diciembre 11, 2024
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marzo 23, 2020 | 1440 vistas

Rubén Jasso.-

Cd. Victoria, Tam.-
Jugaba futbol como todos los muchachos de su edad, pero un día llegó al gimnasio del entrenador Moritz Vonnacher para practicar el taekwondo, y aunque se retiró un corto tiempo para ponerse los guantes de box, el joven Romualdo Salazar Ruiz decidió volver con su maestro para empezar a escribir grandes historias en una disciplina en la que ha conseguido prácticamente todo.

Deportista, entrenador, profesor de educación física, padre de familia, amigo y consejero de sus alumnos, Romualdo Salazar Ruiz es un “Rostro de la Ciudad” y un verdadero ícono cuando se habla del taekwondo, no solo en Victoria y en el estado, también en el país.

En una charla con El Diario de Ciudad Victoria en el gimnasio del Once Mina, el reconocido entrenador nos relata su historia en la disciplina y también nos habla sobre otras experiencias que le ha dejado el taekwondo a lo largo de su vida.

Con la inquietud de todo adolescente, un día acudió a una clase en un espacio cercano a su casa, encontrándose con Moritz Vonnacher, a quien considera el maestro de todos los entrenadores de taekwondo en esta Capital.

“Él llegó al 16 Méndez, a un gimnasio que estaba a una cuadra de aquel famoso (auto lavado) ‘Sapo Mojado’, yo tendría unos 13 o 14 años, fui algunos meses y después me retiré porque empecé a entrenar box, me gustaba mucho el box”, recuerda.

Pero “la espinita” por retomar aquel arte marcial no lo dejaba del todo, asistiendo un día a una exhibición que dio el profesor Moritz y su hermano Fabricio en el gimnasio de la Unidad Deportiva “Adolfo Ruiz Cortines” (hoy llamado Manuel Raga Navarro), y fue entonces que se convenció que debía regresar a esa disciplina.

“Hicieron una exhibición que se llamaba ‘full contact’, era con guantes y patadas y me llamaba mucho la atención y en ese tiempo había una película también que vimos en el cine y que se llamaba ‘Operación Dragón’ con Bruce Lee y pues todos salíamos tirando patadas”, dice entre risas.

La decisión ya estaba tomada: el futbol y el box pasaban a segundo plano y se enfocaría en lo que realmente quería para su vida.

“De ahí empecé a entrenar y ya no dejé el taekwondo, (también) empecé a entrenar ‘full contact’ con el profesor Moritz y después empecé a competir en el taekwondo”, señala, recordando también que a finales de los 80’s eran constantes sus llamados a preselecciones y selecciones nacionales de la disciplina.

 

SU MAESTRO DE VIDA

Al referirse a Moritz Vonnacher, sin dudar, dice que ha sido su maestro toda la vida, además de ser un gran amigo que siempre lo apoyó y lo fue guiando para convertirse en lo que es actualmente.

“Gracias a Dios que lo conocí, porque me enseñó a dar clase, me enseñó a competir, él siempre ha sido persona de bien, siempre me ha ayudado y desde ahí somos muy amigos”, sostiene.

Al paso de los años y luego de que el joven deportista vivió una etapa en la selección de México, un día su maestro le dijo que abriría un gimnasio en Monterrey, pero quería que Romualdo se quedara a cargo del Once Mina, donde daban clases juntos.

“Más o menos en el ‘87 nos venimos a este gimnasio del Once Mina y en 1990 él se va a Monterrey y ya me quedo yo solo y empiezo a tener una generación muy buena que la había empezado él y la seguí yo”, refiere.

 

GENERACIONES BRILLANTES

Entre aquellos pupilos que empezaron a poner en alto el nombre de Tamaulipas a nivel nacional y también en el extranjero, menciona a Arturo de León, Miguel Coo, Enrique Manrique, Mariano Lara y Cinthia Cedillo, destacando que varios de ellos actualmente son entrenadores de la disciplina.

Y fue gracias a los logros que fueron sumando sus alumnos en competencias de México y otros países, que se hizo merecedor al Premio Estatal del Deporte en 1997, recibiendo esa distinción de manos de Ivar Sisniega Campbell, quien era el titular de la Comisión Nacional del Deporte (Conade) en ese entonces.

Y agrega: “Después viene otra generación muy buena donde viene mi hijo (Romualdo) que fue seis veces campeón nacional en Olimpiada y Junior, campeón centroamericano, décimo a nivel mundial, campeón del Abierto de Estados Unidos, (también) de Suecia, dos veces de Estados Unidos y una de Suecia… (también) viene Pablo Haces, Elías, Alejandra Lozano”.

Su hija Emily, quien terminó una carrera en el Tecnológico de Monterrey, también es motivo de orgullo para él, destacando que fue becada por esa institución gracias al taekwondo, cosechando cinco medallas para el “Tec” en importantes competencias.

