce, son el complemento perfecto para transmitir el sentimiento vallenato, “la cachirria” y lo “guapachoso”, aunque a veces tenga un toque de nostalgia, pero ambos músicos tienen muy claro que su objetivo es brindar alegría con su voz e instrumentos, además de sacar para el sustento diario.

Son hermanos de sangre y provienen de una familia de músicos, pues su padre encabeza el grupo “Selva Brava”, donde “El Cumbias” y “El Vaquero” también aportan lo suyo.

Alegres, amigueros y siempre dispuestos a transmitir emociones con su música, Edgar y Osvaldo salen a recorrer las calles de la Capital todos los días desde las ocho de la mañana y hasta ya entrada la tarde, tocando ese amplio repertorio de Celso Piña y de otros exponentes del vallenato.

Sus recorridos son principalmente en los tianguis, pero también tocan en otros sitios concurridos de la Ciudad como el Mercado Argüelles, de ahí que muchas personas ya los conocen y no dudan en darles una moneda o hasta un billete.

“Empezamos hace siete años y nos gusta la música colombiana por el maestro Celso Piña, que en paz descanse”, dice Edgar al hacer una pausa luego de entonar varias melodías junto a su hermano en el tianguis que se instala los viernes en la Plaza del 22 Hidalgo.

Aunque no estudiaron propiamente la carrera de música, los hermanos coinciden en que aprendieron a tocar los instrumentos de manera lírica, escuchando a otros músicos, pero hoy en día tienen un sello propio y la misma gente les reconoce su esfuerzo.

“Nos va bien, (aceptamos) lo que la gente nos quiera dar, andamos en los tianguis, en la calle, en el mercado, en las taquerías, todo mundo nos conoce, tocamos bien y a la gente le gusta”, afirma “El Cumbias”.

Y agradece a los victorenses que se toman su tiempo para escuchar y disfrutar el repertorio que ofrecen.

“Gracias a ellos ahorita somos lo que somos, a los tianguistas, a los taqueros, los puestos del Mercado Argüelles, a todo el mundo”, agrega Edgar, quien señala que algunas veces los acompaña un “camarada” que baila y entonces buscan el sustento para tres.

“El Gordo” y “El Flaco” no anteponen excusas para trabajar y recorren gran parte de la Ciudad, por eso los victorenses e incluso visitantes que llegan a la Capital, reconocen el sentimiento que transmiten con su música y las emociones que van dejando a su paso.

“Vamos a la López (Mateos), a la Modelo, a la Avenida La Paz, a todas partes, a las taquerías, vamos a Tacos El Güero, a los de barbacoa y con todas las ‘doñas’ del Siete bulevar”, señala Edgar, quien afirma que lo primero es generar emociones y después piensan en las retribuciones.

“Les caemos a alegrar el ambiente, porque muchas veces la gente está triste o no les va bien en la venta y pasamos nosotros y ‘órale aliviánense’ y aunque no nos den, el chiste es levantarle la actitud a la gente”, explica “El Cumbias” sobre la interacción que tienen con los comerciantes de los tianguis, además de los clientes, quienes también los apoyan.

Respecto a otros “escenarios” para cantar y tocar como son las unidades de transporte, Osvaldo dice que prefieren seguir como están, aunque hace algunos años si abordaban microbuses para ofrecer su música a los usuarios de las diferentes rutas.

“Ahorita ya no, si anduvimos un tiempo ahí cuando empezamos, pero era muy duro y estamos mejor acá”.

Osvaldo también afirma que la música colombiana tiene algo que les gusta a las personas, “Es lo guapachoso, la cachirria, por decir así”, mientras que su hermano define a este género como un folclor que agrupa al vallenato, el merengue, la cumbia colombiana y el paseo vallenato.

Acerca de las canciones que más les solicitan, ambos mencionan la “Cumbia poder”, “Cumbia sobre el río”, “La Sampuesana”, “El Manicero”, “Las Chiquillas”, “El Tao Tao” y muchas “rolitas” más.

El toque romántico también lo conocen y les ha tocado ir a dar serenatas, o en otros casos, dedicar su repertorio a alguien que ya se fue.

“Cuando se llega el Día de Muertos, mucha gente anda buscando músicos porque al tío, al primo, al sobrino, les gustaba la canción colombiana y ahí vamos también al panteón”, comenta “El Vaquero”.

Afortunadamente para Edgar y Osvaldo, esa actitud “alivianada” que siempre muestran ante cualquier persona, les ha hecho merecedores del respeto y aprecio de muchos victorenses, más allá de la música que interpretan.

“(Recibimos) puros comentarios positivos, mucha gente nos conoce, todo el que es de Victoria sabe quiénes somos nosotros y nos jalan para fiestas, para posadas, bautizos, para los divorcios también”, dicen entre risas.

Al preguntarles sobre alguna otra agrupación que pudiera representar una competencia para ellos, Edgar refiere que en realidad no lo ven así, pues existe amistad con otros exponentes de la música colombiana que también salen a buscar el sustento diario por las calles de Victoria.

“Hay un ‘cuadro’ más, son amigos, (nos vemos) en las parranditas y de repente que nos topamos y estamos tocando los cuatro, si alguien nos contrata y dice ‘quiero a todos’, pues ahí vamos todos”, explica.

Además de sus recorridos por gran parte de la Ciudad y del horario que ellos mismos se han impuesto desde las ocho de la mañana hasta el atardecer, los dos jóvenes también acompañan y colaboran con su padre en las presentaciones de “Selva Brava”, una agrupación de amplia trayectoria en Victoria.

“Él (Osvaldo) toca la batería y yo toco el acordeón y canto, pero ahí si es otro tipo de música, norteña, cumbia, de todo un poco y aquí donde andamos es colombiano y para mover el bote”, comenta Edgar.

En cuanto a sus fieles compañeros de aventura, “El Cumbias” explica que él utiliza un acordeón Honner Corona Dos y aunque dice que ya es “viejita” es la que le trae suerte.

Por su parte, “El Vaquero” sostiene una caja colombiana que hace un sonido parecido a un timbal, además de un cencerro y la “guacha”, instrumento que suele confundirse con otro muy popular.

“Esta es la ‘guacha’ que todos le dicen ‘güiro’ pero es ‘guacharaca’ ya que el ‘güiro’ es el del guaje de madera”, explica al señalar el instrumento color plata al que “rasca” cientos de veces durante el día.

Por último, los músicos dan a conocer que cuentan con el número de celular 834 133 53 75 y siempre están a las órdenes de los victorenses que gustan de la música colombiana, “Les damos precio no se preocupen, lo que uno quiere es trabajar y echarle ganas”, concluye Osvaldo.

La charla termina y rápidamente vuelven a tocar sus instrumentos, al tiempo que van avanzando entre los puestos de comida, de ropa, de zapatos y otros artículos, transmitiendo “la cachirria” y ese enorme legado del maestro Celso Piña, que de manera magistral interpretan Edgar y Osvaldo.

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