Chantal Martínez/Rubén Jasso.-
Contrario a lo que se había presentado en años anteriores, en México se está retomando la costumbre de escribir cartas personales, inclusive en medio de esta pandemia que ha azotado al mundo son un medio para acercar a las familias.
Este jueves en México se conmemora el Día del Cartero, a manera de reconocimiento por el servicio público que prestan y que en su mayoría lo hacen con orgullo y compromiso para hacer llegar las buenas (y las no tanto) a los hogares.
Jesús Reyes Fuentes Vázquez, tiene 18 años en el Servicio Postal Mexicano, él es orgullosamente cartero y en su familia forma parte de la segunda generación que se ha dedicado a ello para mantener los hogares.
En entrevista para El Diario de Ciudad Victoria, nos comparte y abre su corazón, confiesa que hay casos en los que se tienden vínculos con las familias a las que les lleva la correspondencia.
“Tengo 18 años dentro de Correos de México. En mi caso soy la segunda generación, mis tíos Daniel y Pedro Vázquez Barrón iniciaron la tradición en la familia, está mi hermano y una prima Amelia Garfias”, quienes portan con orgullo la misión de ser carteros o pertenecer a ese sistema que contrario a lo que se creía, ha tomado un respiro y comienza a renacer.
Reconoce que la tecnología como el WhatsApp o el Messenger sí impactó en la juventud a la que ahora le puede costar más incluso redactar una carta. No obstante, menciona que no es lo mismo escribir a mano una misiva que utilizar la tecnología recortando palabras o comiéndose letras.
Jesús cuenta que cuando estaba en la secundaria su hermano ya trabajaba como cartero, lo que le sirvió de ejemplo para poder ingresar a ese mundo.
“Nosotros (dijo) comenzamos la jornada a las ocho de la mañana, llegamos a la ‘pichonera’, nos entregan las cartas, llegamos, las distribuimos por colonia o calles para que sea más fácil para nosotros la entrega y de ahí al área de registrados y antes de salir debemos cargar todo; vamos con el jefe, nos mete al sistema y checa si salimos a una revisión, checamos una garita que es el código de salida y de ahí nos vamos a nuestros respectivos rumbos (rutas)”.
Él trae el Rumbo 16, que va del 24 Berriozábal hacia el poniente de la Ciudad, que comprende las colonias Lázaro Cárdenas, Fuego Nuevo, Lomas de Santander, Vergel de la Sierra y Sierra Madre, por lo que si lo ve por ahí, salúdelo y felicítelo pues este jueves es su día.
Cuenta que dependiendo de la carga de trabajo, su hora de salida es a las tres y media de la tarde, para entonces ya debieron haber limpiado las facturas donde les dan la firma de recibido.
Cuando los remitentes no están en sus casas o en las direcciones, ¿qué es lo que pasa?
“Tenemos diferentes tipos de cartas, la ordinaria, que es la que se deja en el domicilio, en el buzón, el patio o debajo de la puerta y, hay otras cartas que son las registradas, si no se encuentra nadie debemos dejar un aviso, los datos de la persona a la cual va dirigida para que vaya a recogerla”.
Cuéntanos una anécdota, sabemos que debes tener varias al paso de estos 18 años, se le pidió.
“Aquí anécdotas buenas y malas… A veces como convives al día a día con el usuario, ahorita te dejan muchas cartas de los penales y llegas a entablar un lazo, sobre todo con las mamás de los muchachos que están recluidos, llegas a ser más cercano. Una señora me manifestaba su agradecimiento y a veces que abría los sobres delante de mi sacaba dibujos y yo le mencioné que si aprovechando, que su hijo me mandara uno de un cartero entregando una carta y un día de repente me dijo que su hijo le había avisado que me enviaría el dibujo y me lo dio, lo tengo en la casa; ahora me ve y la señora me dice que gracias a Dios su hijo ya está en la casa”.
Y, en contraparte, comparte que así como ésta hay otras anécdotas que no son tan buenas. Por ejemplo, un buen día por el rumbo 25 en la colonia Miguel Alemán, estaba entregando en un andador la correspondencia y cuando menos lo imaginó detrás de él había un perro “de esos bravos” que lo hizo salir corriendo “y hasta el zapato dejé ahí tirado, ya salió el dueño del perro y me dijo que lo sentía mucho y me regresé por mi zapato y me fui a seguir repartiendo”.
¿Es una satisfacción muy grande?
“Sí, somos un intermediario entre remitente y destinatario, hoy en día también se está manejando algo de cartas por esto que estamos viviendo y gracias a Dios somos los únicos portadores de la única forma en que puedan estar comunicados”.
¿En estos 18 años se ha “enfriado” el envío de cartas personales?
“Siento que últimamente se está habilitando más por la situación que está pasando, que es la única manera llegan cartas de Estados Unidos y es la manera que se ha incrementado. Aparte de ser tradicional el correo, es muy bonito que alguien reciba un detalle o una carta”.
En Ciudad Victoria, dice, operan 36 rumbos, que confluyen para estar en movimiento y que el correo salga adelante.
Jesús Reyes cuenta que en sus 18 años se ha convertido en una especie de vocero para atender a la comunidad o inclusive, acudir a las escuelas a hablarles del oficio.
“Yo he ido a algunas escuelas a dar pláticas de lo que hacemos diariamente y la verdad sí es muy satisfactorio ir, algunas escuelas me han dado la oportunidad, la verdad siempre les doy las gracias porque soy el portador de mis compañeros, es algo que está volviendo a utilizarse”.
En cuanto a la tecnología de hoy en día, Jesús Reyes reconoce que es de gran utilidad por la rapidez que implica para comunicarse, pero eso a veces conlleva a que solo se envíen mensajes cortos e incluso con palabras “mochas” a manera de abreviarlas y por ello esas herramientas no se comparan con las tradicionales cartas.
“No se pierde (el envío de cartas), simplemente que con el WhatsApp o messenger, es muy fácil mandar un mensaje, pero muchas veces no mandas palabras completas, cuando voy a las escuelas les invito a que hagan una carta donde al segundo renglón se le acabaron las ideas. Si a un niño le mandan una carta y no las esperan, les llena de emoción abrirla, ver lo que dice y se forma la cadenita porque ellos quieren enviar cartas después”.
Actualmente don Jesús Reyes en motocicleta, pero dice que hay quienes andan en bicicleta. Inclusive, en unas partes del país el servicio no es exclusivo de hombres, “son carteras, hay algunas que andan a pie, o en moto, también hay compañeras carteras”, explica.
El orgullo por ser cartero es algo que deja de manifiesto todos los días, porque saben de la importante labor que aún sigue representando ese oficio dentro de la sociedad.
“A mí me da mucha satisfacción que la gente todavía te reconozca tanto la labor que haces, hay compañeros que tienen más tiempo, en los rumbos (rutas) que traemos tenemos una amistad con los usuarios, me tocó que a veces dejas de ir y al compañero nuevo que llega a la gente le extraña, preguntan por el anterior, es muy bonito, es un trabajo muy digno, gracias a Dios satisface las necesidades de nuestras familias y la satisfacción que nos da en la vida es mayor”, concluyó Jesús Reyes Fuentes Vázquez que hoy celebra ser Cartero en Ciudad Victoria, Tamaulipas.