Y aunque no tiene con precisión el número de alumnos a los que ha formado en tantos años, refiere que son muchas generaciones, incluso actualmente entrena a nietos de sus primeros alumnos, algo que lo llena de orgullo.

 

GRAN COMPROMISO

“Es un compromiso muy grande por la confianza que nos han dado, porque estuvieron ellos, estuvieron sus hijos y ahora están sus nietos, quiere decir que algo bueno estamos haciendo en ellos”.

Respecto a su trayectoria como entrenador, refiere que ya está por cumplir 37 años como formador en el taekwondo.

“La verdad le doy gracias a Dios por darme la sabiduría para enseñarle a los niños y tener esa paciencia que solo Él te puede dar para que el niño empiece a aprender”, afirma.

Y es precisamente por esa labor que ha venido haciendo por casi cuatro décadas, que Romualdo Salazar Ruiz ha cosechado muchos reconocimientos, mismos que lucen en su gimnasio como un ejemplo para que sus alumnos den el máximo esfuerzo en cada entrenamiento y en cada competencia.

“Nos han reconocido en torneos (locales), en otros estados, inclusive en Estados Unidos, los más importantes son el Premio Estatal del Deporte y el Premio Municipal del Deporte, me lo han entregado dos veces el Municipal y una el Estatal porque ya no se puede volver a sacar ese premio”, aclara.

Como entrenador es exigente, pero también reconoce que la mayoría de las veces en el caso de los jóvenes, deben sacrificar muchas cosas y el camino para llegar a la cima no es tan fácil, sobre todo cuando deben combinar el estudio y el deporte.

“A veces los entrenamientos son tan fuertes que el muchacho no puede ni estudiar, la verdad yo me pongo en el lugar de ellos porque es una toda una vida dedicada al deporte y dejan muchas cosas y a veces se quedan en medio y no pueden lograrlo”, reconoce.

En ese sentido, hace referencia a una asignatura que quizás como entrenador tiene pendiente con alguno de sus alumnos, pero que tampoco lo distrae y mucho menos lo abruma.

“Ver a alguien en Juegos Olímpicos… no es un sueño, es un anhelo que pudiera tener, pero no me quita el sueño, para mi es lo máximo que hay en el deporte amateur y sería algo muy padre, tampoco me voy a sentir frustrado o fracasado si no lo llegara a lograr, pero si sería algo importante”.

 

OTRA FACETA

Además de esa importante labor que ha realizado en el taekwondo en Tamaulipas, Romualdo Salazar se desempeñó hace poco tiempo como dirigente municipal del deporte, una faceta en la que puso todo su empeño.

Afortunadamente en su caso contó con el respaldo incondicional del entonces alcalde Óscar Almaraz Smer y se logró hacer una buena labor para apoyar a los atletas de Victoria.

Hablando de apoyos y retomando la disciplina que enseña, Salazar Ruiz reconoce el compromiso del Instituto del Deporte con los taekwondoines del estado al brindarles herramientas que permiten a los tamaulipecos estar a la altura de los mejores exponentes del país en este deporte.

Lo anterior porque el director general del INDE, Carlos Fernández Altamirano escuchó sus necesidades y gestionó la adquisición de petos electrónicos que colocan a Tamaulipas como los estados más avanzados en esa disciplina.

 

LAS ANÉCDOTAS

Casi para concluir la charla, el reconocido entrenador trae a su mente varias anécdotas que vivió en sus viajes con la selección mexicana, en donde trabajó de cerca con taekwondoines de la élite de nuestro país y reafirmó que muchos de ellos tienen muy claro desde su niñez las metas que quieren conquistar para México.

“Tuve la oportunidad de estar en Alemania y Corea con una selección que se preparó para unos Juegos Olímpicos en donde Oscar Salazar sacó medalla de plata e Iridia (su hermana) sacó bronce”, refiriéndose a Atenas 2004.

Algo que recuerda mucho, es que Óscar daba el extra en cada entrenamiento y no se diga en las competencias, pues fue testigo como el mexicano sacaba los combates aun estando lastimado.

“A esa Olimpiada yo fui con ellos, estuve con ellos dos meses y la verdad… mil anécdotas, te puedo decir de Óscar Salazar en un Mundial peleando con la rodilla fracturada y así terminó y ganó desde la primera pelea, en Corea lo vi entrenar preparándose para Juegos Olímpicos con su rodilla bien lastimada”, recuerda.

Y concluye: “Esos atletas son de otro mundo, tienen un sueño desde que nacen de ser medallistas olímpicos y aprendes muchísimo de ver a esos muchachos como se preparan, como dan todo su esfuerzo pensando siempre en nuestro país y eso te deja muchísima enseñanza”.

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