Vaya ruido mediático que ha hecho este filme nacional, y es que al margen de las lecturas que se han hecho sobre su polémico tráiler, la nueva película del joven cineasta Michel Franco más que distopía, es una hipérbole de la realidad, que muestra con unos trazos finos los excesos de las élites y la furia contra el status quo, al tiempo que señala los peligros de la militarización; atrapada en su propia ingenuidad, “Nuevo Orden” es, sin embargo, la mejor película de Franco.
Porque es como un cruce de caminos entre el cine de Federico Fellini y el de Luis Buñuel, la sinopsis en su trama nos narra que cuando una boda que es celebrada en todo lo alto, en una lujosa residencia de la Ciudad de México, es tomada por asalto por desarrapados. Son personas que visten pingajos y se comportan como si fueran unos zombies. Armados, actúan agresivamente, en una dulce venganza del lumpen, al que le ha llegado su día.
Los patrones déspotas son humillados y maltratados por las empleadas domésticas y criados, a los que apenas minutos antes veían con desprecio. Franco finalmente ha decidido elaborar un discurso audiovisual y, aunque cinematográficamente algo plano, su brillante puesta en escena denota un ojo más suelto, más dispuesto al diálogo con quien ve. Hay escenas en las que los viejos vicios de su cine de autor se manifiestan, pero hay otras en la que su reparto desarrolla el ritmo visual que mantiene vivo un correcto guión.
Promocionada como una “ficción necesaria”, la película ya es atacada por su audacia redentora al reproducir esquemas racistas, cuando en realidad es por su ingenuidad que delata una visión política tan superficial como ausente de tacto, ante este país que desde hace décadas ha cuestionado la presencia del ejército entre los civiles. Es decir, probablemente Franco pretende lanzar un llamado de alerta ante la presencia militar en las calles de la Ciudad de México, donde ocurre esta historia, en un mensaje en su fondo tan complejo como convulso.
Mi nueve de calificación a este filme, que con su sello de cine de autor y de clase mundial logra polarizar al público, al provocar rabia y temor e indignación que mientras muestra la intimidad del despacho de un general, que decide la vida y la muerte de miles, revela que el pueblo está inerme y que, en los círculos del poder, todos se protegen, aunque hipócritamente se presenten en sociedad como los garantes de la independencia.
“Nuevo Orden” no es una cinta discriminatoria, ni clasista, por el contrario, es sobre la discriminación y sobre la obscena diferencia de clases sociales que hay en el país, cuya anécdota que es, al mismo tiempo, cruenta e inteligente, sigue a los anfitriones de esa boda que, en el transcurso de horas, les ocurre lo peor. Son sobresalientes las interpretaciones de Darío Yazbek, Diego Boneta, y Naian González Norvid, que son arrojados a la desgracia, sin entender por qué el mundo es tan injusto con ellos.