LA HABANA (AP). — Una semana después de haber comenzado las clases presenciales en el interior de Cuba, unas 75 escuelas debieron ser cerradas en la central provincia de Ciego de Ávila debido a un rebrote del nuevo coronavirus, informaron las autoridades.
El 1 de septiembre se había retomado el ciclo escolar luego de seis meses –de los cuales dos correspondieron a las vacaciones estivales y gracias a un relativo control de la COVID-19 en el territorio nacional, salvo en La Habana. La capital empeoró sus condiciones e incluso fue cerrada por completo a la circulación interprovincial y se instauró un toque de queda nocturno.
Una cadena de contagios que ya sumó más de 30 casos en 15 días en Ciego de Avila obligó a las autoridades a tomar medidas más restrictivas del movimiento, dijo el gobierno local.
La directora provincial de Educación de Ciego de Ávila, Bárbara Rodríguez, señaló este fin de semana que no habrá clases en 75 establecimientos de los 90 de esa entidad, incluida la universidad, a partir del lunes.
Para los niños de los territorios sin dictado de lecciones presenciales, como los de Ciego de Ávila que se sumarán a los 355 mil de La Habana que no pudieron arrancar el 1 de septiembre, se ofrecen los contenidos a través de clases por la tele.
Mientras tanto, en La Habana —donde viven dos millones de los 11 que cuenta el país— se mantiene el toque de queda. Las calles vacías de personas y la ausencia de circulación de vehículos son el escenario de cada noche en la otrora bulliciosa capital.
Según el Ministerio de Salud, el domingo se reportaron en todo el país 11 nuevos casos para un acumulado total desde marzo de 4 mil 309 contagios, de ellos 100 fallecidos. Se realizaron desde el comienzo de la epidemia más de 400 mil test diagnósticos.
Aunque las cifras son bajas en relación con otros países del continente, Cuba prendió sus alarmas luego de que durante semanas –tras un primer brote entre marzo y junio– se lograran índices bajos de contagios y hasta una jornada sin reportes de positivos.
Sin embargo, una apertura relativa iniciada en julio con el levantamiento de vedas a las playas, más permisos de movilidad y oferta de servicios, ocasionó un aumento de pacientes que se complicó sobre todo en La Habana y sus vecinas Artemisa y Matanzas.
Actualmente, la isla se encuentra semiparalizada. El turismo es permitido pero solo en cayos aislados sin contacto con la población, aunque solo se ha reportado un vuelo de canadienses. Los vuelos comerciales siguen suspendidos, así como el transporte público en La Habana. En otras zonas del país es permitido parcialmente.
Durante el día, empero, pueden verse largas colas de personas en la capital para conseguir productos alimenticios como pollo, detergente, aceite, jabón o pasta de dientes.
Paralelamente, se continúo con el sistema de prevención de visitas de médicos o estudiantes casa por casa para detectar casos, la cuarentena obligatoria para quienes regresan al país y el aislamiento de las personas, incluso familias enteras, en albergues especiales ante cualquier sospecha.
Cuba informó en las semanas pasadas el avance hacia los ensayos clínicos de Soberana 01, un candidato de vacuna propio que debería estar listo para febrero, así como el convenio con Rusia para producir la sustancia desarrollada en Moscú llamada Sputnik V.
Este fin de semana se dio a conocer, además, que la Serie Nacional de Béisbol —el deporte nacional en la isla— arrancará el 12 de septiembre pero sin público en los estadios.