Chantal Martínez Díaz.-
Cd. Victoria, Tam.-
Movido por el deseo de conocer otras culturas, en esta entrega de los “Tamaulipecos por el Mundo”, Ricardo Antonio Nava Zúñiga nos comparte su vida de intercambio académico en Europa, donde logró conocer Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Inglaterra, Italia, Marruecos y España, dando un parteaguas a su vida.
Nuestro entrevistado es egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Tamaulipas; en su octavo semestre tuvo la oportunidad y la paciencia de cubrir todos los requisitos que marcaba la convocatoria para estudiar en la Universidad de Burgos, en España.
Oriundo de la emblemática colonia Mainero en la Capital de Tamaulipas, con las reservas que obligan, da detalle de su vida. Estudió en la escuela primaria Himno Nacional, donde obtuvo diversas distinciones, entre las que se destacan la Medalla Benito Juárez y la Medalla Guadalupe Victoria.
La Secundaria la cursó en la Federalizada Número 1 y el bachillerato en el Cbtis 24, en la Capital de Tamaulipas, donde –honestamente– refiere que no pasó mucho.
Relata que las grandes aventuras que le han marcado la vida y que le impulsaron a querer conocer más las vivió en la UAT, donde comenzó su carrera en el 2014.
Fue mientras cursaba el quinto semestre de la Licenciatura, cuando junto con dos amigos obtuvieron el segundo lugar a nivel nacional en el Concurso de Conocimientos Jurídicos organizado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Un parteaguas en todo lo que le esperaba.
¿Siempre fuiste participativo?
“Así es, recuerdo haber obtenido un premio por la mayor puntuación en la prueba de ENLACE a nivel sector escolar; siempre en la escuela estuve en el coro escolar y en convocatorias generales”
A sus 23 años, relata que es hermano de un hombre y dos mujeres, con quienes creció y de quienes aprendió, sobre todo de una de ellas, quien ha sido su inspiración para dedicarle el estudio a la carrera de Derecho.
“Decidí estudiar Derecho porque pasaba mucho tiempo ayudando a mi hermana a repasar sus tareas y proyectos, ella es abogada y creo que fue mi persona a seguir. Podía memorizar bastante bien algunos conceptos y esto me terminó convenciendo para adentrarme al mundo de las leyes”.
También nos cuenta de sus tres grandes amigos de la infancia, quienes han estado con él desde la Primaria. “Casualmente los tres son doctores y yo un abogado. Mari Castillo (Marila), Nancy Córdova y Víctor Ricardo González. Aunque es muy difícil reunirnos los tres, de vez en cuando suelo visitarlos individualmente y platicar para recordar los viejos tiempos. Todos ellos son personas muy destacadas de las que he aprendido mucho”.
Ser “gamer” está entre sus pasatiempos. Su juego favorito es Call of Duty.
Para el concurso de la Suprema Corte, nos cuenta que tuvo “que tomar un montón de asesorías con muy distinguidos profesores. Todos especialistas en derechos humanos y en constitucionalismo, entre otros, el doctor Jesús Guzmán Morales; el maestro Martínez Vanoye y la doctora Taidé Guerra”.
Cuenta que el equipo que participó en ese concurso estudiaba tanto en el turno matutino y vespertino; es decir, la constancia y el empeño eran necesarios para un gran resultado. Hasta 12 horas pasaban en la Universidad para lograrlo.
“Estábamos todo el tiempo en la biblioteca de Derecho. El equipo estaba conformado por tres amigos y compañeros de clase, Aldo Moreno Arriaga, Enrique Valderrama González y un servidor. Del concurso éramos los más jóvenes en participar, rondábamos el cuarto y quinto semestre, mientras que los demás concursantes alcanzaban el octavo y el noveno semestre, pero dimos nuestro mejor esfuerzo y conseguimos un muy merecido segundo lugar”.
Sobre el día del concurso, añade: “Uff, el día del concurso estábamos con muchísimos nervios, no fue un concurso presencial, sino a través de una videoconferencia. El tener la cámara y el micrófono de frente era bastante desafiante para mí. En las primeras rondas no nos fue muy bien, por lo que nos fuimos desanimando mucho, pero sabíamos que no teníamos nada que perder y decidimos mejor contestar tanto como supiéramos, y que pasara lo que tuviera que pasar. Finalmente llegamos casi a emparejarnos con el primer lugar; sin embargo, la experiencia de ellos nos terminó ganando… aun así nos fuimos muy contentos con un segundo lugar, la verdad no lo podía creer, no iba preparado para eso. Creí que la participación sería una más al final de cuentas”.
