Fernando Valero Salinas.-
Cada mañana llega a su negocio con una actitud positiva, abre las puertas de su espacio de trabajo, enciende la radio y sintoniza música alegre.
Checa sus herramientas y echa a andar la compresora de aire, procediendo también a colocar unas sillas en la banqueta, para recibir a los clientes que acuden a él para que les repare sus llantas por algún desperfecto.
Es así como inicia su jornada laboral el señor Saúl Molina Ávalos, de oficio vulcanizador, con 13 años de años de trabajo ininterrumpido y propietario de la “Big Vulca”, ubicada en la calle Zeferino Fajardo Luna esquina con Matamoros en el número 202 de la colonia José López Portillo de esta Ciudad.
Un jueves al mediodía, Saúl Molina nos platica que este oficio lo aprendió tiempo atrás en una “vulca” por la calle 16 Veracruz, con un señor de nombre Rodolfo, quien le enseñó todas las técnicas de esta labor, que hoy realiza sin ninguna dificultad.
“Tengo 13 años aproximadamente aquí en la vulcanizadora ‘Big Vulca’, estuve aprendiendo en el 16 Veracruz con un señor que se llama Rodolfo, él fue el que me enseñó muy bien, es muy buen maestro y la verdad le aprendí muy bien”, recuerda.
Saúl explica que su jornada laboral la inicia a las nueve de la mañana y la concluye a las diez de la noche, y que durante 13 años siempre ha estado en el mismo lugar su taller de reparación de llantas.
Molina Ávalos nos comentó que este oficio también se lo ha enseñado a los miembros de su familia, “Claro que sí, los dos hijos que tengo saben quitar las llantas, parchar y poner llantas, los dos”.
El vulcanizador nos reveló que entre los instrumentos que utiliza para hacer su trabajo están las pistolas de aire, las mangueras, la máquina desmontadora, el compresor, crucetas, dados, taladros y el gato hidráulico.
En el caso de los precios por los trabajos, detalló que varían, ya que depende del tipo de rin de la llanta.
“Por parche, depende, hay rines muy sencillos que se cobran en 50 y 60 pesos, pero también hay rines milimétricos que se llegan a cobrar hasta cien pesos”, explica.
Con el paso de los años, Saúl Molina ya conoce bien a los clientes que acuden con más frecuencia a su vulcanizadora, quienes han depositado su confianza en él por el buen trabajo y el trato que les brinda.
“Tengo muchos clientes que son frecuentes, y que por medio de ellos he conocido a sus hijos y he conocido a sus esposas y parientes, y gracias a que he hecho muy bien mi trabajo, por eso acuden a mí”.
Y así como sucede en otros negocios o talleres, en la “Big Vulca” también hay clientes “difíciles” a los que hay que saber tratar, dice Saúl Molina.
“Hay clientes muy difíciles, (pero) hay que tratarlos, saber tratar a la gente, tener carisma para tratar a la gente, saber que no todas las cosas son fáciles, a veces se atraviesan los problemas por el tiempo que se lleva, muchas de las veces hay clientes que traen prisa y que tienen que irse a su trabajo y de alguna forma tenemos que decirles que esperen su turno”.
En ese sentido, la remuneración económica que recibe por su servicio es importante, pero la atención que le brinda Saúl a sus clientes es algo que le deja una mayor satisfacción.
“Aparte de la remuneración del dinero, el atender a la gente, el saber que se van muy contentos… también hay mucha gente que me dice que hago muy bien mi trabajo, me recomiendan con mucha gente, hay gente que me dice que si alguna vez me voy de aquí que por favor les deje mi tarjeta y que les diga dónde voy a estar, es una de las mejores cosas que me ha pasado, te sientes feliz”, afirma.
Las buenas anécdotas no faltan y el experimentado vulcanizador recuerda a un cliente que siempre acudía con él porque decía que era el único que le arreglaba bien las llantas de sus carros.
“Hay muchas buenas, pero una de las muy buenas anécdotas, es de un señor que venía y decía que siempre tenía que venir conmigo porque yo le sacaba sus casos difíciles, tenía muchos carros y siempre venía aquí conmigo, esa es una de las cosas que más me llenan de satisfacción”.
Las personas que acuden a la “Big Vulca” son muchas y Saúl dice que por estar concentrado en hacer bien su trabajo a veces no se aprende bien los rostros de todos sus clientes, pero ellos sí lo recuerdan cuando lo ven en otro sitio y además lo saludan con gusto.
“Sí, me ha tocado atender a muchas personas aquí en mi negocio y a veces uno no se aprende bien los rostros por tanto trabajo, tan es así que cuando acudo a otros lugares a hacer algunos trámites, me he encontrado con personas que me saludan y me preguntan ¿cómo estás? y yo las saludo, pero a veces a unos si los recuerdo y a otros no”.
Otro motivo de orgullo para él, es que gracias a este oficio gana lo necesario y ha logrado sacar adelante a sus hijos y a toda su familia.
Igualmente, se siente contento porque en su taller de reparación de llantas atiende a muchas personas, entre quienes se encuentran profesionistas, como doctores y licenciados.
“Han venido doctores, licenciados y, sin saber, hay veces que yo llego a una oficina gubernamental y de repente que yo les he hecho servicios y me los he encontrado ahí a licenciados, y me saludan y hay veces que uno, sin saber que es una persona importante, y uno se los encuentra en esa oficina, pero uno no los conoce, uno les hace el trabajo, pero uno no sabe qué personaje es”, comenta.
Finalmente, Saúl Molina Ávalos envía un mensaje positivo a sus clientes y a toda la gente que requiera servicios en la “Big Vulca”, y es que sigan confiando en él, ya que siempre les brindará toda su atención y su ayuda a aquellas personas que acuden a su negocio para la reparación de algún neumático, pues aunque ya haya concluido su horario de trabajo, él brindará con gusto el servicio que necesiten para que puedan llegar con bien junto a su familia y a salvo a sus hogares.