Louise Thorell, una mujer de 32 años, originaria de Ashington, Northumberland, Inglaterra, vio cómo lo que parecía ser una cicatriz de varicela terminó siendo cáncer de piel casi, 30 años después de haber padecido del virus.
La mujer padeció de varicela cuando tenía cinco años, por lo que le quedó una cicatriz, pero en 2018 notó que comenzó a cambiar. Se rascó y pensó que volvería a salirle costra, como cualquier otra cicatriz, pero la herida formó una capa de costra algo extraña, lo que ella creyó que solo se había infectado.
Uno de sus ojos se hinchó y la herida comenzó a crecer, pero sanaba y volvía a abrirse esporádicamente. Como tiene antecedentes de familiares que han padecido cáncer, buscó la sintomatología en Internet, temiendo lo peor.
«Mi nana tenía melanoma en el lado izquierdo de la cara, casi en el mismo lugar […] Hice una cita con mi médico y me derivaron muy rápidamente a la clínica de melanoma», cuentó Louise.
Unas semanas después, sus médicos le confirmaron que desarrolló carcinoma basocelular (BCC), que es un tipo común de cáncer en la piel.
“Me dijeron que era más raro que las personas de mi edad contraigan BCC, ya que generalmente son los pensionistas quienes lo contraen en la cara o el cuero cabelludo por la exposición prolongada al sol”, señaló.
Tendrá que recibir el tratamiento adecuado, además de que necesitará una cirugía correctiva para disminuir el daño, Thorell de cualquier forma agradece lo afortunada que es de que su dianóstico no fuera algo peor. «Al principio no esperaba que el tamaño de mi cicatriz fuera tan grande como es. Me sentí muy mal por cómo me veía. Traté de bromear al respecto y burlarme para aligerar mi estado de ánimo. Esto duró algunas semanas. Cuando comencé a verlo curando, mi bondad, mi espíritu se levantó. Me siento afortunado y bendecido de que no fue peor. Mi cara ha cambiado para siempre, pero ya no tengo cáncer de piel», concluyó.
Con información de: ayojon.mx