Sin embargo, hubo un momento en su vida de estudiante que pudiera darle ánimos a los demás: hubo un tiempo que sintió no estar yendo hacia ningún sitio.
No obstante, el concurso cambió el rumbo de su carrera; decidió dedicarle mucho más esfuerzo y hacer lo posible por destacar. Logró llegar a un tribunal federal con apenas 20 años y aprendió muchísimo en ese lugar, hizo grandes amigos y conoció gente extremadamente preparada en la rama en que se desarrolla.
Como una oportunidad especial, se presentó el momento del intercambio, sobre todo porque el viaje “es bastante económico, además de que es una forma de salirse de la rutina de la escuela”.
Nos cuenta que fue a esos países porque es, posiblemente, “la mejor oportunidad que se tiene para conocer el mundo. Viajar por Europa es bastante económico como viajar dentro del propio estado de Tamaulipas, algunos boletos de avión eran incluso más baratos que ir a Monterrey. En fin, fui a conocer tanto como pude y a disfrutar en la medida de lo posible. Mi favorito definitivamente es Italia, es algo parecido a México en cuanto a diversidad de lugares: desde grandes ciudades a pequeños pueblos, de montañas a bonitas playas”.
En sí, su permanencia en esos lugares fue de un semestre, estuvo viviendo en Castilla y León, España, lo cual le permitió ir y venir por Europa a su antojo y posibilidades.
En medio de la plática y entre los recuerdos acepta: “En realidad sí quisiera salir de Tamaulipas y de Victoria, pero con un fin específico, traer conocimiento y aportar algo bueno a mis tierras”.
En la Universidad cursó las materias de Filosofía del Derecho, Derecho de los Partidos Políticos, Procedimientos Especiales y Arbitraje. “Las clases son totalmente distintas, uno está acostumbrado a hacer infinidad de apuntes en las libretas; las aulas (al menos en mi universidad) son bastante parecidas a las que aparecen en las películas americanas, es decir un salón como con 60 personas en declive y el profesor hasta el frente”.
Respecto del proceso de intercambio, mencionó que es tardado, dura aproximadamente seis meses de trámites. “Debes tener cuando menos 60 por ciento de los créditos escolares, calificación superior a 9.0, pasaporte vigente, seguro médico, entre otras cosas. Se proponen varios estudiantes y seleccionan a los de mayor calificación, normalmente 8-10 en todo el estado”.
Sin embargo, refiere que la UAT hace la gestión con la universidad extranjera, lleva a cabo la inscripción aquí en la Capital y allá se homologa. Su maestra, la doctora María Hernández Rangel, fue quien despertó en él ese sueño.
LA BUENA VIDA
Ricardo cuenta que es “una de las mejores experiencias en la vida, pura diversión y convivencia. Disfruté muchísimo cada día. Me hice amigo de muchísimos extranjeros, más que de españoles, pues teníamos algo en común: llegábamos desde cualquier esquina del planeta a un país desconocido”.
Reconoce que la mayoría de sus amigas y amigos son de Italia y Francia, además de otros mexicanos provenientes de otros estados.
“No había nada tan genial como una cena internacional hecha en casa, claro, yo no soy nada bueno cocinando. Uno se acostumbra muuuuy rápido a la buena vida”.
Es más, se atrevió a expresar en representación de quienes viven la experiencia del intercambio académico, que “en lo que más batalla uno, es en decirle adiós a sus amigos, sabiendo que probablemente no los vuelvas a ver en tu vida”.
En sí la escuela es distinta, pero, como cualquier cosa, necesita dedicación y esfuerzo. “No es muy difícil en realidad, los maestros son bastante accesibles y comprenden un poco la diferencia en el sistema educativo, es decir, la metodología y el desenvolvimiento”.
TAMAULIPAS DESDE LEJOS
Estando allá, cuenta que siempre llevó el nombre de Tamaulipas, “traté siempre de mostrar el lado bueno de mi tierra, aunque realmente sí se sabe de la difícil situación que la invade” (la inseguridad).
No obstante, habló de lo bueno, de las oportunidades que da esta tierra de tradiciones.
“Pudimos hacer varias carnes asadas y nos aseguramos que le dijeran “flautas” a los tacos de harina”, que nunca se compararon con los tacos, a los cuales extrañó en todo momento y aunque no quiso que sonara a promoción, ansiaba por comer unos de los de “Mite”.
En un futuro no muy lejano, Ricardo desea regresar como catedrático de derecho fiscal en la UAT, para compartir todas sus experiencias, como algunos “Tamaulipecos por el mundo”.